En meses anteriores se ha venido hablando de que Japón implante una medida monetaria denominada “Helicopter Money”, que sería algo así como poner en la cuenta bancaria de cada persona una suma de dinero —básicamente un regalo de dinero en efectivo— y que cada una haga con ese dinero lo que quiera. Aunque entre el querer de la persona y el deseo del gobierno, haya diferencias sustanciales.
La idea básica de este tipo de medidas, si uno se refiere al texto de economía visto en la universidad, es que la gente al ver más dinero, le dé un impulso irresistible de gastárselo, impulsando el consumo y generando inflación. Eso necesita Japón desde hace mucho tiempo. Sin embargo, la economía nipona tiene un pequeño problema que mata la teoría del texto: la edad de su población.
Para nadie es un secreto que, en promedio, los japoneses son más viejos que en otras economías, lo cual debe llevar a que ese dinero regalado no necesariamente se convierta en mayor gasto personal. El análisis de los patrones de consumo por grupos de edad sugiere que las personas más viejas son menos impulsivas en compras discrecionales (por ponerlo en palabras sencillas, en lujos, como el último celular o un TV), y tienden a gastar más en temas de salud, por ejemplo. También, los estudios de comportamiento han tendido a mostrar que las personas se vuelven más conservadoras con sus decisiones de compra, y prefieren guardar a gastar en proporciones altas. En poblaciones aún mayores, por ejemplo, aquellos por encima de 80 años, la situación es aún más evidente, pues la disminución de la capacidad cognitiva en la toma de decisiones financieras, lleva a que sean mucho más prudentes a la hora de los gastos. Por este tema, creo, es difícil saber las verdaderas consecuencias del Helicopter Money y si tendrá un efecto altamente positivo en la economía japonesa. Personalmente, pienso que no lo va a tener.
Lo que demuestran estas medidas es que ya la ortodoxia monetaria no funciona, y que los bancos centrales han tenido que recurrir a medidas creativas para tratar de impulsar una economía global que, aunque no parezca, sí ha estado altamente resentido en estos últimos años. Ya las teorías sobre las que se basaron las promociones de economistas que han llevado las riendas de políticas fiscales y monetarias en los últimos 30 o 40 años no parecen ser suficientes. Aquella expectativa de que una subida de tasa de interés frenaba el consumo; y una bajada lo impulsaba, ha tenido que entrar en revisión. Con la cantidad de dinero que ha entrado recientemente a la economía global, la tasa de interés, me parece, pasó a ser un tema secundario en muchos aspectos.
La gran discusión de los analistas a inicio de este año era una subida de la tasa de interés de la Reserva Federal estadounidense durante este año. Sin embargo, la gran discusión debería darse en torno a la recogida de la liquidez que lazó la Fed al mercado desde 2009. Puede que la tasa suba un 0,25%, pero mientras la liquidez siga rondando por ahí, esa subida no va a tener un impacto altamente significativa sobre muchas variables, pues el conseguir dinero fácil (que es lo que hace la liquidez) lleva a que una tasa de interés nominal levemente superior, no haga una gran diferencia.
Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor, y no representan necesariamente la posición de Old Mutual sobre los temas tratados.
Opinión de Manuel García Ospina, vicepresidente de wealth management de Old Mutual Colombia.