Apoyados en una sólida respuesta de política fiscal y monetaria acompañada de una actitud tolerante por parte de los supervisores, los bancos han vivido una buena situación durante la pandemia. Pero quedan por delante retos importantes.
La tan comentada crisis crediticia no se ha materializado hasta ahora. Gracias a las condiciones favorables ofrecidas por los programas de los bancos centrales, los bancos han seguido concediendo préstamos durante la crisis, y la tendencia a endurecer las normas de concesión que era evidente a principios de 2021 se ha relajado un poco, lo que sugiere un aumento de la confianza de los bancos en la recuperación económica.
Sin embargo, hay incertidumbres y retos latentes que todavía pueden agitar los mercados y las perspectivas del sector bancario. El mayor de ellos es el rumbo que se ha fijado para la vuelta a la normalidad. La principal preocupación en este sentido es cuándo, cómo y durante qué periodo se producirá el tapering fiscal y monetario y cuáles serán los desencadenantes. Otra incertidumbre es el alcance de la morosidad a medida que las moratorias bancarias y los planes de apoyo público avanzan más allá de sus fechas de finalización, aunque los datos conocidos hasta la fecha sugieren que esto puede ser menos grave que las estimaciones del peor escenario.
La preocupación por un aumento de los impagos de las empresas ha disminuido un poco y se espera que las dificultades de las compañías sean más puntuales y centradas en el sector a medida que se consolida la recuperación en forma de K. Pero el bajo número de insolvencias empresariales esconde un panorama más preocupante. Las pequeñas empresas que vieron desplomarse sus ingresos y beneficios aumentaron irremediablemente su endeudamiento. Las ayudas públicas y la disposición de los bancos a refinanciar a tipos de interés asequibles les han permitido eludir la morosidad. Por ahora.
Desde el punto de vista de la rentabilidad, el entorno de tipos bajos/curva de rendimiento plana seguirá lastrando a los bancos, por lo que el imperativo de recortar costes sigue siendo primordial para proteger la rentabilidad antes de provisiones y financiar los crecientes presupuestos de IT y digitalización. La solidez de los ingresos de la banca de inversión ha dado un impulso a los bancos y ha contribuido a mantener la rentabilidad antes de provisiones, pero sigue siendo dudosa la sostenibilidad de esta línea de ingresos a lo largo del tiempo con los actuales niveles de actividad.
A nivel sectorial, los bancos han sido capaces de cubrir el coste crediticio adicional de la recesión sin recurrir a sus colchones de capital, que se mantienen por encima de los requisitos del SREP, aunque la reanudación del pago de dividendos y las recompras de acciones mermarán estas reservas en el caso de los bancos que superen el escrutinio regulatorio.
Seguimos señalando el riesgo de reputación relacionado con los grandes pagos de dividendos o los anuncios de recompra en un momento en el que los resultados de los bancos se han beneficiado de un importante apoyo público a sus clientes. Aunque vemos que este riesgo se aleja a medida que el foco de la opinión pública y los medios de comunicación se desplaza de las medidas de emergencia a la normalización. El retorno del capital a los inversores por estas vías supone un importante apoyo para las valoraciones de las acciones, especialmente con la rentabilidad permanentemente deprimida por los bajos tipos de interés y la falta de oportunidades de crecimiento rentable.
Tribuna de Dierk Brandenburg, codirector del equipo de instituciones financieras de Scope Ratings.