Tras la publicación la semana pasada de mi carta abierta a Mariano Rabadán, en este post quiero aclarar los motivos que me impulsaron a hacerlo y resumir la reunión que tuve con el presidente y el director general de Inverco para que cada uno pueda sacar sus propias conclusiones.
Lo hice por Amor.
Si, sé que suena como muy cursi, pero amo y me sigue fascinando esta industria como el primer día que vi una pantalla de Bloomberg (“la play station de los gestores”, Alberto Espelosin dixit), me parece apasionante esta lucha titánica que tienen los gestores por batir al mercado, a sus competidores, a sus objetivos. Es una gozada ver como desde muy diferentes estilos de gestión, de filosofías, de maneras de gestionar, todos los gestores que he conocido quieren ganar, ser los primeros, y la gran mayoría de ellos solo tienen una receta: trabajo, trabajo y trabajo.
Fue mi deseo de remover conciencias, de provocar un debate abierto en la sociedad sobre el momento actual de la industria en España y el papel que ha jugado y que puede jugar Inverco; y quise hacerlo público para tratar de romper, de una vez, la manera de funcionar de una asociación que no ha sabido, en mi humilde y personal opinión, adaptarse a los nuevos tiempos, y tampoco parece que quiera hacerlo.
Sabía que esto solo lo podía hacer como lo hice, haciendo pública mis opiniones personales de manera abierta, y no en los modos en los que se ha movido el sistema en las últimas décadas.
Todo esto se puede hacer cuando no se tiene ambiciones de poder, cuando nada más lejos de la propia intención está el jugar al “quítate tú que me pongo yo”, cuando no se tiene miedo al puesto de trabajo. Entonces, y solo así es cuando uno se siente libre, con capacidad de decir de manera correcta y sosegada sus opiniones, tal y como lo hice yo en la carta abierta.
La reunión fue dura, en algunos momentos tensa, pero también profesional, educada y muy técnica, y como es normal quiero agradecer su disposición a reunirse y debatir conmigo los puntos de mi carta. Ellos y yo sabíamos que era la primera y última vez que nos reuniríamos para este asunto y así me lo hicieron ver.
Este es el resumen del resumen de lo que hablamos:
-Pasar a representar a toda la industria y no solo a los poderosos
Negaron que favoreciesen a los grandes, negaron que fuesen ellos quienes han impedido las cuentas ómnibus, negaron tajantemente que hubiese problemas y disensiones en la asociación, y que ya existían los cauces y juntas para debatir los temas. También me negaron los males que yo achaco a esta industria.
-Mejorar y cambiar las estadísticas del sector y ser más rigurosos y objetivos en los análisis
Aseguraron que las estadísticas son las que quiere el sector, que el formato sigue así porque muchas gestoras tenían programas para volcar los datos y que ellos en sus estadísticas reflejan el volumen de lo vendido en España y no lo comercializado por las gestoras nacionales. Me dijeron que eran rigurosos y serios en sus análisis, y que desde luego no compartían mi visión en ese asunto.
-Cambiar la comunicación de Inverco
Si parece que estuvieron más abiertos a la mejora de la comunicación de la asociación y a estudiar su presencia en las redes sociales.
-Anclar a la industria nacional como puente entre Latinoamérica y Luxemburgo
Me explicaron que aunque con dificultades, sí parece que podríamos tener significativos avances en esa cuestión, lo cual sería una magnífica noticia.
-Por último estuvimos comentando el tema de un único regulador, de las relaciones con la CNMV, tomando buena nota de la petición de un mínimo común denominador en las auditorias y del por qué existen tantos tipos de sociedades para gestionar recursos ajenos de clientes.
En definitiva, ellos tienen su visión, la cual respeto y he tratado de reflejar sucintamente. Yo les traté de hacer ver que la idea de mi carta fue producto de lo que llevo oyendo desde hace muchos años, y que la repercusión que ha tenido en los medios y en las redes sociales es por algo bien sencillo: muchos partícipes y profesionales del sector están descontentos como yo del funcionamiento de la industria y de la asociación. ¿Su respuesta? Que a ellos nadie les había transmitido esas opiniones y que en la asociación están los comités y reuniones necesarias para hacerlo.
Yo no tengo nada personal con el presidente de Inverco, y mi guerra no es contra él.
Es más, considero que tanto él, como el director general son excelentes profesionales y exquisitos en el trato personal. Lo que estoy en contra es de lo que ellos significan, una perpetuación en el poder, un no saberse reciclar, no dar paso a nuevos aires, unos estatutos y una asociación que permite un sistema al más puro estilo “FIFA”, con una mentalidad funcionarial y no de negocio, una asociación que no ha sabido ver que el mundo está cambiando y que me temo que no parece estar dispuesta a verlo.
Por mi parte seguiré desde mi modesto blog trabajando para la transparencia, para ayudar a descubrir la industria de gestión de activos a esos universitarios que también quieren jugar a la “play station” de los gestores, para acercar la realidad del sector a todo el mundo, y desvelar las malas prácticas que inundan la realidad del mismo en España, así como las excelencias que también tenemos. Seguiré posteando porque “I feel asset management”.
Hoy sé que Inverco seguirá igual mientras no cambien las personas, mientras los asociados no promuevan el cambio o alguien de verdad rompa y cree una asociación diferente, pero al menos el debate está puesto encima de la mesa y espero que alguien pueda recoger el guante.
Me reafirmo punto por punto en lo que exprese por escrito, y desde luego al salir de la reunión supe que era la última vez que estaba en esta Inverco, que no volvería a pisar esas alfombras del poder, que no quiero participar nunca más de un sistema caduco, antiguo, del que no me siento para nada identificado. Sentí que había roto los códigos no escritos por los que el sistema actual se rige, y mientras volvía a casa en la moto y sonreía dentro del casco, me vino de manera irremisible la mítica escena de Cuba Gooding Jr. exigiéndole a Tom Cruise “show me the money!! show me the money!!” mientras sonaba en mi cabeza los acordes de la canción “Melody of a fallen tree” de Windsor for the Derby.