Los resultados macroeconómicos del primer trimestre en China son una mezcla de fantasía y vida real, por lo que distinguir entre ambas es importante para entender la sostenibilidad de la recuperación económica post pandemia.
La fantasía es la comparación interanual con el primer trimestre del año pasado, cuando gran parte de China permaneció paralizada en respuesta al COVID-19. La debilidad de la base de referencia se traduce en cifras como el aumento del 33,9% interanual de las ventas minoristas reales (ajustadas a la inflación), ya que estas ventas disminuyeron un 22% en el primer trimestre del año pasado. Asimismo, el valor añadido industrial aumentó un 24,5% interanual en el primer trimestre de 2021, tras un descenso del 8,4% hace un año. El efecto base también generó en el primer trimestre de 2021 una fantástica tasa de crecimiento del PIB del 18,3% como resultado de una caída del PIB del 6,8% interanual en el primer trimestre de 2020.
Es evidente que las comparaciones con el primer trimestre del año pasado no son una guía útil para los próximos trimestres. Sin embargo, la vida real se puede discernir comparando los últimos datos con aquellos anteriores a la pandemia, en el primer trimestre de 2019. Esta comparación refleja una economía sana y sostenible, impulsada por la demanda interna, si bien el país no se ha sacudido aún del todo del impacto de la pandemia.
Las ventas reales al por menor, por ejemplo, aumentaron un 4,6% en el primer trimestre de 2021 respecto al mismo período en 2019. Otra observación interesante es que la tasa de crecimiento anual compuesta (TCAC) de las ventas reales al por menor fue del 2,3% en los dos últimos años, mientras que en el primer trimestre de 2019 fue del 6,9% interanual. El gasto de los consumidores se está recuperando, pero todavía tiene un largo camino por recorrer para alcanzar los niveles de crecimiento anteriores al COVID-19, pues las preocupaciones por la salud siguen reprimiendo los deseos de reunirse en interiores.
El valor añadido del sector industrial aumentó un 14% en el primer trimestre de este año con respecto al primer trimestre de 2019. Además, la tasa de crecimiento interanual ha sido del 6,8% en los dos últimos años, superior al aumento del 6,5% del primer trimestre de 2019. La industria manufacturera se ha recuperado del virus.
Con respecto al PIB, creció un 10,3% en comparación con el mismo periodo de hace dos años. La TACC ha sido del 5,0% en los dos últimos años. Este es un buen ritmo, pero algo más débil que la tasa del 6,3% interanual registrada en el primer trimestre de 2019.
El consumo se recupera
A pesar de no haber recuperado del todo los niveles previos a la pandemia, China sigue siendo la mejor historia de consumo del mundo. El gasto en consumo de los hogares, que incluye una gama más amplia de servicios en comparación con los datos de ventas minoristas, aumentó un 8% en comparación con el primer trimestre de 2019. Por su parte, las ventas minoristas de bienes en línea aumentaron un 33,2% en comparación con el primer trimestre de 2019.
Este gasto en consumo se ha visto impulsado por una recuperación muy firme de la tasa de crecimiento de la renta disponible per cápita, que aumentó un 14,6% en el primer trimestre de 2012 en comparación con el primer trimestre de 2019.
Si bien el gasto de los consumidores se ha recuperado en líneas generales, los persistentes temores relativos al COVID-19 siguen frenando la recuperación de las ventas en restaurantes y bares, las cuales disminuyeron un 2% en comparación con el primer trimestre de 2019. No obstante, con muy pocos brotes el mes pasado, las ventas de servicios de alimentos y bebidas aumentaron un 91,6% interanual en marzo, un aumento del 3,5% respecto al mismo mes de 2019. Ante el despliegue de vacunas en toda China, así como en gran parte del resto del mundo, es probable que la recuperación del comercio minorista se acelere en los próximos trimestres. Las ventas de entradas de cine alcanzaron un máximo mensual histórico en febrero a pesar de las restricciones que limitaron la ocupación de las salas, lo que constituye una señal de que los consumidores se sienten cada vez más cómodos reuniéndose en interiores.
