Parece que 2017 terminará siendo un buen año para las bolsas, aunque los mercados se tomaron un respiro en noviembre. A pesar de los excelentes indicadores económicos en la zona euro, la renta variable europea perdió algo de terreno, ya que la fortaleza del euro pesó en el sentimiento de los inversores. En EE.UU., la bolsa subió de nuevo, impulsada por el progreso en la reforma fiscal, y el S&P500 cerró con ganancias por octavo mes consecutivo.
Hacia final del mes, el mercado estadounidense perdió algo de impulso, en parte por la recogida de beneficios en el sector tecnológico. Las bolsas emergentes registraron un mes débil debido a la preocupación ante la previsión de subidas de tipos en Estados Unidos. En Asia, los inversores están cautelosos respecto a la ralentización del crecimiento en China, y Latinoamérica se enfrentó a un repunte de la aversión al riesgo después de que Venezuela declarara el impago del cupón de sus bonos.
Por su parte, el mercado de deuda se mantuvo estable. En la zona euro, la ruptura de las negociaciones para una coalición en Alemania no tuvo impacto sobre el mercado. Los diferenciales de la deuda soberana tanto de los países core como periféricos se redujeron ligeramente. En contra de esta tendencia, el rendimiento del bono irlandés aumentó, debido a la inminencia de una crisis política interna en un momento en que las negociaciones del Brexit se están centrando en la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. En EE.UU., se mantiene la vigilancia sobre el aplanamiento de la curva de rendimiento. Si evoluciona hacia una curva invertida, la experiencia previa ha demostrado que este fenómeno marca el comienzo de un retroceso de la economía.
Ahora, el mercado se pregunta si este valor predictivo se mantiene cuando los bancos centrales son activos en el mercado de bonos. Como se esperaba, el Banco de Inglaterra incrementó los tipos de interés por primera vez en una década. En su comentario, el banco central fue muy cauteloso respecto a las expectativas de futuras subidas de tipos. Los indicadores económicos adelantados no son muy prometedores y, aunque la inflación está aumentando, se debe más a la depreciación de la libra, que a incrementos de salarios o presiones domésticas sobre los precios.
El informe de la reunión anterior del comité de la Fed reveló incertidumbre respecto al aumento de la inflación y sobre la influencia de los factores temporales sobre los precios. Aunque no cuestionaron la subida de tipos esperada en diciembre, aumentaron las dudas sobre las tres subidas esperadas para
2018.
El retroceso del euro sólo fue un fenómeno a corto plazo y la divisa reforzó su posición en noviembre. Los últimos datos económicos para la zona euro siguen dando sorpresas positivas, con algunos indicadores en máximos de una década. El dólar estadounidense retrocedió respecto al euro en noviembre, a pesar de los datos económicos y de los progresos en la reforma fiscal. Las previsiones sobre inflación de la Fed pesaron en el tipo de cambio, mientras que el previsible aumento de tipos por parte del Banco de Inglaterra tuvo poco impacto en la libra. Las previsiones cautelosas, por el contrario, debilitaron la divisa, que se recuperó posteriormente con el optimismo de las negociaciones sobre el Brexit.
Como se esperaba, los miembros de la OPEP y algunos productores que no pertenecen a la organización prolongaron las restricciones de producción hasta finales de 2018. El precio del Brent ya había anticipado la extensión de las limitaciones, por lo que la respuesta fue bastante limitada. Sigue siendo una incógnita cómo responderá el mercado cuando se levanten las restricciones. Por su parte, los metales industriales perdieron algo de terreno, afectados por los indicadores económicos débiles en China. El precio del oro se mantiene estable, después de que el rendimiento más elevado de la deuda estadounidense y el mayor apetito por el riesgo a finales de noviembre borraran parte de sus ganancias anteriores.
Johan Gallopyn es responsable de inversión de Bank Degroof Petercam