A pesar de la pandemia, los aranceles y las tensiones políticas entre las superpotencias, la resiliencia de la economía china quedó patente en 2020. Con el COVID-19 en gran medida bajo control, el reequilibrio económico hacia la demanda interna continuó y el consumidor chino emergió del confinamiento, listo para gastar.
En el cuarto trimestre de 2020, las ventas minoristas reales totales y las ventas de nuevas viviendas aumentaron a un ritmo más rápido que el año anterior. En esta columna, destacamos cinco macrotendencias acaecidas en 2020 y que los inversores deberían observar de cara a este año.
China fue probablemente la única gran economía que creció en 2020, poniendo de manifiesto la importancia de controlar la COVID-19 Aunque la importancia de controlar el COVID-19 no es una sorpresa, sí lo es el hecho de que pocos gobiernos aceptaran que las políticas tempranas y agresivas para hacer frente a la pandemia eran la mejor manera de salvar vidas y conseguir que la economía volviera rápidamente a la normalidad.
En abril de 2020, explicamos que China parecía haber puesto el COVID-19 bajo control y ha sentado las bases para una recuperación económica gradual, y que cuando se piensa en las perspectivas de la economía china, uno de los factores más importantes es si el coronavirus permanece bajo control.
Aunque las autoridades chinas siguen luchando contra brotes relativamente pequeños, un año después de un encubrimiento inicial y casi 5.000 muertes, China es uno de los pocos países que han controlado el virus lo suficientemente bien como para volver a la senda de la recuperación económica. Esta es una lección importante de cara al enfoque más agresivo que la administración Biden adoptará en la lucha contra el COVID-19, en Estados Unidos.
A fecha de 28 de enero, había 1.802 pacientes con COVID en los hospitales chinos, frente a 104.303 en EE.UU. Y aunque la población china es unas cuatro veces mayor que la estadounidense, sólo se han producido 4.636 muertes por COVID en China frente a más de 420.000 en EE.UU.
Esto explica por qué el año pasado China protagonizó en gran medida casi todo el crecimiento económico mundial, como ocurrió durante la crisis financiera mundial (CFG). En los próximos dos años, es probable que se vuelva a la normalidad, con China representando alrededor de un tercio del crecimiento mundial, mayor que las contribuciones combinadas de Estados Unidos, Europa y Japón.
Tal y como anticipamos, la combinación del control del virus y un modesto estímulo permitió a la economía china recuperarse
En el pasado mes de abril, escribimos que «el escenario más probable es que en los próximos trimestres la economía china, impulsada por la demanda interna, se recupere, permitiendo que su economía establezca las bases del crecimiento mundial (como durante la CFG) y ofrezca una oportunidad a los inversores».
Este repunte se produjo con un estímulo total que fue significativamente menor, en relación con el tamaño de su PIB, que el realizado por Estados Unidos. Por ejemplo, el crédito agregado de China (Total Social Finance, o TSF) se expandió un 13,3% interanual (a/a) a finales de 2020, en comparación con el 10,9% de un año antes, y lejos del ritmo del 36% registrado en 2009 como respuesta a la CFG.
La inversión en infraestructuras públicas, la herramienta de estímulo favorita del gobierno chino, aumentó solo un 0,9% interanual el año pasado, por debajo del crecimiento del 3,8% en 2019 y del 19% en 2017.
Además, a pesar del impacto del COVID-19, los reguladores chinos siguieron centrados en la reducción del riesgo en el sistema financiero. Diciembre fue el 31º mes consecutivo en el que la variación interanual de los préstamos en la sombra (fuera de balance) disminuyó.
La modesta escala del estímulo implica que no hay necesidad de una política monetaria significativamente más estricta a finales de este año, cuando el COVID-19 probablemente estará controlada con firmeza en China. Es probable que el crecimiento del crédito se normalice en los próximos trimestres, pero no hasta el punto de que deba perturbar el entorno macroeconómico, sobre todo teniendo en cuenta la mayor base de crecimiento de la TSF del año pasado.
A pesar del COVID-19, el reequilibrio económico de China continuó
El año pasado fue el noveno consecutivo en el que la parte de servicios y consumo (terciario) de la economía china fue mayor que la parte de fabricación y construcción (secundario), ya que el reequilibrio continuó a pesar de la pandemia.
El consumo aún no desempeña un papel tan importante en la economía china como en la mayoría de los países desarrollados, pero esta transformación hacia una economía impulsada por la demanda interna está muy avanzada y continuará, ofreciendo oportunidades a los inversores.
