Cuando escribo estas líneas, el S&P 500 había marcado un nuevo récord histórico. Aunque todos los niveles están muy altos, y desde no hace poco, muchos analistas llaman a la prudencia con las acciones estadounidenses, lo cierto es que la perspectiva en el mediano y largo plazo es a que sigan hacía arriba. Un inversionista estructural, es decir aquellos que piensan en portafolios de mediano plazo, deben tener algo claro: el valor está en acciones norteamericanas. No nos llamemos a medias verdades, son las acciones con mayor potencial, con fuerzas que juegan a su favor y que son preferidas por la mayoría de los grandes inversionistas globales. Eso lo muestra el hecho de que nunca en la historia los largos en acciones habían estado tan altos y los inversores tan cargados.
Si bien, lo que los analistas llaman los ‘fundamentales’ andan bien, lo que realmente debe tener a las acciones allá arriba y con tendencia creciente, es el exceso de efectivo, del que muchas veces hemos hablado aquí en Funds Society. Pero esta vez no me referiré al exceso de liquidez en la economía global, sino el que tienen las propias empresas que componen el índice S&P 500. Según los últimos datos conocidos, más del 13% de los activos totales de las empresas del índice, están en efectivo (mal contados, superan los 3 trillones de dólares).
Claro, no todas lo tienen en la misma cantidad ni en la misma proporción, sin embargo, lo cierto es que tomado así en conjunto, tanto efectivo “hace cosquillas” para los reportes corporativos: la liquidez es útil para poder desarrollar proyectos y aprovechar oportunidades, sin embargo, si esas oportunidades se demoran en llegar, es un activo que pesa mucho en los resultados corporativos, pues es un activo rentando cerca de cero, disminuyendo absolutamente todas las relaciones corporativas, especialmente el ROA.
Así, tener ese efectivo ahí parqueado no es lo que busca una empresa. La manera más tradicional que cualquiera piensa que se debe usar ese efectivo es expandiendo capacidad de producción, sin embargo hay un leve inconveniente: ya antes de pandemia la capacidad instalada de las empresas del S&P era superior a la que se necesitaba, y hoy, luego de más de un año de desajuste la capacidad ociosa sigue alta. Por tanto, y aunque muchas empresas han dinamizado sus CAPEX, en la mayoría de ocasiones el crecimiento del mismo está debajo de los dos dígitos, mostrando que se mueve, pero a pasos muy lentos.
Otra manera sería en procesos de fusiones y adquisiciones (M&A), sobre los cuales también me he referido en columnas anteriores. Sí, dicha actividad sigue siendo muy dinámica, tanto así que de seguir como fue en los primeros 6 meses del presente año, el valor del M&A global superará los 2,5 trillones de dólares, convirtiéndose de esta manera en el mejor año de la historia, superando con creces a 2007, que había sido hasta ahora, con cerca de 2 trillones de dólares, el mejor año de la actividad global de M&A. Pero también las fusiones y adquisiciones son finitas y acotadas.
Entonces, con este panorama, lo único que queda es recurrir a la fórmula que se vio implementada desde 2009 y que si bien por temas de pandemia disminuyó, hoy vuelve a estar en boga: la recompra accionaria. Esto no es nuevo, de hecho hace meses atrás dijimos que se debía reactivar y así viene siendo: a cierre de julio, las recompras accionarias autorizadas eran de 683.000 millones de dólares, y de seguir esta tendencia, superará los cerca de 740 billones que hubo en 2018. Cabe decir que es esta actividad de recompras lo que mayor explicación tuvo en el buen desempeño de las acciones estadounidenses entre 2009 y 2019.
Claro, cabría la posibilidad de que las empresas paguen dividendos, sin embargo, es una manera que poco gusta a muchas empresas, especialmente las tecnológicas, pues eso supone una disminución del valor de la empresa. La fórmula básica de contabilidad, que dice que los Activos son iguales a los Pasivos mas el Patrimonio (Activos = Pasivos + Patrimonio), supone que al sacar un activo (efectivo) para pagar dividendos, se debe equilibrar la ecuación sacando también parte del Patrimonio. Por ello, es que las recompras han sido y seguirán siendo la manera preferida de las empresas para entregar el efectivo a sus accionistas.
Esta dinámica, de otra parte, sigue determinando que tendencias que se esperaban desde hace algún tiempo, sigan ahí en stand by, entre ellas, el gran boom de los emergentes y la caída en el precio del dólar, al menos en nuestra región. Sigo totalmente convencido de que los emergentes son una gran oportunidad y de que el dólar, tal como lo dije a finales de abril e inicios de mayo de 2020, debería caer un 35% a 40% (respecto a su nivel en ese momento), pero con los flujos yendo a manos llenas a Estados Unidos, va a ser muy difícil que en el corto plazo suceda (en mi defensa, diré que cuando estimé que el dólar debería caer en esos niveles, supuse un período de cuatro a cinco años para todo el movimiento). Así, ese gran momento de la renta fija y las acciones en LATAM, debe esperar un poco más.
Por tanto, y si no hay un cambio drástico en alguna variable que afecte esta perspectiva, mi conclusión es corta y clara: Estados Unidos es el lugar para estar en acciones, si bien no toda la posición del portafolio accionario, sí una gran proporción de este.
Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia Colombia. Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor, y no representan necesariamente la posición de Skandia Colombia sobre los temas tratados.