Los mercados emergentes se enfrentan a múltiples desafíos, desde potenciales nuevas subidas de los tipos de interés en Estados Unidos a la caída de los precios de las materias primas y la ralentización del crecimiento económico. Por todo ello, puede parecer a primera vista que no es el momento adecuado para invertir en deuda emergente. Sin embargo, el universo de inversión de esta clase de activo es lo suficientemente amplio como para que los inversores activos a largo plazo puedan seguir encontrando múltiples oportunidades en los mercados emergentes. De hecho, la volatilidad característica de esta clase de activo, en ocasiones debida a los vaivenes en la percepción del riesgo (risk-on/risk-off), puede ofrecer atractivas oportunidades a aquellos inversores que basen sus estrategias de inversión en el análisis y que cuenten con una buena disciplina de valoración.
A día de hoy, las economías emergentes están atravesando un periodo de ajuste como resultado de los importantes cambios estructurales que se están produciendo en la economía mundial. Hace seis años, la economía mundial estaba saliendo de la recesión provocada por la crisis financiera. En aquel momento, los países en desarrollo, como China, India y Brasil, eran los motores del crecimiento económico mundial, y la deuda emergente constituía una fuente de rentabilidad para los inversores de renta fija. En la actualidad, con la notable excepción de India, el crecimiento de muchas de las principales economías se ha ralentizado. En este sentido, la ralentización del crecimiento de la economía china supone también un problema a corto plazo para otros mercados emergentes. Sin embargo, es importante recordar que las reformas impulsadas por el presidente Xi Jinping tienen como objetivo mejorar la eficiencia económica y conseguir un ritmo de crecimiento que, a pesar de ser más lento, resulte más sostenible. A largo plazo, este resultado podría beneficiar al crecimiento global y la economía mundial.
La divergencia en los países emergentes: hora de ser selectivos
Coincidiendo con la debilidad de los precios de las materias primas industriales, los precios de la energía también han caído de forma significativa desde mediados de 2014, como consecuencia del aumento del suministro procedente de nuevas fuentes de energía situadas en Norteamérica y de la disminución de la demanda mundial. En general, la disminución de los precios de la energía resulta positiva para el crecimiento global, pero repercute de forma distinta en las economías de producción y en las de consumo. Los países importadores de energía se ven beneficiados por la caída de los precios. Algunos países, como India e Indonesia, han ido un paso más allá y han reducido las subvenciones a la energía, lo que les permite emplear este nuevo ingreso de forma más productiva. Por el contrario, los países exportadores de petróleo, como Rusia y Venezuela, se han visto obligados a reducir su gasto fiscal para poder cumplir los objetivos presupuestarios.
Se suele considerar que el factor demográfico favorece a las economías emergentes, pero esta percepción está cambiando con respecto a algunos países. En los últimos veinte años, el aumento de la población joven y activa ha contribuido a estimular el crecimiento. Pero en algunos países está disminuyendo el denominado dividendo demográfico. En China y otros países emergentes la tasa de natalidad es baja o está disminuyendo, y el crecimiento de la población activa se está ralentizando. Es probable que, en un futuro, el envejecimiento de la población ejerza una mayor presión sobre las finanzas públicas y provoque una disminución de la inversión y el ahorro doméstico, lo que conducirá a la ralentización del crecimiento económico per cápita.
Dicho esto, no está de más insistir en que cada país es diferente. Al igual que el fin del superciclo de las materias primas favorece a los países importadores, las tendencias demográficas de algunos mercados emergentes siguen presentando unas perspectivas relativamente favorables para los próximos diez años o más. Y a largo plazo, India e Indonesia (que, por cierto, también son importadores netos de petróleo) se encuentran entre los países que se van a ver favorecidos por el hecho de contar con una población activa relativamente importante durante las próximas décadas.
Por último, la situación política y geopolítica añade un aspecto más a la divergencia entre países, como bien se ha demostrado en periodos recientes. En la actualidad, puede observarse una diferencia significativa entre los fundamentales de los distintos países. Por ejemplo, hay deflación en Europa del Este, pero inflación en América Latina. Muchos países asiáticos presentan superávits por cuenta corriente, mientras que algunas economías de América Latina registran déficits considerable.
Como comentábamos al principio, es cierto que existe una clara posibilidad de que se produzca un nuevo aumento de la volatilidad; sin embargo, pensamos que los inversores selectivos podrán encontrar oportunidades interesantes en deuda emergente tanto denominada en divisa local como en dólares. Sin duda, será fundamental poner en práctica una gestión activa tanto de la duración como de la exposición a divisas, buscar el valor relativo a lo lago de la curva de tipos y elegir entre bonos nominales y bonos ligados a la inflación.
Columna de James Hurlin, especialista de Inversión en renta fija en Capital Group