La inversión es una parte esencial del ahorro, en la que asumimos un riesgo con el objetivo de hacer crecer nuestro patrimonio y preservar la capacidad adquisitiva que nos da nuestro capital, que se ve afectado por factores económicos y financieros como los impuestos, la inflación y la depreciación de los activos.
Tener claro nuestro perfil de riesgo es un aspecto clave para poder seleccionar los activos más adecuados para invertir, como lo es también la situación del ciclo económico actual que estemos viviendo (considerando la zona geográfica donde tenemos nuestras inversiones). Todos estos factores se entrelazan y afectan la toma de decisiones de inversión. Vayamos por partes.
En primer lugar, los impuestos son cargos financieros o tributos que los individuos y empresas deben pagar al gobierno. En el contexto de la inversión, los impuestos afectarán al resultado neto final de tus decisiones en caso de que hayas logrado beneficios, ya que en algunos países, las ganancias de capital están sujetas a tipos impositivos en función del beneficio total que hayas logrado.
Hablemos ahora de la inflación, el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía, que podría considerarse un impuesto oculto. La inflación erosiona el poder adquisitivo del dinero, afectando tanto a los consumidores como a los inversores. Las inversiones que no superan la tasa de inflación pierden valor en términos reales. Por ello, la búsqueda de activos que ofrezcan un rendimiento superior a la inflación es crucial, especialmente en periodos de alta inflación.
Si vinculamos los dos factores anteriores, vemos que la inflación puede llevar a una mayor tasa impositiva si los beneficios por inversiones se consideran en términos nominales, lo que erosiona aún más el rendimiento real después de impuestos.
Por otro lado, la depreciación de activos es la disminución del valor de cualquier activo a lo largo del tiempo a causa del desgaste, la obsolescencia o cambios en el mercado. En el mundo de las inversiones, no solo se considera la depreciación física (como en maquinaria o vehículos), sino también la depreciación de activos financieros. La percepción de riesgo, los cambios en los tipos de interés y las fluctuaciones del mercado pueden provocar tendencias negativas que deterioran el valor de activos cotizados, como acciones, bonos o bienes raíces, sobre todo en épocas de inflación donde el efectivo y los bonos de deuda tienden a depreciarse más.
En este contexto, el inversor debe considerar su propio perfil de riesgo. Esto le ayudará a manejar emocionalmente la volatilidad y las pérdidas potenciales que esté sufriendo su cartera de inversiones. Un inversor con una baja tolerancia al riesgo preferirá activos más estables, como bonos gubernamentales o cuentas de ahorro, mientras que aquellos con una alta tolerancia al riesgo pueden inclinarse hacia activos como materiales preciosos, criptomonedas, acciones o inversiones en capital de riesgo.
Y para terminar, su cartera debe estar adaptada al ciclo económico de la geografía donde esté invirtiendo: no es igual invertir en un país con inflación que en otro con deflación. En ciclos de expansión las empresas suelen crecer, lo que puede hacer que las acciones y el capital riesgo sean más atractivos, y en ciclos de recesión los activos más seguros, como bonos de alta calidad y activos tangibles (oro, bienes raíces), suelen ser los favoritos.
Teniendo en cuenta todos estos factores , estas serían los 11 mejores activos para invertir en función de tu perfil de riesgo y del ciclo económico:
- Empresas cotizadas. Growth: estas acciones, de empresas con altas tasas de crecimiento, son atractivas en ciclos de generación de crédito y expansión económica. Son sensibles a la inflación y a los cambios en los ciclos de crédito. Por ejemplo, empresas tecnológicas suelen categorizarse aquí. Value: empresas establecidas con precios de acciones considerados por debajo de su valor intrínseco. Pueden ser más resistentes en ciclos de pago de deuda y recesión económica, como algunas empresas de bienes de consumo.
- Startups no cotizadas. Atractivas para inversores con alta tolerancia al riesgo, suelen ser más estables en periodos de alta inflación, pero son muy sensibles a los ciclos de crédito, especialmente durante las fases de restricción crediticia. Ejemplo: una startup en fase de desarrollo de un nuevo software.
- Materias primas industriales. El cobre y el paladio, por ejemplo, pueden ser buenos indicadores de la salud económica global y reaccionan a los ciclos económicos. En tiempos de expansión y con crédito accesible, suelen subir de precio, mientras que en recesión pueden depreciarse.
- Materias primas agrícolas (maíz, soja, café, etc). Su precio puede estar más vinculado a factores climáticos y geopolíticos, pero también reaccionan a los ciclos económicos. En tiempos de inflación podrían actuar como un cobertor, ya que los precios de los alimentos tienden a subir.
- Metales preciosos. El oro o la plata son tradicionalmente refugios contra la inflación. En tiempos de incertidumbre económica o alta inflación, activos como el oro suelen apreciarse. Ejemplo: el aumento del precio del oro durante las crisis financieras.
- Renta fija corporativa. Opciones como bonos de empresas ofrecen ingresos pasivos y pueden ser atractivos en periodos de baja inflación y ciclos de pago de deuda. Por ejemplo, los bonos de empresas con calificaciones crediticias altas suelen ser más estables.
- Renta fija soberana. Considerada como inversión segura, especialmente los bonos emitidos por gobiernos estables. En ciclos de pago de deuda y en recesiones, como los bonos del Tesoro de Estados Unidos, pueden ser muy demandados.
- Inmuebles. Generan ingresos pasivos y pueden ser una buena protección contra la inflación. Sin embargo, son susceptibles a la depreciación durante las recesiones económicas. Ejemplo: propiedades de alquiler en ciudades con mercados inmobiliarios estables.
- Infraestructuras. Inversiones a largo plazo que pueden generar ingresos estables. Ejemplo: inversiones en proyectos de energía renovable financiados a través de deuda.
- Divisas. Dependen en gran medida de la política monetaria y pueden ser utilizadas para la diversificación. Por ejemplo, el dólar estadounidense suele fortalecerse durante recesiones globales.
- Criptomonedas. Son altamente volátiles y sensibles a cambios en el sentimiento del mercado. El Staking de criptomonedas como Ethereum puede generar ingresos pasivos, pero es susceptible a la volatilidad del mercado de cripto.
Tribuna elaborada por Félix Fuertes, CEO de Formación en Inversión.