Acaba de aterrizar. El presidente Xi tomó hace unos días tierra en Gran Bretaña. Diez años después de la última visita de un mandatario chino a las islas, se ha recibido al presidente de la República Popular China con todos los honores de Estado. “Red carpet treatment”, como dicen los británicos. Banquete de Estado con la Reina en Buckingham Palace, reunión bilateral con David Cameron, paseo en carroza real por las calles de Londres… ¿Qué hay detrás de tantos engalanamientos y fastuosidades? Para hallar una explicación, volvamos la vista unos meses más atrás.
El pasado mes de abril el ex secretario del tesoro norteamericano Larry Summers afirmó que dicho mes será recordado como la fecha en la que Estados Unidos perdió el cetro de líder del sistema económico global. El comentario venía a colación de la creación por parte de China del Asian Infrastructure Investment Bank (en adelante el AIIB). Este banco fue creado ante la negativa de EE.UU. y Japón a que se produjera un alineamiento, entre el poder económico/político de la China actual, respecto el peso que ostentaba en el Asian Development Bank (en adelante el ADB).
El ADB se constituyó en 1966 post Bretton Woods, como una versión regional del Banco Mundial, con el objetivo de fomentar el desarrollo asiático. El ADB ha tenido en su historia nueve presidentes japoneses, fieles escuderos de las directrices establecidas desde Washington. China, molesta con poseer una simbólica participación del 5% en los derechos de voto del ADB, se le agotó la paciencia y se aventuró a liderar la creación de un nuevo banco, el AIIB antes mencionado. Es evidente que la moneda de referencia de dicho banco no será el dólar estadounidense.
Todos los países asiáticos (exceptuando Japón, Corea del Norte y Taiwán) se unieron a dicho banco. Estados Unidos observó con incredulidad cómo su principal aliado, Gran Bretaña, fue el primer país no asiático en sumarse a dicha institución. Desde entonces 57 países se han sumado siguiendo el paso de los británicos como miembros fundadores (entre otros España).
Ese apoyo incondicional de GB al AIIB, a expensas de generar un “malestar” diplomático con EE.UU., tenía un claro objetivo: conseguir un cheque en blanco en cuanto a inversiones acometidas en su país. Gran Bretaña hasta la fecha había invertido seis veces más en China de lo que el gigante asiático lo había hecho en el Reino Unido. China en la actualidad acomete inversiones del entorno de 25.000 millones de libras anuales y el Gobierno de Cameron quiere que esa cifra se incremente hasta niveles de los 100.000 millones anuales en 2025.
Gran Bretaña estaba teniendo problemas para encontrar financiación para la construcción de la controvertida planta nuclear de Hinkley en el suroeste del país. Un proyecto estimado en 38.000 millones de euros. Un tercio de la planta será financiada por los asiáticos y construida por un consorcio formado por la francesa EDF y la compañía nuclear china CGN. El acuerdo sobre la financiación y construcción de otras dos plantas nucleares en Suffolk y Essex podrían cerrarse en esta cumbre, siendo la de Essex la primera planta nuclear “Made in China” construida en un país occidental. Sin duda una puesta en escena de la tecnología del gigante asiático.
Otras cuestiones planificadas en la agenda de la reunión bilateral son: la construcción y financiación de proyectos de trenes de alta velocidad valorados en 12.000 millones de libras de inversión, la construcción y financiación de 10.000 nuevas viviendas en el norte del país la china Geely Autos construirá una fábrica de coches en Coventry con una capacidad de producción de 36.000 coches al año.
Y no será el único proyecto que aborde Geely: los emblemáticos taxis londinenses fabricados por la sociedad The London Taxi Co. (cuyo accionista mayoritario es Geely) pasarán a ser motores chinos y eléctricos en 2017. Otros proyectos significativos en el lado financiero pasan por la creación de un Hub en Londres para liquidar activos en yuanes que compita con las plazas de Singapur/Hong Kong y la emisión de deuda en yuanes en el mercado londinense. Todos estos acuerdos conforman una nueva etapa en la relación bilateral entre China y Gran Bretaña, que la prensa ha denominado como “The Golden Era”, y que se materializará en la creación de alrededor de 25.000 puestos de trabajo asociados a dichos proyectos.
Mientras la diplomacia británica consigue que China acometa la mayor inversión extranjera realizada jamás en suelo británico aquí en España debatimos asuntos tan trascendentales como la exclusión de la asignatura de religión del colegio de nuestros hijos.
Columna de Jacobo Arteaga Fiero, desde BrightGate Capital SGIIC S.A.