El nacimiento de un euro digital (dEUR) es cuestión de tiempo, aunque no se implementará en un futuro inmediato. Y lo cierto es que los bancos europeos podrían beneficiarse de la introducción de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), incluso para la estabilidad de la financiación.
Los bancos centrales de los países con sistemas bancarios desarrollados han declarado inequívocamente que sus iniciativas de CBDC se llevarán a cabo en estrecha colaboración con sus bancos. En el caso del BCE, es dudoso que un dEUR tenga alguna utilidad si no está en estrecha relación con las actividades bancarias. Este debería ser un punto de partida esencial a la hora de evaluar el impacto de las CBDC en los bancos.
Los mensajes del BCE relacionados con un dEUR son cada vez menos hipotéticos y más convincentes, sobre todo porque el argumento para su creación es cada vez más claro. En una publicación reciente, el BCE citaba tres riesgos de la inacción:
Como el efectivo se utiliza cada vez menos, el dinero público podría perder su papel de ancla monetaria en ausencia de un equivalente digital.
Las criptomonedas privadas, especialmente las stablecoins, no pueden garantizar la convertibilidad uno a uno con el dinero del banco central y son vulnerables a las caídas.
Las soluciones de pago digitales del sector privado -cripto o de otro tipo- están dominadas por actores tecnológicos no europeos, que pueden representar amenazas materiales para la soberanía monetaria de Europa, especialmente en un escenario de crisis.
Al mismo tiempo, las CBDCs están ganando terreno en todo el mundo, aumentando la competitividad en el terreno monetario. Según las últimas estadísticas, 10 países ya han puesto en marcha CBDC nacionales: Nigeria, Jamaica, Bahamas y siete Estados del Caribe Oriental. Quince países tienen una CBDC en fase piloto de pre-lanzamiento, entre los que destacan China, Rusia y, sólo en la UE, Suecia.
La eurozona se encuentra en la siguiente fase de desarrollo de las CBDC, junto con Suiza, Japón, Canadá, India, Australia, Brasil y otros países. Los Estados Unidos, Reino Unido, Noruega y otros países están un paso por detrás todavía, en la fase de investigación previa al desarrollo. Por último, unos pocos países, entre ellos Dinamarca, todavía no están llevando a cabo activamente iniciativas de CBDC.
Persisten las dudas sobre la necesidad del dEUR…
En lo que respecta a un dEUR, los bancos apenas han expresado hasta ahora detalles o puntos de vista en las conversaciones con inversores y analistas, que a su vez suelen ignorar el tema. Esto es comprensible hasta cierto punto, dados los crecientes vientos en contra de los bancos europeos. No obstante, a medida que avance el proyecto dEUR -que alcanzará una fase piloto en algún momento del año que viene-, los bancos tendrán que abordar el tema de frente en su diálogo con los inversores.
Una de las principales preocupaciones de los bancos, expresada hasta ahora por la Federación Bancaria Europea (EBF) y el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), es el impacto de un dEUR en la estabilidad financiera en general (en gran medida relacionada con la financiación de los bancos) y en la rentabilidad de los mismos. El director del IIF contrastó recientemente la posición del BCE de «cómo lanzar» la divisa digital, con la de la Fed estadounidense de «si lanzarla».
En concreto, existe incertidumbre por la posibilidad de que los depositantes de los bancos cambien sus fondos a dEUR en caso de crisis real o aparente, contribuyendo a la escasez de financiación de los bancos. Para hacer frente a esto, el BCE está considerando, en primer lugar, imponer límites a las tenencias de dEUR por parte de particulares y empresas. Y, en segundo lugar, desincentivar el uso de las tenencias de dEUR como inversión aplicando una remuneración por encima de un determinado umbral, con tenencias mayores sujetas a tasas más punitivas.
En mi opinión, la forma más pragmática de contemplar el dEUR es simplemente como un sustituto del efectivo; ni más ni menos. Dentro de una generación como máximo, los billetes y monedas apenas se utilizarán. La pandemia ha sido un poderoso catalizador en este sentido, y no sólo para los millennials y la generación Z.
Mediante la sustitución gradual del efectivo por CBDC, el BCE y otros bancos centrales evitarán el acaparamiento de efectivo: la mayoría de los billetes de 100 euros se conservan en lugar de transferirse a través de los bancos, por ejemplo. Esto contribuirá aún más a la inclusión financiera. A medida que se generalice el uso del dEUR, el efectivo será tan infrecuente y obsoleto como los cheques de papel en la actualidad.
… Pero los bancos no deben temerlo
Una de las principales ventajas de un dEUR exitoso para los bancos será evitar las incertidumbres provocadas por el uso generalizado de stablecoins y otras criptodivisas en los pagos y las transferencias financieras. Los bancos pueden plantear su preocupación por el posible impacto de las CBDC en la financiación, pero deben reconocer que dicha preocupación aumentaría sustancialmente si, en ausencia de las CBDC, las criptomonedas privadas desempeñaran ese papel.
La alternativa a las CBDC no es mantener el dinero digital al margen. Por muy poco atractivo que sea para los bancos, la alternativa es asistir al creciente papel de las stablecoins y sus criptoequivalentes privados en los pagos habituales. China tomó la decisión de prohibir las criptomonedas privadas y promover un yuan digital. En EE.UU., el debate sobre qué es mejor, si las CBDC o las stablecoins privadas, está en marcha, aunque las últimas caídas de criptodivisas y los desplomes de precios sugieren que el dólar digital puede tener futuro.
Es poco probable que el dEUR, con limitaciones en las participaciones y rendimientos, sustituya siquiera parcialmente a los depósitos bancarios. Los bancos mencionan a veces la regla del 80-90/10-20, según la cual el 80%-90% de los ingresos son generados por el 10%-20% de los clientes, lo que deja a una gran categoría de clientes bancarios menos rentables para la cuenta de resultados debido a los costes de funcionamiento del servicio de los depósitos de pequeña cuantía.
A diferencia de lo que ocurre en EE.UU. y, en menor medida, en Reino Unido, en la UE existen restricciones a las comisiones de servicio de los depósitos, por lo que los bancos no pueden disuadir a los pequeños depositantes de realizar todo tipo de transacciones (la llamada categoría de infrabancarizados, que abarca alrededor del 20% de los hogares en EE.UU.).
Un dEUR podría eliminar parte de la carga de los bancos que tienen muchos pequeños depositantes mediante una alternativa segura y eficaz que podría aliviar las bases de costes de esos bancos.
La preocupación de que, en caso de crisis, los depósitos bancarios puedan verse mermados por la migración a las CBDC debe tomarse con pinzas. Un informe reciente de la Oficina de Investigación Financiera de EE.UU. sugiere que el acceso a las CBDC disminuye la cantidad de operaciones de cambio de vencimiento realizadas por los bancos y, por tanto, intuitivamente, haría que una crisis de liquidez fuera menos costosa para los depositantes. En otras palabras, cuando los bancos realizan menos transformaciones de vencimientos, están menos expuestos a la posibilidad de una corrida.
Igualmente, la observación del flujo de fondos de los depósitos bancarios hacia las CBDC puede dar a los supervisores más información sobre el estado del sistema bancario, concretamente sobre la confianza de los depositantes en sus bancos. En consecuencia, estarían en mejores condiciones de reaccionar rápidamente para subsanar las deficiencias de una entidad. Si los depositantes anticipan una reacción supervisora más rápida, su incentivo para sumarse a la retirada disminuye.
Sam Theodore, analista senior de Scope Ratings