M&G (Lux) Positive Impact Fund se lanzó en noviembre de 2018, con el propósito de invertir en compañías que abordan algunos de los mayores desafíos medioambientales y sociales del mundo, a la vez que ofrecer una rentabilidad financiera competitiva a nuestros clientes. Por aquel entonces, poco sabíamos que la conmoción social más importante de nuestra vida estaba en el horizonte, la COVID-19, cuyas consecuencias continúan hasta el día de hoy.
Los efectos sociales y económicos de la crisis de la pandemia han sido hondos. Las desigualdades han aumentado, las personas vulnerables han quedado aún más expuestas y ha quedado clara la importancia de un sistema sanitario eficiente e innovador, o la falta del mismo.
Gobiernos de todo el mundo, mediante la política y los discursos, han demostrado que son dolorosamente conscientes de la necesidad de resolver estos problemas sociales agravados. Al mismo tiempo, los líderes desean luchar contra el cambio climático y otros desafíos medioambientales, lo que exige un aumento de las inversiones en energías limpias, infraestructuras sostenibles y otras soluciones de sostenibilidad. A ello se suma la creciente conciencia de que las subvenciones de hoy a la innovación y la tecnología crearán la ventaja competitiva del mañana.
Ante esto, creemos que los extraordinarios acontecimientos de los dos últimos años han puesto en evidencia la importancia de la inversión de impacto. La pandemia ha puesto de relieve la magnitud de los desafíos que afronta el mundo, así como la urgencia con la que debemos abordarlos; es aquí donde creemos que cobra sentido la inversión de impacto.
Creemos que el mercado está reflejando esta necesidad de inversión de impacto. Desde el lanzamiento del fondo hace tres años, el mercado de inversiones de impacto ha sido el segmento que más rápido ha crecido dentro de las estrategias de inversión responsable y, según la Global Impact Investing Network (GIIN), supone actualmente alrededor de 715.000 millones de dólares en activos bajo gestión. Creemos que hay varios factores que alientan ese crecimiento, entre los que figuran las ya mencionadas desigualdades sociales que la COVID-19 ha puesto en evidencia y el riesgo cada vez más claro e inminente que supone un planeta que se está calentando peligrosamente: el informe Code Red for Humanity (Código Rojo para la Humanidad) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado antes de la celebración de la COP26 de Glasgow, dejó clara la necesidad de actuar de inmediato para evitar un desastre climático.
En este contexto, los inversores se interesan cada vez más no solo por la rentabilidad financiera, sino por los resultados tangibles y reales de sus inversiones. Esto tiene que ver con el concepto de «doble materialidad»: tener en cuenta no solo cómo los factores medioambientales, sociales y de gobernanza corporativa (ESG) afectan a una compañía, sino también el impacto medioambiental y social que una compañía tiene en el mundo. Esta idea se ha centrado aún más a través de los esfuerzos reguladores, en particular, en Europa, el Reglamento de la UE sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros y el Reglamento sobre taxonomía, que se enfocan muy claramente en la transparencia en relación con los resultados sociales. Por lo que respecta al clima, la COP26 tuvo el efecto de centrar las mentes en los enormes desafíos que afrontamos si queremos evitar los peores efectos del calentamiento global, y hemos visto cómo gobiernos de todo el mundo han reafirmado sus promesas para alcanzar las emisiones netas de carbono a mediados de este siglo. Sin embargo, la regulación y la retórica por sí solas no nos llevarán hasta allí. Para conseguirlo hará falta una acción colectiva pública y privada, centrada en aportar soluciones reales a lo que es un imperativo existencial.
Nuestro enfoque sobre la inversión de impacto
Creemos que la inversión en compañías de calidad ofrece la oportunidad de un crecimiento compuesto a largo plazo y rentabilidades financieras. Asimismo, consideramos que apoyando a las compañías que aportan soluciones a los mayores desafíos de la sociedad, también podemos generar un impacto cada vez mayor a largo plazo. Cuando los ingresos de una compañía están intrínseca y fundamentalmente ligados a un resultado de impacto, a medida que esos ingresos crecen también lo hace el impacto que genera esa compañía. Creemos que esto ofrece un potente argumento para apoyar a esas compañías, participando en las rentabilidades compuestas a largo plazo que pueden ofrecer las compañías de calidad, y el correspondiente aumento de la profundidad y amplitud de sus impactos positivos en la sociedad.
Para resumir cómo lo hacemos, invertimos a largo plazo en compañías que pretenden generar un impacto social y/o medioambiental positivo, junto con rentabilidad financiera. Para ello, tenemos una cartera concentrada, que suele incluir unos 30 valores de cualquier lugar del mundo donde podamos encontrar oportunidades de inversión.
