Las ventas masivas vistas desde la vuelta del verano pueden atribuirse en parte al enigma continuo que enfrentan los bancos centrales, incluidos la Reserva Federal, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE). Deben aumentar los tipos de interés lo suficiente como para controlar la inflación, con el riesgo de empujar a sus economías a una recesión. En Jackson Hole, el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell reiteró la decisión restrictiva de la Reserva Federal, incluso si el debilitamiento del mercado laboral y un crecimiento más lento causaran algo de dolor, citando “el fracaso para restaurar la estabilidad de los precios significaría mucho más dolor”.
¿Hard landing en Estados Unidos?
Sin embargo, existen varios factores que podrían ayudar a EE. UU. a evitar un hard landing en 2022. El capex está mejor soportado en comparación con ciclos anteriores, dada la solidez de la demanda de crédito. La demanda acumulada y la necesidad de inversión en energía también deberían respaldar la inversión en capital. El capex también puede aumentar, ya que la ventaja fiscal de deducir el 100% en un año —que forma parte de la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de Trump de 2017— comienza a disminuir anualmente a partir de 2023.
Además, aunque los consumidores estadounidenses están viendo que la inflación reduce sus ingresos personales en términos reales y las tasas de ahorro han caído a su nivel más bajo desde 2008 (es decir, desde un máximo de pandemia del 26% al 5,1%, según datos de agosto de 2022), todavía tienen una mayor cantidad de ahorros personales en comparación con los niveles anteriores a la pandemia, lo que significa que pueden amortiguar el gasto. Si bien los consumidores están aprovechando para aumentar el apalancamiento, de nuevo de forma no tan pronunciada como en ciclos anteriores, ya que los niveles de apalancamiento han ido disminuyendo desde la crisis financiera global de 2008. El mercado inmobiliario, a pesar de su solidez actual, es uno de los principales sectores que podrían ayudar a la Reserva Federal a controlar la inflación, dada la sensibilidad de las hipotecas a las subidas de tipos.
Dicho esto, si la inflación no baja, para evitar que sea permanente, la Reserva Federal podría tener que actuar de forma más agresiva de lo que el mercado prevé actualmente. Asimismo, con el tiempo que tardan las subidas de tipos en entrar en vigor, en el caso de que la política sea demasiado agresiva, puede ser demasiado tarde para que la Reserva Federal dé marcha atrás para evitar un hard landing.
Un largo invierno
Actualmente, estamos en una crisis energética causada por la escasez de oferta. Por lo tanto, es probable que las medidas del gobierno para reducir el golpe a los consumidores respalden la demanda, lo que a su vez conllevará precios más altos, en un ciclo que se retroalimenta. A medida que los elevados precios de la energía aumentan la inflación, la única manera en la que los bancos centrales pueden actuar es apoyando las divisas y reduciendo la actividad lo suficiente como para evitar que las expectativas inflacionarias se afiancen. En este contexto, Europa está rezagada en su ciclo de subidas y tiene una mayor exposición al suministro de gas ruso, por lo que puede ser más vulnerable a los riesgos de recesión. Si bien la región por ahora ha podido seguir avanzando para alcanzar sus objetivos de almacenamiento a través de los suministros de gas de los oleoductos del Reino Unido, a medida que avanzamos hacia el invierno, esto podría estar bajo presión a medida que las temperaturas caigan. A menos que se restablezca la oferta, solo la destrucción de la demanda puede resolver el desajuste entre la demanda y el suministro. Una vez más, no hay una solución fácil a esta cuestión.
Implicaciones sobre la inversión
Mantenemos una posición cauta en renta variable y redujimos la duración en vista de la creciente presión sobre los bancos centrales para evitar que las expectativas de inflación se desanclen. Dada esta situación, realizamos los siguientes cambios tácticos en nuestros puntos de vista:
Pasamos de una visión neutral a infraponderar los bonos del Tesoro estadounidense a diez años, virando a bonos del Tesoro con vencimientos cortos para reducir la duración.
Incrementamos nuestra infraponderación en high yield estadounidense y ampliamos nuestra inversión en valores del Tesoro con vencimientos cortos. Recientemente, los diferenciales del high yield estadounidense se han estrechado de un modo significativo y numerosos partícipes del mercado prevén que la Reserva Federal pronto alcanzará el tipo terminal y que las bajadas de los tipos comenzarán en 2023, con un crecimiento económico que seguirá siendo positivo. Por otra parte, consideramos que estas hipótesis resultan excluyentes entre sí, que el tipo terminal subirá y que el tipo de los fondos federales no se reducirá de manera significativa en 2023, salvo que se produzca una recesión fuerte en Estados Unidos. Los activos high yield estadounidenses siguen siendo caros en comparación con sus homólogos, los activos investment grade, si bien es de esperar que estos precios cambien según el endurecimiento de la política de la Reserva Federal incida negativamente en aquellos prestatarios de menor calidad.
INFORMACIÓN IMPORTANTE
Los puntos de vista y las opiniones pertenecen al autor en la fecha de publicación, podrán variar en cualquier momento debido a las condiciones del mercado o económicas y podrían no llegar a materializarse. La información que aquí se recoge representa el modo en que el equipo de inversión suele aplicar su proceso inversión en condiciones normales de mercado. Esta comunicación general, que no es imparcial, se facilita únicamente con fines informativos e ilustrativos y no deberá considerarse una recomendación. La información no aborda los objetivos financieros, la situación o las necesidades específicas de ningún inversor en concreto. Las inversiones entrañan riesgos, incluida la posible pérdida del capital principal
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