A medida que los inversores fueron dejando atrás la pandemia y pusieron la vista en una eventual recuperación económica mundial, los mercados resurgieron con fuerza y cosecharon magníficas ganancias. El índice S&P 500 se anotó un avance del 77% en el periodo de más de un año desde su mínimo de marzo de 2020. Durante los últimos 140 años, solo se han registrado cinco episodios en los que el mercado de renta variable estadounidense ha exhibido una rentabilidad del 75% o más, y todos ellos se produjeron en los albores de la década de los treinta, tras la Gran Depresión, otro periodo en el que tuvo lugar una ingente intervención económica por parte de los gobiernos1.
Los últimos cuatro trimestres de rentabilidades en el mercado de renta variable estadounidense se revelaron los cuatro mejores registrados en casi 90 años. La combinación de una tasa de ahorro anormalmente alta en EE.UU. (gracias a los pagos del gobierno motivados por la pandemia) y la demanda latente de los consumidores (después de más de un año de confinamientos) debería traducirse, a nuestro parecer, en una enorme explosión del crecimiento económico, aunque resulta probable que el repunte revista un carácter cortoplacista. En MFS, seguimos centrados en el largo plazo, al invertir a través del ciclo de mercado y tratar de aprovechar la volatilidad cuando surgen las oportunidades.
La importancia del alfa
Antes de la pandemia, a muchos actores del mercado les preocupaban los elevados niveles de endeudamiento, los malos factores demográficos y la capacidad de generar el crecimiento real que se precisa para servir la deuda. En la actualidad, creemos que estas complicaciones seculares han ido a peor. En todo el planeta, la deuda es mayor a día de hoy que antes de la pandemia y las tasas natalidad han experimentado un drástico descenso a lo largo de ella. El mundo seguirá, a buen seguro, atravesando dificultades en términos de sostenibilidad de la deuda y crecimiento real. De cara al futuro, consideramos que las rentabilidades de los mercados de capitales serán bajas en términos históricos durante los 10 próximos años y que estarán muy por debajo de sus rentabilidades históricas a 10 y 15 años2.
Encontrar alpha en un entorno difícil de mercado se volverá cada vez más importante para impulsar los resultados a largo plazo. Pueden darse muy buenas oportunidades de generación de alpha para aquellos gestores activos que invierten a lo largo de un ciclo completo de mercado, en especial para aquellos que sopesan las inversiones desde diversas ópticas o adoptan lo que denominamos una perspectiva activa de 360°. Asimismo, dada la concentración de los índices de renta variable estadounidenses y las elevadas valoraciones, somos de la opinión de que los inversores deberían considerar la posibilidad de centrarse en la gestión del riesgo y mitigar el riesgo a la baja, como hacen los gestores activos.
Los gestores activos responden bien en entornos de mercado difíciles
La fortaleza de la renta variable y la renta fija durante la última década ha coincidido con un fuerte giro desde la gestión activa hacia la gestión pasiva. El movimiento sugiere un deseo, por parte de algunos, de reducir las comisiones pagadas; según otros, sin embargo, refleja que muchos gestores activos se han visto superados por sus índices de referencia. No obstante, haciendo balance del periodo de 20 años comprendido entre 2001 y 2020, los gestores activos han registrado por lo general un mejor comportamiento en entornos de mercado difíciles (gráfico 1). Por decirlo de otro modo, los gestores activos han demostrado su talento cuando las cosas se han puesto difíciles. Pensamos que, dado el entorno actual y la probabilidad de que se dé una mayor volatilidad, la capacidad de conservar el capital en mercados difíciles será fundamental para generar excedentes de rentabilidad durante un ciclo completo de mercado.
