“¡Qué maravilla, qué fácil está siendo el año amigo!”. Este tipo de frases son comunes cuando coincido con compañeros de profesión. Y no les falta razón en cuanto al resultado, ha sido un buen inicio de año. Una vez cerrado el primer trimestre, con prácticamente todas las bolsas en Europa con rentabilidades superiores al 20% sería de necios negar lo evidente.
Como economista, profesión que últimamente está de moda, en anteriores artículos explicaba cómo en Europa se reunían todos las circunstancias necesarias y suficientes para ver una aceleración del crecimiento del PIB, de los índices de producción industrial, ventas minoristas y confianza del consumidor. ¡Ah! incluso una mejora en la tasa de paro, aunque la calidad del dato (salarios y estabilidad) nunca sea la de antaño.
Dos efectos han acelerado este resultado, la divisa y el precio del petróleo. En el primer caso, como consecuencia de la fuerte depreciación del euro frente al dólar tras las medidas monetarias impulsadas por el BCE, Europa es más competitiva frente a nuestros socios comerciales no europeos. Hay que ser conscientes que en términos interanuales estamos prácticamente un 25% por debajo del tipo de cambio de 1,40 euros frente al dólar. Antes no se hablaba del nivel de 1,20 euros frente al dólar como objetivo y ahora predominan las casas que hablan de un nivel por debajo de paridad… cosas de los analistas. En cuanto al precio del petróleo, desde el punto de vista que no es un problema de demanda y si de oferta, es cuestión de tiempo y de los “cadáveres” que pueda dejar por el camino hasta que se ajuste el mercado. De momento, estamos viendo operaciones de concentración en el sector tanto en EE.UU. como en Europa.
Las buenas noticias en la economía real también se han trasladado a la financiera, es decir, a los precios de los activos. La perseverancia del BCE por llevar toda la curva de tipos en todos los países al 0%, además de distorsionar las decisiones de los ahorradores empobrecidos, está creando una burbuja de bonos de dimensiones desconocidas (Alemania emite a 10 años al 0.16%, y Suiza en tipos negativos en el mismo plazo).
En la renta variable prácticamente todas las bolsas están en precio justo, salvo casos extremos como Rusia o Grecia, cuyo riesgo probablemente no compense asumir. Por lo tanto, en este escenario, o se tienen en cartera empresas de muy alta calidad, o bien se invierte pensando en una reversión a la media en aquellos sectores penalizados, como el recursos básicos o bancos. Sea cual sea la respuesta, dos puntualizaciones: diversificación y evitar excesos de optimismo que deriven en decisiones de inversión que no puedan explicar con tranquilidad a un amigo. Queda mucho año por delante como para desperdiciar unos extraordinarios resultados.
Javier Alfonso Rillo Sebastián es gestor del fondo Ibercaja Alpha en Ibercaja Gestión.