La de las sicavs ha sido la crónica de una muerte anunciada a cámara lenta en la última década, que alcanzará su punto final en este 2022. Ahora que estamos próximos a certificar dicha defunción, vemos que los inversores que habían optado por este vehículo en el pasado se han encontrado con dos grandes alternativas a las que reasignar su patrimonio: o bien ingresar ese capital en vehículos análogos, como los fondos de inversión, u optar por carteras de gestión discrecional que les proporcionen una solución de inversión aún más diversificada, ofreciendo ambas opciones los mismos beneficios fiscales. Es lo que hemos visto especialmente en los dos últimos años, y la tendencia que prevemos que continúe de ahora en adelante.
No obstante, un análisis del contexto actual de inversión obliga a realizar ciertas matizaciones a la afirmación anterior. Lo cierto es que el inversor de sicavs de antaño hoy no tiene tan fácil la reasignación de su patrimonio. De hecho, elegir bien entre la oferta disponible en el sector se ha convertido en un reto complejo, especialmente en el contexto de mercado actual. En primer lugar, seguimos en un entorno de inflación al alza, en el que parece que la retirada de estímulos de los bancos centrales no estará sincronizada. Al mismo tiempo observamos una desescalada de la pandemia aún incierta, con distintos países endureciendo medidas de restricción, con ritmos distintos de vacunación de la población y con la amenaza de aparición de nuevas cepas del COVID que vuelvan a replantear las estrategias sanitarias de los distintos gobiernos.
A esto hay que añadir que, si bien la oferta de fondos disponibles se ha incrementado en los últimos 15 años, incorporando nuevas estrategias de inversión, nuevos tipos de vehículos y el acceso a nuevas clases de activos, hoy en día la mayoría de los fondos de inversión bancarios y tradicionales no son capaces de batir de media a sus índices de referencia de una manera consistente a lo largo del tiempo. De hecho, si hay un aspecto que se ha mantenido inmutable en nuestro mercado en los últimos quince años es la posición cuasi oligopolista de los bancos, que, pese a ofrecer peores resultados, gracias a su potente red de comercialización siguen acaparando gran parte de las inversiones de los españoles a pesar del florecimiento de la gestión independiente en España en este mismo periodo de tiempo.
La lectura positiva que podemos hacer es que, gracias a la entrada de nuevos, y más eficientes, competidores en el mercado, hoy es posible acceder a productos de calidad, con comisiones ajustadas, perfiles de rentabilidad-riesgo adecuados a las necesidades de cada inversor y que proporcionan rendimientos más elevados que las alternativas tradicionales, algo que algunos teníamos claro desde hace cinco años y en lo que hemos podido refutarnos desde la llegada de la pandemia, al acelerarse la sensibilidad de los inversores a comparar las características de los distintos productos de cara a poder elegir el más competitivo y adecuado en función de sus necesidades.
Por lo tanto, en un entorno tan incierto y retador para el inversor, pensamos que la gestión discrecional terminará por ocupar de manera natural el espacio que han dejado los sicavs gracias a sus numerosos beneficios. En particular, creemos que la gestión discrecional de tipo indexado está destinada a ganar una gran cuota de mercado, debido a su mayor poder de diversificación, menores costes, y mayores rentabilidades que la media.
Además, hoy los inversores españoles están mostrando mayores conocimientos financieros que hace unos años y, gracias a la digitalización y la difusión de comparativas en internet, tienen más información a su alcance para comparar y juzgar alternativas, por lo que creemos se producirá una clara divergencia entre las carteras ofertadas en el mercado: los flujos de inversión se dirigirán hacia aquellas soluciones de inversión más competitivas y con resultados demostrables gracias a un track record real de éxito, mientras que previsiblemente las opciones menos eficientes en retornos, diversificación y costes, típicamente producto bancario tradicional, se quedarán atrás.
En resumen, la máxima “el ganador se lo lleva todo” seguirá funcionando en el mercado actual, pero pensamos que los próximos ganadores no estarán del lado de la oferta tradicional y bancaria, sino de la gestión independiente y de calidad, y especialmente en el segmento de gestión indexada.
Tribuna de Giorgio Semenzato, CEO y fundador de Finizens