La tentación entre los inversores es atenerse a lo que saben. Eso no es nada malo. Es una estrategia defendida por pioneros de la inversión como Warren Buffett.
Puede funcionar cuando el mercado está subiendo y tenemos en cartera el activo adecuado. Sin embargo, también es importante que los inversores consideren las bondades de la diversificación.
Esta tabla subraya la importancia de tener el dinero en activos diferentes. Una estrategia de diversificación puede ayudar a reducir el riesgo e incluso mejorar el desempeño a largo plazo de la cartera. Además, muestra la evolución de algunas de las principales clases de activos cada año.
Por supuesto, es importante tener en cuenta que la rentabilidad pasada no es una guía para el rendimiento futuro y que podría no repetirse.
¿Qué ocurre y porqué?
Los precios de las materias primas han sufrido mucho en los últimos años. La crisis financiera mundial dañó la demanda y los precios de casi todos los tipos de materias primas, como el petróleo, el cobre y el aluminio, cayeron bruscamente.
Si hubiese invertido 100 libras en materias primas durante el peor episodio para el sector –entre 2011 y 2015– su capital se habría reducido a 49 libras. Esto representa una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) de -13,5%.
Las materias primas volvieron a despertar interés en 2016 debido en gran medida a las propuestas de construcción de infraestructuras de los gobiernos en los EE.UU. y China. Pero incluso con la recuperación del 11% experimentada por el mercados ese año, las 100 libras del ejemplo, invertidas en 2011, sólo valían 54 libras a finales de 2016.
Por su parte, la renta variable ha disfrutado de un período relativamente próspero. Los bajos tipos de interés y el respaldo incesante de los bancos centrales a los mercados financieros han proporcionado un terreno fértil en el que los mercados de valores han florecido.
Si hubiera invertido 100 libras en acciones en 2011, en 2016 habría obtenido 170 libras, esto supone un CAGR del 9,2% e incluye una pérdida del 6% en el primer año.
Es imposible predecir los ganadores y los perdedores con precisión durante un período específico. Sólo con el tiempo y con retrospectiva, los inversores pueden decir con certeza qué no ha funcionado bien.
Para manejar la incertidumbre y protegerse contra la pérdida de capital, los inversores pueden diversificar las carteras. Eso significa repartir sus inversiones entre diferentes activos.
Por ejemplo, si dividió su inversión de 100 libras y colocó la mitad en materias primas y la mitad en acciones entre 2011 y 2015, habría obtenido un beneficio de 3,20 libras esterlinas, en lugar de sufrir una pérdida de 51,50.
¿Cuáles son los beneficios de la diversificación?
Para empezar, esta estrategia reduce el riesgo: Un factor crucial para la mayoría de los inversores es no perder dinero, pero la diversificación puede mitigar ese riesgo.
En segundo lugar, la diversificación permite acceder al capital cuando lo necesite: En tiempos de estrés, la facilidad con la que se puede comprar y vender un activo es fundamental para la supervivencia de las inversiones. Por ejemplo, la venta de propiedades puede llevar mucho tiempo en comparación con la venta de acciones.
Por último, la diversificación puede suavizar los altibajos: La frecuencia y el exceso con el que las inversiones pueden subir o bajar determinan la volatilidad de la cartera. La diversificación de las inversiones puede dar una mayor oportunidad para suavizar estos altibajos.
¿Demasiada diversificación?
No hay una regla fija sobre la cantidad de activos que una cartera diversificada debería mantener: pocas posiciones pueden suponer un riesgo, pero muchas también. Contar con centenares de posiciones en muchos activos diferentes pueden ser difícil de manejar.
David Brett es digital content manager de Schroders.