La destreza activa y en la gestión del riesgo importa
Y lo que es más importante, no todos los gestores de inversión son iguales. Como se puede observar en el gráfico 2, entre 1991 y 2020, los gestores activos del primer cuartil añadieron valor por encima del índice S&P 500 en todo tipo de entornos de mercado. En mercados alcistas, el gestor mediano ha atravesado normalmente dificultades para no quedar a la zaga de los gestores cualificados, mientras que los gestores activos del primer cuartil no solo han añadido valor en mercados alcistas, sino, y lo que es más relevante a nuestro parecer, han despuntado en mercados bajistas. En mercados débiles, la gestión activa del riesgo se ha visto recompensada, algo que se pone menos de manifiesto en carteras pasivas. Por ejemplo, los gestores activos seleccionan valores en lugar de «comprar el índice» y de esa forma pueden evitar compañías o sectores con beneficios de baja calidad o insostenibles. La gestión pasiva no permite la misma evaluación del riesgo. Dicho de otra forma, lo que se evita es tan importante como lo que se compra.
En MFS, en lugar de perseguir ganancias a corto plazo, gestionamos activamente el riesgo cuando los mercados muestran ineficiencias, y tratamos de añadir valor gestionando la volatilidad y esquivando eficazmente los altibajos de los ciclos del mercado. Si se logra perder menos valor durante una fase bajista, se puede hacer crecer el capital desde un punto de partida más alto. Así es como las rentabilidades crecen de forma compuesta a largo plazo, y como creemos que los inversores deberían plantearse el riesgo hoy en día.
Cortoplacismo: ¿por qué el inversor medio ha obtenido una rentabilidad inferior?
Es un hecho que incluso los gestores activos del primer cuartil muestran un comportamiento inferior cada cierto tiempo. Esto puede plantear retos para los inversores. Los estudios de DALBAR, Inc. han demostrado que las decisiones de los inversores de comprar, vender y entrar y salir de los fondos de inversión han traído consigo, de forma sistemática, una rentabilidad sustancialmente inferior. Como ilustra el gráfico 3 que aparece a continuación, cuando los inversores trataron de proteger sus carteras adivinando la evolución del mercado (market timing), a menudo limitaron las ganancias y, en su lugar, aumentaron las pérdidas.
Creemos que una de las razones subyacentes es la inconsistencia de horizontes temporales. Los gestores de carteras más competentes buscan generar alpha de manera constante a lo largo de un ciclo completo de mercado, cuya duración habitual oscila entre 7 y 10 años3. Ahora bien, para evaluar el desempeño, el sector ha tomado horizontes a 3 y 5 años como anclajes temporales de la rentabilidad. En realidad, un periodo de tres años es inferior a la mitad de un ciclo completo de mercado en términos históricos. Según parece, aunque la mayoría de los inversores institucionales son conscientes de ello, pocos parecen dispuestos a tolerar un alpha a 3 años negativo4. Ahora bien, a la hora de fijar los objetivos, pocos —profesionales financieros o gestores de activos— debaten los parámetros de medición de la competencia y el horizonte temporal de un ciclo «completo» de mercado. En cambio, para nosotros tiene sentido considerar el uso de horizontes temporales de rentabilidad más largos para evaluar las competencias de un gestor.
Esta inconsistencia tiene aún menos sentido cuando reparamos en el horizonte temporal asociado a la motivación de la mayoría de los inversores: normalmente, ahorrar para la jubilación (gráfico 4). El periodo de tenencia medio (ponderado por los activos gestionados) de un gestor de renta variable estadounidense es de solo 2,3 años. Aunque esto cuadra bien con un periodo de rentabilidad de entre 1 y 3 años, no es coherente con los objetivos a largo plazo de los inversores. En el caso de MFS, el periodo de tenencia medio ponderado por activos para los fondos registrados en EE.UU. es casi el doble de la media del sector y, por consiguiente, está más estrechamente alineado con los objetivos de los inversores. Tenemos una gran confianza en nuestra rentabilidad a largo plazo, donde los fundamentales tienden a prevalecer. Creemos que el sentimiento del mercado, en lugar de los fundamentales, será lo que determinará probablemente nuestra rentabilidad durante el próximo trimestre o año.
