La intención del presidente Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo climático de París por segunda vez resulta decepcionante. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del país tocaron techo en 2007 y han venido disminuyendo desde entonces. Aunque una segunda presidencia Trump podría considerarse como un revés para los esfuerzos globales de descarbonización (y seguramente lo será) deberíamos recordar que este es un ciclo electoral de cuatro años, y el presidente Trump está ahora limitado a un solo mandato en el cargo.
En cambio, la descarbonización es una tendencia a largo plazo, con ramificaciones que se prolongarán durante muchas décadas. Si un candidato demócrata gana las elecciones presidenciales de 2028, seguramente respaldará plenamente y comprometerá de nuevo a Estados Unidos con el Acuerdo de París. Entre tanto, las empresas todavía deberán esforzarse para alcanzar el cero neto en sus emisiones de GEI de cara a 2050, sin perder el avance logrado en estos años cruciales.
La inercia se mantiene
Un aspecto importante a destacar es que el impulso de las compañías americanas para anunciar sus objetivos de reducción de emisiones de GEI continuó con fuerza durante el primer mandato de Trump (2017-2021).
Varias iniciativas globales de descarbonización industrial también echaron raíz durante el periodo. Lanzada en diciembre de 2017, la iniciativa Acción por el Clima 100+ reunió a inversores para dialogar con las empresas con mayores emisiones GEI, para frenar dichas emisiones y mejorar el gobierno corporativo sobre riesgos climáticos.
De manera similar, la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia (SBTi) ha ganado una tracción considerable desde sus inicios en 2015, animando a las empresas a fijarse objetivos ambiciosos de reducción de emisiones alineados con la ciencia climática y a disponer su verificación independiente.
Las empresas en las que invertimos en el marco de nuestras dos estrategias son predominantemente organizaciones globales que operan en muchas jurisdicciones diferentes, incluidos los 193 países y estados que han ratificado y continuarán formando parte del Acuerdo de París sobre el clima. Estas compañías deberán seguir descarbonizando sus operaciones y sus cadenas de suministro, dado que las exigencias de la sociedad y los requisitos regulatorios siguen siendo vigentes. Además, cualquier empresa activa en los Estados Unidos que se haya fijado objetivos de reducción de emisiones de GEI de ámbito estatal, como por ejemplo en California, deberá mantener sus esfuerzos.
Impacto en la labor de activismo
Anticipamos que el diálogo en materia climática con ciertas empresas estadounidenses podría complicarse en los próximos años, y que el ritmo al que las compañías americanas introducen objetivos de reducción de emisiones de GEI por primera vez (y que disponen su verificación independiente) podría frenarse.
No obstante, esto otorga más importancia si cabe a nuestro papel como inversores activos. Debemos continuar interactuando de manera positiva y respaldando a las empresas de todas las regiones para que se fijen tales objetivos, a fin de mitigar riesgos y crear un marco mucho mejor para la generación de valor económico a largo plazo.
La LRI y los proveedores de soluciones climáticas
El presidente Trump ha manifestado su desagrado con la Ley de Reducción de la Inflación (LRI), un incentivo impositivo de 500.000 millones de dólares para la inversión en infraestructura y renovables aprobada bajo la administración Biden en agosto de 2022. No obstante, la LRI no es una ayuda pública federal directa, sino un incentivo a la inversión plasmado en el código tributario estadounidense por un plazo de 10 años. Fue aprobada por ambas cámaras del Congreso de los Estados Unidos, con lo que solamente podrá derogarse mediante un acto legislativo del Congreso.
La mayoría de los empleos manufactureros relacionados con fuentes renovables bajo la LRI están destinados a estados republicanos, al igual que un 80% de los proyectos de energía limpia. Aunque el Partido Republicano controla ambas cámaras del Congreso y la Casa Blanca, le resultará políticamente difícil dar marcha atrás completamente a esta ley. También cabe destacar que el Crédito Fiscal a la Producción, un programa previo de ayuda federal para el desarrollo de energía eólica terrestre y marina en Estados Unidos, fue reautorizado con éxito bajo la administración Trump y un Congreso republicano en 2018.
Nuestras estrategias Sustain Paris Aligned no se concentran específicamente en compañías que proporcionan soluciones climáticas, susceptibles de verse impactadas directamente por un desmantelamiento de la LRI, aunque sí existe cierta exposición. De todas formas, está claro que una eventual derogación de la LRI no sería un desarrollo favorable para toda empresa en el país (cotizada o no en la bolsa estadounidense) que desee descarbonizar sus actividades.
Conclusión
En retrospectiva, 2024 fue el año más caluroso nunca registrado, y el primero en que las temperaturas superficiales superaron el límite de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Está claro que los riesgos del cambio climático siguen estando presentes.
Aunque las recientes medidas del presidente Trump suponen un revés, no las vemos como un obstáculo significativo para los esfuerzos a largo plazo de compañías y regiones en todo el mundo para lograr los objetivos del Acuerdo de París. Así, no nos disuaden de nuestra misión: invertir en empresas globales de calidad, con potencial de contribuir positivamente a la mitigación del cambio climático, reducir los riesgos que este conlleva y generar buenos niveles de rentabilidad financiera a largo plazo.
Tribuna de John William Olsen, gestor de carteras de M&G Investments
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