No estamos asistiendo al inicio de otra crisis bancaria que se extienda de EE.UU. a Europa y más allá. Silicon Valley Bank (SVB) no es sintomático de la situación de la banca estadounidense o europea. La confianza del mercado en la mayoría de los grandes bancos europeos se recuperará a su debido tiempo y más pronto que tarde, porque no hay razón para que no lo haga, al menos si no está relacionada con la desaparición de SVB.
La mayoría de los grandes bancos europeos, salvo un número mínimo de casos atípicos, mantienen unos parámetros prudenciales tranquilizadores, tanto para el capital como para la liquidez. La rentabilidad está mejorando, la propensión al riesgo es conservadora y los grandes bancos están supervisados de forma eficaz y proactiva. He cubierto el sistema bancario europeo desde su desregulación hace unos 35 años y considero que este sector está en mejor forma prudencial y crediticia que en cualquier otro momento desde entonces.
Dicho todo esto, ¿quién puede culpar a los inversores por sorprenderse ante la quiebra del 16º mayor banco de EE.UU., supuestamente supervisado adecuadamente en el marco posterior a la gran crisis financiera, y que ostentaba calificaciones crediticias en el territorio del grado de inversión? La solvencia de los bancos de los mercados desarrollados lleva más de una década anclada en mares muy tranquilos. Los inversores de renta variable y de crédito se han centrado principalmente en lo alto y lo rápido que los bancos pueden aumentar su ROE.
Sin embargo, el colapso de SVB, sus causas e implicaciones, ofrecen varias pistas para los bancos europeos y los supervisores.
Volatilidad y concentración de los depósitos
La estabilidad y la dinámica de la base de depósitos y las concentraciones de depositantes deben ser elementos primordiales a tener en cuenta en cualquier evaluación de bancos. La concentración y la dinámica ascendente y descendente de los depósitos son métricas vitales. Los analistas distinguen entre depósitos básicos, supuestamente estables y fiables, y depósitos de intermediarios/mayoristas, que suelen estar agrupados con fondos de mercado y se consideran más volátiles.
Desde esta perspectiva, SVB fue un caso atípico. Los depósitos se triplicaron entre finales de 2019 y marzo de 2022 (mucho más y más rápidamente que la media de los bancos estadounidenses, que a su vez experimentaron un fuerte crecimiento durante los años de la pandemia), disminuyeron hasta finales de 2022 y de nuevo hasta febrero de 2023. Se trataba de depósitos supuestamente estables colocados por grandes clientes del ecosistema tecnológico de Silicon Valley. La concentración de depositantes del SVB era extremadamente preocupante y su estructura de depósitos distaba mucho de ser la típica de cualquier organización bancaria convencional en EE.UU. o en Europa.
Las pruebas de estrés de los supervisores deberían centrarse más en este aspecto. Y, si ya lo tienen en cuenta internamente, deberían proporcionar más visibilidad al respecto en beneficio de la transparencia, tanto para los bancos como para los participantes en el mercado.
Los escollos de suavizar la normativa vigente
Tras la suavización del marco normativo Dodd-Frank en la era Trump, que se aplicó en parte debido a la activa presión ejercida por los bancos (incluido el SVB), el límite mínimo de activos totales para el pleno cumplimiento por parte de los bancos estadounidenses de la normativa posterior a la gran crisis financiera se elevó de 50.000 millones de dólares a 250.000 millones de dólares. Esto significa que el SVB no estaba sujeto a dos ratios clave de financiación y liquidez acordados en Basilea: el Ratio de Cobertura de Liquidez (LCR) y el Ratio de Financiación Estable Neta (NSFR).
Dicho esto, la cartera líquida de SVB (principalmente MBS -valores respaldados por hipotecas- de agencia), cuyo valor se redujo debido a las agresivas subidas de tipos de la Fed, se habría clasificado de hecho como activos líquidos de alta calidad (HQLA) a efectos del cálculo del ratio LCR. Y no es sorprendente que la mayor parte de los depósitos del banco en quiebra -asegurados o no- no se hubieran calificado como fondos estables a efectos del NSFR.
No obstante, creo que, si se hubiera obligado a SVB a cumplir íntegramente la normativa de Basilea, que en Europa se aplica con carácter universal incluso a multitud de entidades de menor tamaño, los examinadores de la Fed de California habrían tenido una mejor visión de estos aspectos críticos.