Los inversores deben tener en cuenta que el fondo posee un número pequeño de inversiones, la caída en el valor de una única inversión podría tener un mayor impacto que si el fondo poseyese un mayor número de inversiones. Además, el fondo puede estar expuesto a diferentes divisas. Las variaciones en los tipos de cambio podrían afectar al valor de su inversión.
La selección comienza con un universo global compuesto por más de 4.000 valores, que se somete inicialmente a unos criterios de liquidez y capitalización bursátil mínimos, así como a la exclusión de cualquier compañía que se considere que incumple los Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos, trabajo, medioambiente y corrupción, así como las compañías que se dedican a la producción de tabaco, alcohol, entretenimiento para adultos, armas controvertidas, arenas de alquitrán, energía nuclear o de carbón, o a la prestación de servicios de juego (es decir, compañías que no son capaces de generar impactos positivos netos demostrables para la sociedad). Además, excluimos las compañías que prueban sus productos en animales con fines no médicos.
Del grupo de valores restante, realizamos un «filtrado» para incluir en la lista de seguimiento a unas 200 compañías de impacto que puedan adquirirse si consideramos que el precio y el momento son adecuados. Estas compañías se analizan según el enfoque «triple i» (III) del equipo, para lo cual examina el Fundamento de inversión, la Intencionalidad y el Impacto que produce una compañía a efectos de determinar su idoneidad para el fondo. Desde que lanzamos el fondo, hemos ido creando nuestra lista de seguimiento, formando un grupo más amplio de compañías de impacto que podemos comprar cuando el momento y el precio sean adecuados, en nuestra opinión.
Nuestras áreas de inversión de impacto
En el marco de nuestro análisis, calificamos a las compañías en función de sus credenciales III, y exigimos resultados superiores a la media en cada ámbito «I» para considerarlas dentro de la lista de seguimiento, así como un acuerdo consensuado de los méritos de una compañía por parte de todo el Equipo de Impacto Positivo.
El fondo adopta el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas e invierte en compañías centradas en seis ámbitos clave, que se comparan con los ODS. Son los siguientes: acción por el clima; soluciones a favor del medio ambiente; economía circular; mejor salud, salvar vidas; mejor trabajo y educación; e inclusión social.
Desde la perspectiva de la construcción de la cartera, el fondo invierte en tres categorías de compañías de impacto positivo: «Pioneras»: sus productos o servicios tienen un efecto transformador en la sociedad o el medioambiente; «Facilitadoras»: proporcionan las herramientas para que otros generen un impacto social o medioambiental positivo; y «Líderes», que encabezan el desarrollo de impacto y sostenibilidad en sus sectores.
La inversión en estas categorías ofrece diversificación entre los sectores y la madurez de los modelos de negocio. El fondo no invertirá en compañías de impacto negativo.
Evolución de nuestro enfoque
Durante los tres años transcurridos desde el lanzamiento del fondo, hemos ido desarrollando y perfeccionando nuestro enfoque, ya que nuestro conocimiento y comprensión de lo que mejor funciona desde una perspectiva de impacto de la renta variable han evolucionado con la práctica.
Más allá de nuestro enfoque inicial «III», comenzamos a observar los impactos de nuestras compañías a través del prisma desarrollado por el Proyecto de gestión de impacto (IMP), un foro para crear un consenso global sobre cómo medir y gestionar los impactos (el proyecto evolucionó hasta convertirse en la Plataforma de gestión de impacto de mayor alcance este año). Este prisma se denomina «Cinco dimensiones del impacto», creemos que encaja perfectamente con nuestro propio marco III y ofrece un medio adicional para entender el alcance del impacto que generan las compañías en las que invertimos.
Hemos orientado aún más la cartera hacia las compañías «desatendidas» o a las que se presta poca atención, para ayudar a garantizar que los impactos que se producen son realmente adicionales e importantes, al tiempo que dirigimos la cartera hacia las compañías «C», representadas por el sistema de clasificación «ABC» de IMP+ACT: Las inversiones «A» actúan para evitar daños, las «B» benefician a las partes interesadas y las «C» contribuyen a las soluciones.
El equipo de Impacto también ha crecido desde el lanzamiento del fondo, con tres nuevos analistas que ofrecen apoyo adicional, lo que nos permite desarrollar de manera más eficiente nuestro universo de inversiones potenciales. Al mismo tiempo, hemos lanzado estrategias adyacentes, incluidas las estrategias específicas de Soluciones climáticas, Soluciones para una mejor salud y Diversidad e inclusión, todas ellas derivadas de la estrategia general de Impacto Positivo, al tiempo que impulsamos la investigación y las ideas de cada área del fondo Positive Impact.