El gasto de los consumidores ha mejorado y es probable que se fortalezca aún más a medida que las vacunas se vayan aplicando
El sector industrial chino se recuperó totalmente a finales del año pasado. De hecho, durante el segundo semestre de 2020, la producción industrial aumentó a un ritmo más rápido que el año anterior.
Sin embargo, el COVID-19 sigue afectando al consumo, sobre todo a los servicios.
En abril, señalábamos que habrá diferencias sectoriales en la recuperación económica. «Los servicios, como los restaurantes y el ocio, tardarán más en recuperarse. No porque la familia Wang no pueda permitirse comer fuera o ir al cine, sino porque tardará en sentirse protegida del virus en lugares concurridos». Esta es en gran medida la forma en que se ha desarrollado la recuperación del consumo.
El consumo fue relativamente débil a principios de 2020. Pero en el cuarto trimestre, cuando el COVID-19 estaba en gran medida bajo control, se produjo un importante repunte, con una tasa de crecimiento del 5,2% interanual de las ventas minoristas reales (ajustadas a la inflación) en el trimestre, un poco más rápida que el ritmo del 4,7% del cuarto trimestre de 2019.
Con el temor al COVID-19, sin embargo, el gasto en restaurantes y bares sigue siendo débil.
En términos generales, la recuperación de la tasa de crecimiento del consumo de los hogares ha quedado rezagada con respecto a la recuperación del crecimiento de la renta de los hogares, lo que refleja el continuo impacto del COVID-19, especialmente en los servicios. En el 4T2020, la renta disponible per cápita aumentó un 7,1% interanual, frente a un ritmo del 9,1% un año antes.
En consecuencia, como ilustra el gráfico 10, el consumo final contribuyó negativamente al crecimiento del PIB de China durante todo el año 2020. Este dato ha recibido mucha atención, pero oculta una tendencia que es más importante para los inversores que piensan en 2021: el arrastre del consumo sobre el crecimiento el año pasado se produjo durante los dos primeros trimestres, cuando el COVID-19 estaba en su punto álgido en China. Durante el tercer y cuarto trimestre, con menos preocupaciones entorno al virus, el consumo contribuyó positivamente al crecimiento del PIB.
Los sectores de consumo más débiles el año pasado fueron los que más dependen de la aglomeración de personas: restaurantes, bares, espectáculos y deportes. Cuando la vacunación generalizada reduzca la preocupación por el COVID-19, estos sectores deberían recuperarse.
También está claro que la gran clase media china se siente cómoda gastando. Por ejemplo, las ventas de viviendas nuevas aumentaron un 12,7% interanual (en términos de metros cuadrados) en el 4T2020, frente al 2,3% del año anterior. Además, esto está lejos de ser una burbuja, tanto porque los compradores deben hacer un pago inicial en efectivo de al menos el 20% del precio de compra de una vivienda nueva, como porque el precio medio de las viviendas nuevas aumentó un 4,2% interanual en diciembre, por debajo del ritmo del 6,4% del año anterior.
Con la puesta en marcha de las vacunas en toda China, y en gran parte del resto del mundo, es probable que la recuperación del consumo se acelere en los próximos trimestres.
La relajación de las tensiones políticas entre Washington y Pekín reducirá los riesgos políticos para los inversores
Volver a encaminar las relaciones entre Estados Unidos y China por una senda constructiva será uno de los principales retos de política exterior a los que se enfrentará la nueva administración Biden. Espero una mejora casi inmediata y modesta en la relación, pues espero que el presidente Biden abandone el planteamiento de la última administración de tratar al gobierno chino como un enemigo.
Y lo que es más importante, un tono menos conflictivo por parte de Washington dará a Xi Jinping la oportunidad de decidir si él también quiere una relación colaborativa y constructiva con Estados Unidos y sus socios. Xi puede aprovechar la oportunidad para recordar que los cambios significativos realizados por sus predecesores, quienes dirigieron China durante las décadas en las que la relación bilateral se caracterizó por el engagement – y que fueron desde la entrega de la mayor parte de la economía a las fuerzas del mercado hasta la concesión de una importante libertad personal a la mayoría de los ciudadanos chinos -, condujeron a una vida mejor para sus ciudadanos, a un fortalecimiento del rol del país a nivel global, y a un respaldo político al Partido Comunista Chino a nivel nacional.
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