Iniciamos el último trimestre de un año caracterizado por su gran agitación. Sobrestimé la rapidez de la apertura y la recuperación, pensando que durante las vacaciones de verano la actividad volvería casi a la normalidad. Sin embargo, la variante Delta aguó un poco la fiesta. En cualquier caso, sigo confiando en que el año 2022 tendrá un comportamiento más «normal», una vez superemos el invierno.
Por otro lado, también esperaba ver un resurgimiento de los mercados emergentes en el segundo semestre. Ciertamente, vimos un buen comportamiento de los EMHY (Emerging Markets High Yield bonds) en moneda fuerte/efectivo, pero la resistencia del dólar estadounidense ha retrasado en cierta medida cualquier renacimiento de la moneda local para 2021.
Como siempre, China sigue siendo un enigma. La represión de varios sectores ha servido para recordar a los inversores que el país oriental no es una típica economía capitalista de libre mercado. Todavía hay límites.
Para el resto de los mercados emergentes, los riesgos idiosincráticos siguen siendo elevados, y es difícil hacer suposiciones generales en lo que respecta a los activos como conjunto.
Ahora, la gran pregunta es: ¿qué podría alterar los mercados en estos últimos meses del año?
Es cierto que la recuperación ha empezado a flaquear, pero todavía no se ha traducido en las ventas que algunos estrategas del mercado esperan. ¿Hasta qué punto será mala la temporada de gripe? ¿Veremos una elevada ocupación de las UCI que pueda llevar o no a volver a restringir nuestra actividad?
En este momento es demasiado pronto para saberlo, pero sin duda habrá algún tipo de «efecto gripe», aunque es probable que no sea lo suficientemente importante como para tener un impacto crítico. Estamos aprendiendo a convivir con el virus, y cada oleada tiene un menor impacto que la anterior, especialmente con el programa de vacunas y el aumento de los niveles de anticuerpos. También parece que la variante Delta ha dejado atrás su punto álgido.
¿Qué pasa con la economía?
La narrativa dominante en este momento parece basarse en la idea de que alcanzaremos un pico de crecimiento económico, y que a este le seguirá un periodo de desaceleración, en el ciclo intermedio. También he empezado a oír la temida palabra «estanflación».
Seamos claros, puede que tengamos inflación con una economía en desaceleración, pero que aún mantiene cierta fortaleza, pero no creo que lleguemos a una situación de estanflación real: inflación combinada con un crecimiento económico estancado y un alto desempleo.
Los problemas serán más significativos si estas condiciones pesan sobre la confianza y el gasto de los consumidores. Si las cadenas de suministro superan sus dificultades, tal y como se espera, es posible que nos encontremos en un entorno de Ricitos de Oro (Goldilocks) para la renta variable si los rendimientos de los bonos se mantienen bajos y el tapering no provoca una rabieta.
Las cosas nunca salen como se espera, y tenemos que reconocer que los riesgos han aumentado: los precios de los bienes están subiendo, al igual que los componentes de esos bienes. Y los salarios también están subiendo. Esta situación va a provocar un deterioro de los márgenes y una presión sobre los beneficios a medida que avancemos. Además, la inflación parece convertirse en un problema más duradero, debido en parte a las continuas dificultades en la cadena de suministro mundial.
Es muy posible que tengamos una ola de ventas en las bolsas antes de fin de año como resultado de las altas valoraciones en un momento en que estos riesgos comiencen a impactar en los beneficios y las perspectivas de las empresas. El tapering también puede provocar una rabieta. Es probable que cualquier caída sea dolorosa, pero de corta duración. Todavía hay mucha liquidez en el sistema, por lo que el carrusel continúa.
La semana pasada se habló mucho del tapering, y la Reserva Federal no decepcionó, hablando debidamente de empezar a cerrar los grifos en noviembre, con una subida de tipos ya prevista para 2022.
Creía que el resultado era bastante agresivo, por lo que me sorprendió que los bonos del Tesoro no respondieran. Hicieron falta comentarios beligerantes del Banco de Inglaterra al día siguiente para incitar a tomar una postura más agresiva y encender los motores, logrando así un mayor movimiento de los bonos del Tesoro, los Bunds y los Gilts.
Evergrande fue el otro gran tema de conversación, y parecía que esta empresa inmobiliaria china sobreendeudada podría tener una importancia sistémica para los mercados financieros mundiales mucho mayor de lo previsto. Sin embargo, un día después de que saltara la noticia, este temor se había invertido.
En definitiva, seguimos considerando que nos encontramos a mitad del ciclo económico y, por tanto, mantenemos nuestra atención en el crédito.
Columna de Andrew Lake, director de Renta Fija de Mirabaud Asset Management.