Identificar gestores activos cualificados
Aunque pueda parecer sencillo, separar las aptitudes de la suerte no es nada fácil. En nuestra reciente encuesta Compass, solo el 30% de los inversores institucionales indicaron que podrían establecer la diferencia entre un gestor activo cualificado y uno del montón5. Pensamos que los gestores activos competentes (aquellos capaces de demostrar sus convicciones a través de una elevada exposición activa y unos largos periodos de tenencia, que saben gestionar con prudencia el riesgo y que conjugan perspectivas diferentes) pueden añadir valor en todo tipo de entornos de mercado. MFS ha sido siempre fiel a esta filosofía y ha perseguido una única meta: crear valor para los clientes mediante una asignación responsable del capital.
Enfoque activo de 360°
Nuestro proceso de inversión se fundamenta en reunir a equipos de analistas de renta variable, renta fija y cuantitativos para compartir y poner en cuestión, de forma respetuosa, las ideas. A esto es a lo que llamamos nuestro enfoque activo de 360° y, bajo nuestro punto de vista, analizar las inversiones desde todos los ángulos se traduce en las mejores ideas de inversión para nuestros clientes. Un principio nuclear de este enfoque radica en creer que la gestión activa a largo plazo es sinónimo de inversión en sostenibilidad; para que una empresa genere beneficios duraderos a lo largo del tiempo, debe ser sostenible tanto desde el punto de vista financiero como desde el punto de vista de los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG). Así que en lugar de enfocar la inversión sostenible como una práctica o producto por separado, MFS ha integrado los factores ESG en la propia esencia de nuestro proceso de inversión; esto forma parte de nuestra manera de analizar las inversiones desde una perspectiva de 360°. En tanto que gestores activos, creemos que esto impulsa las rentabilidades a largo plazo y es un componente clave para una buena custodia del capital y una inversión responsable.
Asignar el capital de forma responsable también depende de una cultura y un proceso de inversión diferenciados. En MFS, nuestro proceso y nuestra cultura reposan en tres pilares específicos: experiencia colectiva, gestión activa del riesgo y disciplina a largo plazo.
Experiencia colectiva
Creemos que unos equipos compuestos por profesionales con ideas diversas, que aportan diferentes puntos de vista y debaten de forma activa dentro de un sistema de valores compartido, tienen más probabilidades de comprender e incorporar todos los factores relevantes desde una perspectiva financiera, lo que conduce a unos mejores resultados en la inversión. El objetivo de nuestros equipos de inversión es detectar oportunidades sostenibles o identificar riesgos que otros gestores podrían haber pasado por alto. Nuestros inversores establecen un diálogo directo con las empresas en las que invertimos a fin de comprender qué podría incidir en su valor sostenible, y ejercitan nuestro poder de voto para influir en las cuestiones importantes.
Gestión activa del riesgo
Nuestra cultura de gestión del riesgo nos lleva a tratar de comprender cuáles de los riesgos —ya sean fundamentales, seculares, macroeconómicos o de tipo ESG— tienen trascendencia para la sostenibilidad a largo plazo de una compañía (y no son simple ruido) y de qué modo podrían evolucionar a lo largo del tiempo. Se trata de reflexionar sobre los riesgos que vemos y tratar de anticiparnos a los riesgos que no vemos, por ejemplo, el coronavirus. Creemos que la pandemia tendrá probablemente efectos duraderos sobre los gobiernos, los consumidores, las empresas y los sectores económicos. En este incierto entorno, la gestión activa del riesgo es esencial para una correcta evaluación de los riesgos, así como evitar entidades que podrían experimentar dificultades o incluso quebrar. Y no podemos subrayar lo suficiente que una inversión —pasiva— en el índice no permite el mismo grado de evaluación del riesgo.
