El crecimiento de la economía mexicana en 2019 será menor al registrado en 2018 debido a que existen muchos elementos de incertidumbre que lo inhiben.
Por un lado, falta la aprobación del acuerdo T-MEC por parte de los congresos y en el caso de los Estados Unidos la relación entre el ejecutivo y el Congreso es muy tirante por lo que la aprobación no va a ser rápida. Incluso, existe el riesgo que se lo rechacen y en ese escenario es difícil prever la reacción del presidente Trump, quien podría llegar a salirse del TLCAN. Otra interrogante que afecta a la inversión es la forma en que instrumentará la nueva administración su programa económico. Este contexto provoca que se pospongan decisiones de inversión hasta que esas incertidumbres se disipen.
Por otra parte, es el inicio de una nueva administración y existe una curva de aprendizaje en cuanto a la forma de ejercer el presupuesto. Además de ser un proceso normal, en esta ocasión varios de los funcionarios nunca habían tenido posiciones en el ejecutivo federal por lo que desconocen muchos de los procesos presupuestales. Adicionalmente, la decisión de centralizar todas las contrataciones de personal y las adquisiciones en la Secretaría de Hacienda seguramente va a provocar cuellos de botella en dichos procesos y retrasará las compras del gobierno federal. También se debe de considerar que el gasto total del gobierno federal como proporción del PIB quedó muy similar al del año pasado por lo que tampoco será un elemento que aumente la demanda agregada.
La reducción del personal que se está registrando en el gobierno federal aunado a la incertidumbre laboral resultado del traslado de dependencias federales a otras ciudades va a provocar que la personas también pospongan su consumo y de esa manera afecten negativamente las ventas, generando un círculo vicioso relacionado con la incertidumbre laboral y el consumo.
El contexto externo tampoco resulta nada favorable, a pesar de que la economía norteamericana continúa creciendo, se espera un menor nivel de dinamismo, y en Europa también se espera menor crecimiento económico. Ante una menor actividad económica mundial el mercado petrolero también estará afectado y la menor demanda provocará una reducción del precio de crudo para 2019. Por lo tanto, las exportaciones tampoco crecerán a un ritmo mayor al del año pasado.
En consecuencia, la demanda agregada crecerá a un menor ritmo en 2019 y por lo tanto el PIB crecerá alrededor del 1,5%, por debajo del 2,3% estimado para 2018 y muy similar al primer año de gobierno de EPN (1,35%). En la medida en que el crecimiento del PIB sea menor, permitirá reducir más la inflación, la cual se estima que se pueda disminuir de 4,85% en 2018 a 3,9% en 2019.
Columna de Francisco Padilla Catalán