Está en la naturaleza humana seguir a la masa, tanto si la gente busca la seguridad en formar parte de un gran grupo de individuos o por miedo a perderse una oportunidad que otros están disfrutando. Sin embargo, para sus clientes, como inversores, unirse a la masa puede entrañar más perjuicios que beneficios. Podría significar entrar y salir del mercado en los momentos equivocados, lo que pueda causar un daño irreparable a sus rendimientos en el largo plazo. O la masa podría llevarlos a un lugar que no les corresponde, como productos de mayor riesgo o productos «calientes» que no se ajustan a sus objetivos de inversión.
Deje que el barco siga su rumbo
Como asesor, sabe perfectamente que los inversores se abalanzan sobre las mejores rentabilidades y huyen de las más débiles. Quieren ganar, no perder. A pesar de ello, en realidad, para cuando la mayoría de los inversores decide embarcarse en un fondo o abandonar un barco que se está yendo a pique, ya navegan por aguas revueltas. En la mayoría de los casos, las inversiones basadas en seguir a la masa implican comprar cerca de los picos del mercado y vender en los valles, lo que raramente genera rendimientos sostenibles.
De hecho, en la crisis financiera global de octubre de 2007 a febrero de 2009, durante los últimos 12 meses del ciclo bajista, salieron del mercado de fondos de renta variable 208.000 millones de dólares, mientras que entre marzo de 2009 y diciembre de 2013, durante los últimos 12 meses del rebote del mercado, se registró una entrada de 161.000 millones de dólares en los fondos de renta variable. Es probable que a esos inversores les hubiese ido mejor en fondos con perspectivas de mayor plazo y carteras de alta calidad diseñadas para reducir la volatilidad en las agitadas aguas de los mercados. Por supuesto, muchos de los inversores que mantuvieron el rumbo y siguieron realizando aportaciones durante todo el ciclo bajista también obtuvieron buenos resultados gracias a que promediaron el costo de adquisición mediante operaciones progresivas, una técnica sencilla pero no por ello menos eficaz.
Deje a un lado las tendencias
Para los inversores, las tendencias pueden resultar tentadoras y difíciles de ignorar. Ya sea por la promesa de obtener mayores rentabilidades en estrategias de renta fija exóticas diseñadas para hacer frente a un entorno de tipos de interés bajos, o mediante una clase nueva de activos «no correlacionados» para los que creen que la renta variable ha tocado techo, están llegando al mercado oleadas de productos tales como productos alternativos líquidos y fondos de renta fija sin restricciones. Pero estos productos pueden ser complicados y caros.
Prueba de ello es que la relación de gastos medios de productos alternativos es del 1,71%, frente al 0,74% de los fondos de renta variable. En el caso de fondos de renta fija sin restricciones, la relación de gastos medios es del 1,15% frente al 0,81% de los fondos de renta fija principales. ¿Son justificables estos costos? ¿Estos productos se ajustan realmente a los objetivos a largo plazo de sus clientes o su atractivo se basa meramente en la rentabilidad? En calidad de asesor, ¿está seguro de que los gestores de inversiones tienen los conocimientos pertinentes sobre, por ejemplo, instrumentos derivados, dado que muchos productos alternativos líquidos se sirven del apalancamiento para aumentar la rentabilidad?
El simple hecho de que los gestores de inversiones puedan introducir productos nuevos en el mercado no significa necesariamente que deban hacerlo. Las mejores sociedades de nuestro sector solo presentan productos al mercado si ven potencial en la propuesta de valor en el largo plazo de una clase de activos y disponen de los conocimientos y recursos necesarios para hacer realidad ese potencial. Y lo que es más importante, los mercados de renta fija y renta variable tradicionales siempre ofrecen oportunidades si se dispone de un hábil equipo de gestión activa capaz de encontrarlas. Diría que actualmente esto es más cierto que nunca, especialmente mientras seguimos presenciando una elevada volatilidad del mercado. Es en estos momentos cuando la gestión activa proporciona la mejor oportunidad de ofrecer rentabilidades diferenciales, cuando vale la pena tener acceso a datos de investigación de calidad. Y cuando centrar la atención en datos fundamentales sólidos, que fomentan la creación de valor, y ser fiel a sus convicciones, a pesar de los movimientos de corto plazo, proporciona las oportunidades más valiosas para sus clientes.
Para conseguir que sus clientes abandonen la mentalidad de la masa, utilice el manual para gestores activos. Ellos se alejan deliberadamente de la masa, en este caso, del índice de referencia, para evitar los riesgos del mercado en su totalidad y elegir explícitamente los riesgos que desean asumir. Considérelo de la siguiente forma: si todo el mundo pesca en la misma orilla, la misma marea los moverá a todos y además compiten por la misma captura. Así que tiene sentido tirar la caña en otra parte. Si sabe dónde buscar, puede aprovechar oportunidades que otros se están perdiendo.
Columna de James Jessee, director adjunto de Distribución Mundial de MFS Investment Management.
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