A día de hoy y hasta que entre en vigor la nueva Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros o MiFID II, no todos los asesores financieros que ofrecen consejos de inversión a los ahorradores españoles cuentan con una certificación que acredite sus conocimientos. ¿Por qué? Entre otras muchas razones, porque hasta ahora no ha sido algo obligatorio.
La nueva regulación, que pretende estandarizar el asesoramiento financiero en toda la Unión Europea, impondrá la necesidad de que los asesores financieros cuenten con una cualificación mínima y una experiencia probada para poder sentarse a asesorar a un cliente, lo que servirá para proteger a los inversores particulares.
Si bien hasta la llegada de MiFID II esto no será obligatorio, en EFPA llevamos mucho tiempo insistiendo en la importancia de contar con una certificación de calidad. Sí, se puede decir que nos habíamos adelantado y ahora la nueva regulación nos da la razón: los asesores financieros deben contar con una certificación profesional que evalúe con rigor e independencia según las mejores prácticas del mercado.
Los motivos son varios. En primer lugar está la necesidad de proteger al particular y no hay mejor forma de hacerlo que garantizarle que quien le está asesorando es un profesional con experiencia y conocimientos, que está al día de los cambios que se producen en el mercado, las novedades de regulación y los nuevos productos que están a disposición del cliente, ya que con MiFID II habrá que renovar las certificaciones de forma periódica.
Por otro lado, se empezarán a delimitar con claridad las diferencias entre informar y asesorar, dos servicios de diferente complejidad que requieren por tanto conocimientos distintos. El profesional que vaya a asesorar a un ahorrador debe contar con una cualificación de mayor nivel, ha de entender y analizar el perfil de su cliente y poseer habilidades para recomendar de forma comprensible productos o estrategias de inversión. De esta manera, el ahorrador podrá conocer y comprender realmente todas las características de los productos que le recomiendan y cuáles son sus ventajas y riesgos intrínsecos.
MiFID II convierte a las entidades en responsables y a los estados en vigilantes, ya que las primeras tendrán que responder de los conocimientos y competencias de su personal, y los segundos deberán exigir a todas las empresas de inversión que demuestren a la autoridad competente que sus profesionales cumplen con estos requisitos.
EFPA se presenta como una solución para todas las entidades que aún no cuentan con sus profesionales certificados y pone a su disposición distintos niveles de cualificación para acreditar a sus profesionales. Las certificaciones de EFPA responden a estándares internacionales y derivan de programas formativos rigurosos y especializados para el ejercicio profesional. A los 13.000 asociados en España que ya disponen de una certificación de EFPA les felicitamos porque ya tienen mucho camino recorrido en esta nueva andadura que supone MiFID y, a los que aún no cuentan con una certificación, les invitamos a que asuman cuanto antes este nuevo reto y se preparen para conseguirla.
Los clientes pueden estar dispuestos a pagar por un asesoramiento de calidad. Ahora les toca a los asesores, pieza clave en todo el proceso, aspirar a los estándares de máxima calidad en cualificación y conocimiento y poder así afrontar con solvencia el reto de sentarse con su cliente.
Columna de Sergio Míguez, director de Relaciones Institucionales de EFPA España, que participó en el evento sobre agentes financieros organizado por iiR recientemente en Madrid.