Para empezar, debemos reconocer el hecho de que alcanzar los objetivos del Acuerdo de París requiere reducciones significativas y absolutas de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Con esto en mente, creemos que los inversores deben aplicar un enfoque concentrado en empresas específicas y en resultados para el mundo real.
Ciertos enfoques de alineamiento con el Acuerdo de París se concentran exclusivamente en reducciones anuales predeterminadas de las medidas de emisiones a nivel de cartera, como por ejemplo la intensidad de carbono. No obstante, dar prioridad absoluta a tales medidas puede ser contraintuitivo. Por ejemplo, un gestor podría limitarse a tener una cartera de empresas con bajas emisiones (como por ejemplo desarrolladores de software) o a reducir gradualmente su participación en el mayor emisor; aunque tal fondo tendría buenas credenciales sobre el papel, no contribuiría necesariamente a la reducción de las emisiones absolutas necesaria para limitar la subida de las temperaturas globales: fuera del fondo seguiría existiendo el mismo nivel de emisiones de carbono.
Creemos que un enfoque mucho más efectivo de alineamiento con el Acuerdo de París es concentrarse en las medidas concretas adoptadas por empresas individuales. Esto puede traducirse en la inversión en compañías que se han fijado o se están fijando objetivos ambiciosos de reducción de sus propias emisiones, o en aquellas que proporcionan soluciones climáticas que permiten a otras reducir sus emisiones.
Un buen indicador del compromiso de una compañía con el Acuerdo de París es la adopción de un objetivo basado en la ciencia. Se trata de objetivos de reducción de emisiones al ritmo que se considera necesario para limitar el calentamiento a un nivel sobradamente inferior a 2 °C por encima de los niveles preindustriales, e idealmente a un límite de 1,5 °C, en línea con lo que estipulado en el Acuerdo.
Un marco operativo ampliamente aceptado para evaluar la validez de estos objetivos es la Science Based Targets Initiative (SBTi). Empresas de un gran abanico de sectores y regiones geográficas pueden fijar objetivos de base científica, y a continuación ilustramos la huella global de cada uno de estos objetivos estipulados con SBTi.
Los objetivos suelen determinarse con un año de partida, a partir del cual la compañía mide su avance, y un año final (normalmente entre 2030 y 2050) en el que deberán haberse logrado las reducciones de emisiones perseguidas. El proceso de fijar un objetivo basado en la ciencia suele implicar un plan de descarbonización específico con pasos prácticos, y las empresas deben divulgar su avance al respecto. Estos requisitos ayudan a asegurar que las compañías están comprometidas con la descarbonización, en lugar de limitarse a fijar un objetivo lejano sin apenas rendición de cuentas.
Las empresas con objetivos de base científica y que ofrecen soluciones climáticas pueden encontrarse en todas las regiones y sectores. Además, sus modelos de negocio presentan distintos niveles de madurez, desde pequeñas empresas que desarrollan tecnologías de vanguardia hasta gigantes afianzados que invierten grandes sumas en recortar sus emisiones operativas.
Aunque las primeras tienden a ser inversiones más arriesgadas que las segundas, los inversores pueden asegurarse de que ambas realizan contribuciones menos volátiles al riesgo total concentrándose en el tamaño de sus tenencias, tomando posiciones relativamente mayores en compañías que en su opinión presentan menos riesgo, y más pequeñas en aquellas en las que anticipan un rango más amplio de resultados potenciales. Esto ayuda a mantener controlado el riesgo total de la cartera, sin limitar su capacidad para encontrar oportunidades en el mercado.
Además, las empresas de cada una de estas diferentes categorías muestran mejor o peor comportamiento (en términos relativos) durante distintas condiciones de mercado. Esto significa que los inversores pueden tener una cartera equilibrada y diversificada a nivel fundamental, capaz de mostrar un perfil de riesgo y rentabilidad similar al del mercado en su conjunto y de contribuir al mismo tiempo a abordar la crisis climática.
Tribuna de John William Olsen, gestor de M&G Investments.
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