La inflación, hoy en día, se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los inversores. Un intenso debate que se ha visto reflejado en los recientes episodios de volatilidad en los mercados. No obstante, si profundizamos en la cuestión y vamos más allá, descubrimos que este fenómeno económico no siempre es negativo. De hecho, un poco de inflación en algunos casos puede resultar positivo, ya que implica que hay una mejoría de la actividad económica, del consumo y del empleo. De hecho, la inflación, siempre y cuando se mantenga dentro de una banda de fluctuación adecuada, posibilita el desarrollo económico y contribuye al bienestar de la economía. El problema radica, sin embargo, en establecer cuál ha de ser ese nivel de inflación adecuado que posibilite la estabilidad de precios.
Desde LONVIA Capital, nuestro principal driver de toma de decisiones se basa en el profundo análisis fundamental de modelos de negocios y en la selección de aquellos que logran cumplir con las características que hemos establecido y que se integren dentro de nuestro círculo virtuoso de crecimiento a través de una reinversión constante de sus beneficios netos o flujo de caja neto en tecnología, innovación, digitalización, I+D, talento humano, ampliación de su gama de oferta e internalización de sus ventas. En fin, que cuenten con fuertes drivers de crecimiento sostenible en el largo plazo para convertirse en los próximos campeones globales del mañana.
Dicho esto, dentro de nuestro proceso de análisis está incluida la modelización y valoración de la compañía, las cuales nos dan mucha información para incorporarla a nuestro proceso de toma de decisiones, aún si no es el factor más relevante que nos empuja a invertir o no en una compañía en particular. Dentro de este proceso, nos damos cuenta de que las valoraciones de muchos modelos de negocios están matemáticamente infladas por el simple hecho de descontar los flujos futuros o el crecimiento de los beneficios por acción entre una tasa libre de riesgo que a día de hoy sigue estando en terreno negativo o muy cercano a cero. Este fenómeno hace que, a través de un posible ajuste temporal de la tasa libre de riesgo por el efecto del aumento de la inflación durante los próximos meses, algunas valoraciones que vemos exorbitadas puedan tender a normalizarse y presentar mejores ratios en este sentido. Además, las compañías en las que estamos invertidos siguen presentando resultados y márgenes de crecimiento de beneficios extraordinarios, con lo cual el numerador de la fórmula sigue aumentando y con ello normalizándose su valoración.
Es por esto que en el corto/mediano plazo podríamos encontrarnos con que un aumento coyuntural de la inflación, debido a la reactivación del consumo y del turismo durante los meses festivos en Europa, podría traer como consecuencia un pequeño ajuste o normalización de la tasa libre de riesgo, lo cual impactaría de forma positiva en las compañías que hoy integran nuestras carteras. Mayores beneficios por acción divididos entre tipos normalizados, ese es el efecto comentado.
¿Aumento estructural o puntual?
Respecto a la situación financiera actual, existe un consenso del mercado que prevé que este posible auge de la inflación sea a priori puntual y moderado, pero no estructural. Esto conllevará que muchas valoraciones que hoy están en máximos históricos se normalicen y tiendan a bajar por el efecto del incremento de la tasa libre de riesgo que se coloca en el denominador de la fórmula.
En este año de pandemia, el confinamiento ha obligado a los hogares a tener una tasa de ahorro forzada que se encuentra ahora, con la eliminación gradual de las medidas restrictivas, disponible para el consumo. Esta demanda va a estar muy por encima de la oferta (de los propios niveles de producción), ya que las empresas no han renovado su stock, no han llevado a cabo todavía inversiones, y puede incluso que se produzca una escasez en la cadena de suministros. Estas razones hacen que sea posible que, de manera puntual, pueda haber inflación, aunque se llegará finalmente a un equilibro en cuanto las empresas se pongan de nuevo a producir e invertir para satisfacer la demanda.
Columna de Francisco Rodríguez d’Achille, socio y director de desarrollo de negocio en LONVIA Capital.