Hemos vuelto a lo básico, ya dicho y confirmado por entidades como Goldman Sachs (la cual, quizá, tienen un peso de opinión mayor al mío; por eso, lo que decimos desde hace un mes, ahora sí se va a volver tema de discusión en los círculos de los analistas), sobre lo que debe ocurrir con las inversiones en Mercados Emergentes durante los próximos años: toca revisar con lupa quién es quién, los fundamentales que hay detrás, y las oportunidades que brinda cada uno. Esto era algo inevitable, pues en el nuevo ambiente económico, ya no todos somos tan llamativos como éramos hasta hace sólo unos meses.
Un reciente informe de GS precisamente mostró que durante los últimos años las correlaciones de las monedas emergentes con las desarrolladas han sido particularmente altas (entre 40% a 50%), cuando esa variable era alrededor del 10% antes de la crisis financiera. Pero más llamativo aún, es que en los últimos meses la correlación ha vuelto a bajar. Aunque se mantiene en más del doble de los niveles antes de la crisis financiera, ya está en cerca de la mitad de lo que tuvimos durante los últimos años, en la época de la “danza de los millones”.
En columnas recientes he hecho el llamado a los analistas a mirar con detalle variables como los déficit de cuenta corriente, el aumento en el endeudamiento gubernamental y empresarial (que lo llamo el apalancamiento emergente), y, en general, todas las variables de libro de texto que vuelven a ser altamente atractivas para el futuro.
Esto quiere decir que el lema de “invertir en países emergentes”, deja de ser cierto, y en vez de mirar el bosque, debemos mirar los árboles. ¿Quiere esto decir que debemos salir corriendo de los emergentes? La respuesta es no, pero ahora ya no los debemos empaquetar a todos en un solo grupo, sino empezar a mirar caso por caso específico. Esto, de forma lógica, demandará mayor tiempo de análisis (antes era solo invertir en el agregado, sentarse y esperar a que de retornos); mayores recursos para mirar en quién puedo confiar y en quién no.
Aunque he visto a muchos analistas positivos porque las economías emergentes ahora son más robustas, tienen mayores reservas internacionales y en muchos casos las prudencia fiscal ha sido la regla en los últimos años; las cifras que sigo tienen para mí una alta relevancia: el endeudamiento emergente se ha disparado (lo he dicho repetidamente en las últimas tres semanas); lo cual, unido a una baja tasa de interés en moneda fuerte, y por consiguiente a una posibilidad de fondos de cobertura de apalancamiento muy barato, están creando un “caldo de cultivo” perfecto para que, el que quiera especular contra un país emergente relativamente mal parado, lo puede hacer y lo puede obligar a doblegarse.
Candidatos, hay unos cuantos, y los analistas los identifican más que todo en Europa Central y en Asia; pero que quede claro, esto no implica salir corriendo de Asia, simplemente que, repito, se debe mirar caso por caso. Lo interesante de esto, es que ya todas las instancias empiezan a alinearse con la estrategia que hemos venido hablando recientemente, lo cual debe ser el trabajo de los analistas y asesores financieros en los próximos años.