2018 ha sido uno de los años más difíciles para los bonos de la última década. Los motivos de este rendimiento insuficiente son distintos de aquellos que afectaron a los mercados financieros en 2008. En ese momento, la salud del sistema bancario estaba en el núcleo de las preocupaciones, pero, desde entonces, esa industria se ha agilizado y consolidado: los bancos han mejorado la huella del capital, han reducido su perfil de riesgo y han aumentado su rentabilidad.
El origen de la incertidumbre financiera actual yace, por ende, en otro lugar. Hay tres factores predominantes que han pesado sobre el mercado de bonos en 2018: la reorganización del comercio internacional como resultado de las barreras impuestas por la administración estadounidense, los flujos de capital que siguieron al cambio de política monetaria de Donald Trump y los acontecimientos geopolíticos que desestabilizaron Europa y los mercados emergentes.
Como resultado de esto, y después de haberse beneficiado de un gran desempeño en 2017, los bonos en dólares emitidos por entidades europeas se han visto afectados negativamente. Los continuos enfrentamientos entre la Unión Europa y el Reino Unido o Italia, por ejemplo, han provocado que los bonos europeos denominados en dólares den una de las rentabilidades más elevadas del mundo en esta divisa (entre el 7 % y el 9 % anual) y destaquen frente a aquellos de similar tamaño de las instituciones norteamericanas.
En un mundo interconectado financieramente como el actual, esta discrepancia no parece justificada. Por eso, en los próximos meses, esperamos que los inversores reconsideren sus perspectivas en torno a la deuda denominada en dólares en Europa, aunque sea solo por la elevada rentabilidad que proveen estos bonos.
Perspectivas para 2019
A la hora de enfrentar un entorno de incertidumbre, es preferible permanecer expuesto a grandes entidades financieramente solventes. Los instrumentos subordinados en dólares de estas proveen rendimientos muy elevados, en un mundo que, históricamente, ha tenido bajos tipos de interés. Al tiempo que vayan cerrándose los acuerdos bilaterales de comercio, el actual ciclo de disputas en torno a los aranceles debería ir llegando a su fin de manera progresiva.
La Reserva Federal estadounidense (Fed) ya ha anunciado que su ciclo de subida de tipos, iniciado en 2015, terminará, como tarde, en 2020; lo que debería contribuir a estabilizar el mercado de renta fija en dólares. Este mercado es el más grande del mundo: a través de una cartera denominada en dólares, los inversores pueden beneficiarse de las más amplias oportunidades de inversión disponibles en los tipos de activos subordinados, solo a través de esta divisa.
En Europa, están en el horizonte los acuerdos políticos relacionados con el presupuesto italiano y el Brexit, dos temas que han afectado al desempeño de los bonos europeos en dólares en los últimos meses.
Con todo, el capital mundial está buscando rentabilidades “decentes”. La oferta global de instrumentos subordinados está limitada por la demanda potencial de liquidez global. Los inversores de todo el mundo han estado y están buscando de forma desesperada rendimiento para su capital.
Tribuna de Ygal Cohen, presidente, director ejecutivo y fundador de ASG Capital, y Steven Groslin, socio e integrante del comité ejecutivo de la gestora