En las últimas semanas hemos observado cómo la economía mundial ha mantenido un ritmo moderado de recuperación cíclica y sincronizada. Las recientemente anunciadas previsiones del FMI han revisado 0,1 puntos al alza el crecimiento mundial, situándolo en el 3,5% gracias, principalmente, al dinamismo de la actividad en India, China y Japón, así como a un escenario menos pesimista en la economía británica en 2017 que el que se observaba en periodos anteriores. Además, durante el primer trimestre del año los indicadores adelantados de actividad aceleraron, mientras que los datos macroeconómicos publicados, en especial en las economías emergentes, superaron las previsiones.
Resulta también interesante destacar que en Estados Unidos la actividad se ha mantenido a una tasa anualizada del 1,9% frente al 2,1% previsto por la Reserva Federal a finales de año. Los grandes motores de la economía siguen siendo la expansión del mercado laboral, que sostiene la confianza de los consumidores, y la mejora continua del mercado inmobiliario.
En la zona euro, por su parte, los indicadores se han situado en máximos cíclicos. La actividad sigue acelerando en la mayoría de los países miembros, la inflación subyacente superó el umbral del 1% de incremento anual y la confianza de los consumidores aumentó, mientras que la tasa de desempleo cayó hasta el 9,5%. Esta mejoría beneficia a la economía suiza y contribuye a salir progresivamente de la deflación. La inflación subyacente marcó máximos de dos años tras situarse en el 0,1% en tasa interanual.
En Reino Unido se han observado ya las primeras señales de desaceleración: el crecimiento del PIB en el primer trimestre fue de apenas el 0,3% y las ventas minoristas se contrajeron un 0,5% en marzo, mientras que el peso de la inversión empresarial en el PIB siguió menguando hasta situarse en el 9,2%. Los mercados no descartan una subida de los tipos por parte del Banco Central de Inglaterra en un contexto caracterizado por el pleno empleo y una inflación del 2,3%.
Con respecto a divisas, a corto plazo, el descenso del riesgo político en Europa ha traído consigo una corrección de los activos refugio y una apreciación del euro, que se ha revalorizado sobre todo frente al yen, al dólar estadounidense y al franco suizo. Por otra parte, a medio plazo, el potencial alcista del dólar estadounidense parece escaso. Fundamentalmente, los diferenciales de tipos son fruto de las nuevas alzas de los tipos de referencia, mientras que la Fed debería poner en marcha las conversaciones para iniciar progresivamente la normalización de su balance. No obstante, la comunicación del gobierno y el riesgo de aplazamiento de la rebaja fiscal contienen las presiones alcistas.
Destacar también que la reactivación del ciclo de producción en el mercado petrolero seguirá dando apoyo a las monedas emergentes. Estas son actualmente menos vulnerables a las tensiones en los tipos estadounidenses, gracias a la fuerte mejora de la balanza por cuenta corriente y los indicadores económicos en numerosos países emergentes. Concretamente, las monedas asiáticas se benefician de la recuperación de la actividad mundial, en especial de las buenas cifras económicas de China y la revalorización de los metales industriales.
Raimundo Martín es director general de Mirabaud Asset Management para España, Portugal y Latinoamérica.