La inversión en licencias de taxi ha sido una de las mejores inversiones de los últimos años. Principalmente, debido a que desde los años 90 no se conceden nuevas licencias.
Como se observa en este gráfico, comparado con el Ibex desde el año 2001 hasta el 2016.
Las nuevas licencias cuestan 457 euros. En el mercado secundario se llegan a negociar a más de 150.000 euros. La prueba evidente de que el monopolio del taxi se está acercando a su fin.
Los taxistas no entienden que el problema no es Uber o Cabify. Los usuarios prefieren los VTC porque son más baratos, tienen tarifa prefijada, son coches elegantes y limpios, los conductores son profesionales, amables y educados, y te ofrecen un servicio exquisito. Si ofrecieran un mal servicio, no tendrían clientes. De echo en Japón, Uber ha fracasado ya que, en el país del sol naciente, los taxistas dan un servicio admirable.
Huelgas aparte, lo más importante es quién va a pagar el pato: por un lado, el pobre taxista que compró su licencia en los últimos cinco años y que ahora está viendo cómo su valor se desploma casi un 50% en dos años. ¡Y por otro, como siempre, nosotros! Ya se está hablando de la creación de un fondo de compensación de 2.100 a 5.250 millones de euros.
Mi recomendación a los taxistas: véndete tu licencia de taxi y cómprate una de VTC. A los que no sois taxistas, en mi caso, desde que me he comprado una bici eléctrica, mi vida es otra.
La innovación tecnológica rompe con las posiciones de dominio de un mercado, obligando a los operadores actuales a adaptarse o desaparecer.
Tribuna de David Levy, de DiverInvest EAFI