Esto me lleva de nuevo a la normativa bancaria europea. En los últimos meses, envalentonados por unos fundamentales tranquilizadores y una rentabilidad muy mejorada, los grandes bancos europeos han desempolvado la vieja narrativa de los grupos de presión de que la normativa y la supervisión posteriores a la gran crisis financiera les han colocado en una posición menos competitiva que a sus homólogos estadounidenses. En concreto, al obligarles a operar con una rentabilidad supuestamente inferior y unos requisitos de capital y liquidez innecesariamente estrictos. Citando a la Federación Bancaria Europea: «A la hora de establecer la agenda reguladora, las autoridades deberían considerar detenidamente los costes para las instituciones financieras y el impacto que tendrán los clientes y, más ampliamente, en el crecimiento económico de Europa».
La experiencia del SVB en EE.UU. demuestra que tanto la relajación de la normativa como las presiones de los bancos para conseguirla pueden conducir fácilmente a resultados desagradables.
La necesidad de preservar un capital sólido
En cuanto al capital, a finales de 2022 SVB declaró casi 17.000 millones de dólares en equivalente CET1, situando su ratio CET1 en un cómodo 15,26%. Sin embargo, cuando el banco trató de obtener capital nuevo para compensar la pérdida de 1.800 millones de dólares después de impuestos generada por la venta de su cartera de disponibles para la venta de 21.000 millones de dólares para hacer frente a los depósitos que se retiraban a un ritmo acelerado, no encontró compradores comprometidos.
Este resultado indeseable confirma que a un banco en dificultades no le resultará fácil captar nuevos fondos propios. Lo que refuerza el argumento de que la mejor vía para que un banco se mantenga bien capitalizado es preservar y aumentar lo que ya tiene en lugar de depender de futuras emisiones en el mercado. Como ha demostrado la experiencia de los últimos años, los bancos financieramente fuertes tienen poca necesidad de captar nuevos fondos propios, mientras que los bancos con problemas financieros que sí lo necesitan los encontrarán muy caros o no los obtendrán. En este contexto, mientras que el pago de dividendos sigue siendo una condición sine qua non para mantener a los inversores a bordo, los bancos deben pensar largo y tendido cuando se trata de recompra de acciones, especialmente a gran escala.
Nueva era de ataques digitales: los bancos más pequeños son más vulnerables
SVB fue el primer gran banco de la era digital. Los clientes exigieron la retirada de depósitos por valor de 42.000 millones de dólares en un solo día, más del 25% de su base total de depósitos. La mayor parte de esta retirada masiva de depósitos, sumada a las de los días anteriores, se produjo en línea, fuera del foco de atención de las impactantes imágenes de clientes preocupados haciendo cola en las sucursales del banco.
En la era predigital, es difícil imaginar que se produjera una retirada de depósitos tan gigantesca sin una reacción supervisora más inmediata que hubiera intentado alterar la dinámica.
Una retirada masiva de depósitos digitales puede tener consecuencias fatídicas para cualquier banco, pero es muy improbable que esto ocurra a grandes grupos con franquicias diversificadas -aunque sean mayoritariamente nacionales- como los bancos líderes a nivel nacional de toda Europa. La situación es diferente para los bancos de segundo y tercer nivel, más pequeños e insuficientemente diversificados, que siguen siendo intrínsecamente más vulnerables. Sobre todo, a medida que Europa avanza en la Unión de Mercados de Capitales, cuyo objetivo final será la desintermediación del crédito y el ahorro fuera de los bancos.
Cuando surgen dudas sobre la solvencia de un banco -tanto financieras como no financieras (como un caso importante de blanqueo de dinero)- el golpe es diferente para una institución más pequeña, que vería cómo los depositantes huyen hacia un grupo más grande. Sobre todo, si se tiene en cuenta que, a diferencia del elevado límite de 250.000 dólares en EE.UU., el límite es de sólo 100.000 euros en la eurozona y 85.000 libras esterlinas en Reino Unido.
Los supervisores deben perfeccionar sus escenarios y herramientas para anticipar y prevenir las quiebras bancarias adaptadas a la era digital. Los escenarios se debaten y analizan en los colegios de supervisión y resolución, pero deberían compartir los resultados específicos con el mercado más allá de los compromisos no públicos que tienen con los bancos individuales. Incluso deberían considerarse como posibles factores de referencia para futuras pruebas de estrés.
Tribuna de Sam Theodore, consultor senior de Scope Group