De cara al futuro, esperamos que los diferenciales sigan siendo elevados en un contexto de baja visibilidad y riesgos macroeconómicos. Sin embargo, en nuestra opinión, en sus niveles actuales, ofrecen una generosa compensación por el riesgo de crédito y la posible recesión.
Además, los 200 puntos básicos adicionales derivados de la subida de los tipos de interés desde principios de año han aumentado aún más los rendimientos totales, situándolos en niveles atractivos. Las emisiones con vencimientos entre tres y cinco años serán menos sensibles y protegerán a los inversores del riesgo asociado a las duraciones más largas. De ahí que los bonos de mayor calificación -BB por ejemplo- ofrezcan actualmente una combinación de riesgo / rentabilidad.
En este contexto, los inversores buscan diversificación, duraciones cortas y un proceso sólido de asignación de activos. Así pues, la deuda corporativa de alto rendimiento y la de grado de inversión ofrecen una mayor rentabilidad y calidad si se combinan. Por su parte, la corta duración puede proporcionar una fuerte visibilidad de los rendimientos. Por último, un proceso de inversión sólido, que incluya la evaluación de los fundamentos financieros y la integración de los factores ASG, debería conducir normalmente a una cartera concentrada que muestre una menor tasa de impago. Evitar las empresas que tienen activos inmovilizados con impactos negativos en la sostenibilidad, que pueden afectar al valor de la empresa, disminuye estratégicamente el riesgo crediticio global de la cartera.
Es esencial tener en cuenta los riesgos extrafinancieros para obtener una visión completa de la calidad de un emisor. En consecuencia, al invertir en una solución de crédito sostenible, recomendamos encarecidamente seleccionar una estrategia SFDR 9, con fuertes requisitos ASG y estrictos filtros de exclusión y selección.
Además, el análisis extrafinanciero debe basarse en metodologías probadas que permitan al gestor del fondo medir los impactos sociales y medioambientales, tanto positivos como negativos, que un emisor puede generar para todas sus partes interesadas. En Sycomore hemos desarrollado dos metodologías: la Contribución Ambiental Neta, en colaboración con I Care, y la Contribución Social, que miden las contribuciones ambientales y/o sociales de los productos y servicios de una empresa en una escala de -100% a +100%, en la que el 0% representa el nivel medio de la economía mundial.
En términos generales, se están destinando enormes inversiones hacia la transición verde y la taxonomía europea ya está en marcha, lo que beneficia claramente a las empresas que ofrecen soluciones que ayudarán a que nuestro planeta sea más verde.
En resumen, es poco probable que la posible recesión siga los patrones de 2008 y 2020: la liquidez es alta después de tres años de emisiones récord en el mercado primario; los bancos son ahora mucho más fuertes; y el apalancamiento financiero ha caído por debajo de los niveles anteriores a la crisis. Además, la tasa de impago se encuentra actualmente en un nivel bajo y también puede verse mitigada por la liquidez del emisor (ya que los emisores se han beneficiado del entorno de bajos tipos para refinanciar su deuda a plazos más largos), y por el apoyo proporcionado por los bancos. Por consiguiente, una construcción minuciosa de la cartera, que combine un análisis fundamental de las empresas basado en criterios financieros y no financieros, una sólida combinación de sectores y una amplia diversificación entre los distintos vencimientos, debería permitir obtener una rentabilidad potencialmente atractiva al tiempo que se intentan reducir los riesgos.