La vivienda goza de buena salud
Las ventas de viviendas nuevas en el primer trimestre de 2021 aumentaron un 24,6%, en términos de metros cuadrados, respecto al primer trimestre de 2019. Los bruscos aumentos en los precios de las viviendas se han limitado a un pequeño número de ciudades; en general, los precios han subido en línea con los ingresos. En los 10 años previos a 2019 incluido, antes de la pandemia, los precios de las viviendas nuevas aumentaron a un ritmo medio anual del 7,7%, mientras que los ingresos urbanos nominales lo hicieron a un ritmo medio del 9,5%. La pandemia ha interrumpido este equilibrio, con los precios de las viviendas nuevas subiendo un 16,3% interanual en el primer trimestre de 2021 frente a un aumento del 12,2% interanual de los ingresos urbanos nominales. Sin embargo, es probable que se trate de una anomalía temporal.
El mercado de la vivienda en China no está generando el tipo de riesgos para el sistema financiero que tuvieron lugar en Estados Unidos durante la década anterior a la crisis financiera mundial, en parte porque los reguladores chinos han aprendido de nuestros errores. A decir verdad, debido a que los compradores de viviendas están obligados a utilizar mucho dinero en efectivo y a que no se ha permitido a los bancos conceder préstamos irresponsables, las hipotecas pueden estar entre los activos bancarios más seguros en China.
Los compradores de vivienda chinos que recurren a una hipoteca deben poner al menos un 20% de dinero en efectivo para una residencia principal, y mucho más en el caso de una propiedad destinada a la inversión. Esto contrasta considerablemente con la media del 2% como pago inicial en efectivo que se requería en Estados Unidos en 2006.
China se enfrenta a un grave problema inmobiliario, pero es un problema social y político: en las grandes ciudades, muchos residentes se ven excluidos del mercado y es posible que nunca puedan permitirse una vivienda en propiedad. Este problema – que comparte con ciudades como San Francisco, Nueva York y Londres – es un reto a largo plazo y con consecuencias muy diferentes a las de una burbuja inmobiliaria.
Inflación moderada
El IPC se mantuvo estable en el primer trimestre respecto al año anterior debido, en gran parte, a un descenso del 12,5% interanual en el precio de la carne de cerdo, la principal fuente de proteínas de China. Esta situación es el resultado de una base muy elevada el año pasado, cuando un brote de gripe porcina africana provocó la muerte de cerdos y la escasez de carne, elevando los precios en casi un 50% interanual.
Para este año, esperamos que la elevada base mantenga baja la inflación de los precios de los alimentos, lo cual compensará un modesto repunte de los precios de los servicios a medida que disminuya la preocupación en torno al COVID-19. Por tanto, es probable que el IPC tenga poca repercusión en el proceso de toma de decisiones de política monetaria en China para la etapa post COVID-19.
Los beneficios de la industria van por buen camino
Durante los dos primeros meses del año, según los últimos datos disponibles, los beneficios de las grandes empresas industriales aumentaron un 72% en comparación con el mismo periodo de hace dos años, antes del COVID-19. Los márgenes de explotación de estas empresas, muchas de las cuales no cotizan en bolsa, alcanzaron niveles no vistos desde 2011. Las tasas de utilización de la capacidad también han alcanzado niveles récord en los últimos años. Es probable que los beneficios industriales sigan gozando de buena salud en los próximos trimestres, a medida que China y gran parte del mundo se recuperan de la COVID-19.
Las tensiones políticas no deberían alterar la recuperación económica
Por último, unas palabras sobre política. Las relaciones entre EE.UU. y China han seguido siendo difíciles durante los primeros días de la administración Biden. Sin embargo, esto debería tener un impacto modesto en la economía china, que se alimenta principalmente de la demanda interna y no de las exportaciones.
También cabe señalar que los aranceles establecidos por la anterior administración estadounidense no ejercieron presión sobre las exportaciones chinas ni sobre los responsables políticos en Pekín. A pesar de los aranceles y de las tensiones políticas, la proporción de las importaciones totales de productos manufacturados que llegaron a Estados Unidos desde China volvió a alcanzar el máximo histórico del 22% el año pasado, una cifra que se registró por última vez en 2016. Asimismo, la participación de China en las exportaciones mundiales alcanzó un máximo histórico de casi el 15%, al tiempo que el país siguió impulsando el crecimiento económico mundial.
Por último, la estrategia de inversión centrada en la demanda interna – empresas chinas que venden bienes y servicios a los consumidores chinos – debería ser ajena a las tensiones políticas bilaterales.
Tribuna de Andy Rothman, estratega de inversiones en Matthews Asia.
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