Durante décadas, el paradigma de la inversión para muchos inversores se ha centrado en construir carteras con una parte core formada por renta variable y deuda. En el pasado, el componente de renta variable proporcionaba de forma regular sólidos rendimientos (a menudo de doble dígito), mientras se esperaba que los bonos ofrecieran beneficios de diversificación y ayudaran a reducir el riesgo de caída de la cartera en momentos de estrés. Además, el significativo descenso de los tipos de interés desde la década de los 80 impulsó las valoraciones de la renta fija. Sin embargo actualmente, dado que el margen (si es que lo hay) para poner en práctica nuevas reducciones en los tipos es limitado, los inversores se enfrentan a un entorno que supone un desafío en lo que respecta al segmento de renta fija, y esta situación les ha forzado a buscar rentabilidad más allá de las economías avanzadas y del crédito de alta calidad.
No en vano, hoy en día, en Europa las rentabilidades son muy bajas con el bund alemán o los bonos suizos a diez años por debajo de cero. En Estados Unidos son ligeramente más atractivas y los bonos a 10 años ofrecen de media un 2%. En el segmento de deuda corporativa, la fotografía es similar y a nivel agregado la deuda corporativa en euros ofrece un rendimiento inferior al 1%, mientras que el mismo segmento a nivel global y de Estados Unidos y registran entre un 2% y un 3%, respectivamente. Sin embargo, los mercados emergentes o el high yield presentan mayor potencial. De hecho, el high yield norteamericano tiene una rentabilidad a vencimiento cercana al 7% con una duración modificada bastante más pequeña -del 4%-, y la deuda de mercados emergentes en moneda extranjera tiene una rentabilidad a vencimiento del 4,7% con una duración modificada del 7,4%.
Por tanto, ambos segmentos cuentan con un potencial atractivo, aunque también poseen características diferentes, como la calidad crediticia. Mientras que el índice de high yield norteamericano está compuesto por bonos que no tienen la calificación de grado de inversión, más del 55% de la deuda soberana de los mercados emergentes cuenta con grado de inversión, incluyendo un porcentaje significativo de deuda “Aa”.
Otro aspecto clave para los inversores en sus asignaciones de renta fija es la liquidez. El índice de high yield norteamericano tiene una peor puntuación en liquidez que los índices de deuda emergente. Por norma general, los inversores requieren mayor liquidez durante los periodos de estrés, cuando aumentan las fluctuaciones de los precios, como sucedió durante la crisis financiera de 2008-2009. Y si se analiza este periodo, se puede comprobar que los índices de mercados emergentes fueron tan líquidos como el agregado americano, mientras que otros índices tuvieron que hacer frente a significativas interrupciones de liquidez.
No obstante, es importante que los inversores reconozcan las diferencias que existen entre los distintos índices de deuda soberana de mercados emergentes, ya que pueden tener impactos considerables en los rendimientos. En los índices estándar de mercados emergentes por capitalización, los países que emiten más deuda tienen las mayores ponderaciones y la exposición está concentrada en unos pocos países muy endeudados (en términos absolutos). Por ejemplo, en el segundo semestre de 2016, alrededor del 52% del total de deuda de mercados emergentes en divisa extranjera procedía de siete países (Rusia, Brasil, México, Venezuela, Turquía, Indonesia y China).
Para asegurar esta diversificación, se puede aplicar un enfoque simple, pero significativo económicamente, como limitar el riesgo por emisor. Sirva como ejemplo que los principales índices de deuda emergente en dólares han ofrecido una rentabilidad media acumulada a tres años que se sitúa en un rango de entre el 22%-25%, mientras que el índice Barclays EM USD Sovereing + Quasi Sovereing, que tiene un límite del 3% por emisor, ha superado en 250 puntos básicos la rentabilidad a tres años (aproximadamente 80 puntos básicos anuales). Esta diferencia se puede atribuir principalmente al impacto de la limitación, es decir, los mayores emisores se han quedado rezagados en rentabilidad. Por tanto, no todos los índices de mercados emergentes son iguales, por lo que una comprensión más profunda sobre su composición resulta clave.
Columna de Pedro Coelho, director de ventas de UBS ETF en España