La gestión del riesgo también consiste en comprender de qué forma los riesgos que anticipamos se comparan con los riesgos que están asumiendo nuestros clientes. Dicho de otro modo, aprovechamos nuestras capacidades para comprender plenamente los riesgos inherentes en las carteras de los clientes, porque reconocemos que, para nuestros clientes, el cómo es tan importante como el propio hecho de alcanzar sus objetivos. Es por eso por lo que realizamos un exhaustivo seguimiento de los umbrales de capacidad de los fondos y cerramos estrategias para ayudar a proteger los intereses de nuestros clientes y gestionar la rentabilidad a largo plazo de sus activos.
Disciplina a largo plazo
En MFS somos defensores del pensamiento a largo plazo por dos motivos. En primer lugar, porque creemos que concuerda mejor con las metas de nuestros clientes y se traduce en mejores resultados de inversión. Hacemos hincapié en factores que derivan en una empresa sostenible capaz de generar las rentabilidades a largo plazo en lugar de unos beneficios a corto plazo, en lugar de factores como el crecimiento de las ventas, el poder de fijación de precios, las ventajas competitivas duraderas, la generación de flujos de caja libres, los niveles de endeudamiento, la importancia financiera relativa y la solidez de la gestión, por nombrar solo algunos. La segunda razón por la que creemos en el largo plazo hace referencia al horizonte temporal. Al mantener los valores durante más tiempo, nos beneficiamos de una mayor dispersión de las rentabilidades entre aquellos títulos que se comportan mejor y peor, así como del potencial de mejorar las rentabilidades para los inversores. La solidez de nuestro análisis, producto de la experiencia colectiva, nos otorga la convicción y la paciencia necesarias para dejar que las ideas de inversión den sus frutos con el tiempo. La remuneración de los equipos de inversión refleja precisamente esto: nuestros equipos son remunerados por su desempeño a largo plazo y no por perseguir ganancias a corto plazo.
Conclusión
En nuestra opinión, la gestión activa cualificada es un elemento esencial de cualquier cartera de inversión, y más aún si cabe en el entorno actual. Como gestores activos, tratamos de identificar empresas que puedan mantener una ventaja competitiva a largo plazo. Para nosotros, la gestión activa forma parte de nuestra cultura, está en nuestro ADN y es la manera de crear valor a largo plazo para nuestros clientes de forma responsable. En un momento de presiones y consolidación en el sector, nuestro énfasis recae en asignar el capital de forma responsable con una perspectiva a largo plazo para el inversor final. Partimos de una posición de fortaleza —nuestro proceso, nuestro personal y nuestra clara visión de la meta—, dado que buscamos las mejores ideas de inversión en beneficio de nuestros clientes. Desde hace casi un siglo, nuestro enfoque de inversión activa y nuestra manera de atender a los clientes compaginan diferentes perspectivas, reflejan la convicción en nuestras ideas de inversión y persiguen una gestión sensata del riesgo, todo ello con el objetivo de proporcionar resultados sostenibles a largo plazo para los clientes. En otras palabras, hemos adoptado un enfoque activo de 360°.
Tribuna de Michael Roberge, consejero delegado de MFS Investment Management.
Notas:
1 Fuente: Bernstein. Datos mensuales del 31 de enero de 1881 al 28 de febrero de 2021.
2 Rentabilidad anualizada en los 10 próximos años. Perspectivas sobre los mercados de capitales a largo plazo de MFS, enero de 2021.
3 Fuente: «Defining a Market Cycle», Manning y Napier.
4 Fuente: Encuesta de mayo de 2021 «MFS Institutional Investor Compass», que abarca a 540 inversores institucionales mundiales. (P) ¿Cuánto tiempo podría tolerar la rentabilidad inferior de un gestor activo?
5 Fuente: Encuesta de mayo de 2021 «MFS Institutional Investor Compass», que abarca a 540 inversores institucionales mundiales. Fuente: Encuesta de mayo de 2021 «MFS Institutional Investor Compass», que abarca a 540 inversores institucionales mundiales. Fuente: Encuesta de mayo de 2021 «MFS Institutional Investor Compass» que abarca a 540 inversores institucionales mundiales.
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