Si el Brexit supone el primer factor de infravaloración para la bolsa británica, la fiebre tecnológica constituye el segundo. Los inversores están impulsando al alza los precios de los títulos tecnológicos y, al mismo tiempo, en el extremo comercial opuesto, están castigando a las aparentes víctimas de las perturbaciones relacionadas con la tecnología.
En el momento de escribir estas líneas, el índice tecnológico de EE. UU. Nasdaq 100 se ha revalorizado en torno a un 40% en 2017. Tan solo cinco valores representan más del 40% del Nasdaq, así que, cada vez que alguien compra un ETF que replica el Nasdaq, está comprando más de estos valores y, por tanto, el movimiento tendencial continúa.
En cambio, muchas empresas de la vieja economía se ven sometidas a presión, a medida que Amazon y similares amenazan los consolidados modelos de negocio. Ahora bien, ¿cuántas veces ha sido exagerada la reacción del mercado?
Los inversores activos tienen una oportunidad de hallar firmas percibidas como las víctimas de las perturbaciones, que son capaces de adaptar sus modelos de negocio para sobrevivir, o que presentan quizás flujos de caja que exhiben una sorprendente robustez.
El poder a largo plazo de la inversión en valor
Los mercados actuales evocan en cierta medida el periodo de 1999-2000, como pone de relieve el hecho de que el mercado británico no mostraba valoraciones tan baratas con respecto al mercado estadounidense desde hacía 17 años.
Por lo tanto, se podría decir que la renta variable británica representa una apuesta a ‘ganador y colocado’ de cara a 2018. Si la renta variable de todo el mundo tiende al alza, en algún momento la renta variable británica debería revelarse una apuesta de convergencia.
Sin embargo, si las acciones mundiales sufren una corrección, las acciones británicas deberían exhibir una mayor resistencia debido a sus reducidas valoraciones y al hecho de que no existen flujos especulativos de capital («dinero caliente») en el mercado del Reino Unido.
Nos mostramos optimistas acerca de nuestra capacidad para seguir hallando interesantes oportunidades de valoración en 2018, haciendo énfasis en los fundamentales de las empresas.
Tras un año en el que los valores de estilo growth se han anotado una rentabilidad con creces superior, sobre todo en el caso de los gigantes tecnológicos estadounidenses, sería comprensible preguntarse si los clásicos principios de inversión que tan bien han funcionado a lo largo el tiempo volverán a funcionar una y otra vez. No obstante, a largo plazo, los principios de la inversión en value siempre se han revelado poderosos.
Es más actual que nunca la frase de Jeremy Grantham, de GMO: “Aunque el valor representa una fuerza débil en cualquier año concreto, se transforma en un monstruo a lo largo de varios años. Al igual que la gravedad, vence lentamente la resistencia que intenta frenarlo”.
Richard Colwell es director de Renta Variable Británica de Columbia Threadneedle.