Rentabilidad de la inversión
Durante los dos primeros años naturales completos, el fondo obtuvo una excelente rentabilidad relativa y absoluta. En 2019, esa rentabilidad relativa se vio alentada por la selección de valores, concretamente dentro de los sectores de tecnología de la información y salud. En el plano de los valores, el especialista en energía solar cotizado en EE. UU., SolarEdge, fue con diferencia el que más contribuyó a la rentabilidad, mientras que el desarrollador estadounidense de software de simulación de ingeniería Ansys, el especialista danés en inmunoterapia contra la alergia ALK-Abelló y el líder danés en energías renovables Ørsted también resultaron muy favorables. Además, la nula exposición a la energía, el sector que peor se comportó ese año, también dio al fondo un relativo impulso.
En 2020, la rentabilidad estuvo encabezada por la selección de valores dentro de las compañías de suministros públicos, así como por la selección dentro de las tecnologías de la información y la sanidad. SolarEdge volvió a liderar, mientras que Ørsted, ALK-Abelló y el especialista danés en aislamiento con lana mineral Rockwool obtuvieron una excelente rentabilidad. La nula exposición a la energía tuvo un efecto relativo más profundo en 2020, ya que el precio del petróleo se desplomó y las acciones de las compañías energéticas sufrieron mucho los estragos de la COVID-19.
A continuación, los mercados cambiaron en 2021, cuando el mayor lastre sectorial fue esa misma falta de exposición a la energía que antes había resultado favorable, dadas las fuertes subidas del precio del petróleo. Sin embargo, el principal motor de la rentabilidad inferior fue la selección de valores en suministros públicos, las finanzas y las tecnologías de la información. El mayor lastre fue la ya mencionada Ørsted, pues los inversores abandonaron las energías renovables, que habían tenido un 2020 excelente. A principios de año, Ørsted fue también derrotada en la última ronda de licitaciones de nuevos contratos de energía eólica marina por el estado de Nueva York, lo que afectó a la confianza, y más tarde anunció que tendría que llevar a cabo reparaciones urgentes en diez de sus parques eólicos, ya que sus cables submarinos habían sido erosionados por las rocas del lecho marino.
Aunque la rotación en detrimento de las energías renovables fue más general, otras contribuciones negativas fueron más específicas. Por ejemplo, el fabricante estadounidense de láseres de fibra IPG photonics se desplomó tras publicar unos resultados inferiores a los previstos, ante el descenso de la demanda de sus aplicaciones en China y algunas limitaciones en la cadena de suministro. Por su parte, el grupo internacional de diálisis Fresenius Medical Care emitió una alerta de beneficios a principios de año como consecuencia de las elevadas tasas de mortalidad relacionadas con la COVID-19 en los pacientes que reciben tratamiento de diálisis, y de los costes adicionales relacionados con la COVID-19. En septiembre, los analistas volvieron a rebajar la calificación de Fresenius, a causa de la percepción de que los ingresos y los costes de la compañía se están viendo afectados por la aceleración de las muertes causadas por la COVID-19. Este año también ha habido algunos resultados muy positivos, en particular el especialista en eficiencia estadounidense Johnson Controls, la compañía farmacéutica danesa Novo Nordisk y el fabricante estadounidense de semiconductores de alta eficiencia energética Onsemi, pero los resultados negativos pesaron más.
* El índice de referencia es un comparador que se utiliza exclusivamente para medir la rentabilidad del fondo, pero sin limitar la construcción de la cartera. El índice de referencia se ha elegido, porque es el que mejor refleja el objetivo financiero del fondo. El fondo se gestiona de forma activa. El fondo tiene plena libertad para elegir que instrumentos comprar, mantener y vender. Las posiciones del fondo pueden desviarse considerablemente de los componentes del fondo. El índice de referencia no es una referencia ESG y no es coherente con los Criterios ESG y los Criterios de Impacto.
Aunque la rentabilidad en lo que va de año ha sido difícil, hemos de reiterar que somos inversores a largo plazo. Seguimos confiando en que nuestra cartera de compañías de impacto debería beneficiarse del aumento de la demanda de soluciones sociales y medioambientales, especialmente a medida que aumente el gasto público para proporcionar planes de recuperación relacionados con la COVID-19. Creemos que es probable que esta sea una clara vía de crecimiento para muchas compañías incluidas en el fondo, en particular las del ámbito de las energías renovables y la eficiencia energética.
Seguimos confiando en la calidad de los valores de nuestra cartera y creemos que seguirán aportando efectos positivos a la sociedad, así como rentabilidades financieras. Como inversores a largo plazo, nos centramos en la capacidad de nuestras participaciones para generar valor a largo plazo para la sociedad y nuestros inversores, y seguimos siendo optimistas sobre sus perspectivas.
Tribuna de John William Olsen, gestor del fondo M&G (Lux) Positive Impact de M&G Investments.
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El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
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