Cualquier inversor que eche la vista atrás y se quede en los últimos meses tendría la tentación de evitar la renta fija emergente para sus carteras. Pero no sería una buena idea y ese mensaje está calando entre muchos institucionales. Quizá por eso la entrada de flujos de fondos en los mercados emergentes tanto de renta fija como de renta variable está siendo elevada en estas primeras semanas de 2019.
Hay razones para que esto ocurra. Una de las más obvias podría ser la valoración de este tipo de bonos, sobre todo después de la importante corrección sufrida por este (y otros activos) el año pasado. Se trata, no obstante, de un universo no apto para cualquiera, ya que no es un activo libre de riesgo. Pero no hay que alarmarse, en nuestra opinión los retos a los que se enfrentan los emergentes no son exclusivos a estos países, sino que se aplican al resto de geografías.
Considero que el principal obstáculo al que se enfrentan los inversores en este tipo de bonos corporativos de países emergentes no tiene tanto que ver con el propio activo, sino que se centra fundamentalmente en el proceso que hay que seguir para convencer a los clientes de las posibilidades que ofrece, ya que muchos aún tienen reparos. La cuestión es sencilla y es extensible a otros activos. La clave no es un secreto, es más, es bien conocida. Todo pasa por estar bien diversificados y permitir que la liquidez de la cartera sea flexible.
Quizá el mayor reto para los inversores sería una desaceleración de China (relacionada, o no, con la guerra comercial). También sería negativo un empeoramiento de la economía global, ya sea por Europa o Estados Unidos, al igual que lo sería un error en la política monetaria de la Reserva Federal si optara por subir los tipos demasiado rápido, aunque parece que ese es un extremo que ya ha quedado descartado tras la última reunión de la autoridad monetaria estadounidense.
Lo cierto es que muchos de estos riesgos están ya descontados en los precios, y eso es lo que ha hecho que las valoraciones de los bonos corporativos emergentes sean atractivas, sobre todo si se analizan los fundamentales de las empresas. Quizá habría que preocuparse más por aquellos que no se pueden prever.
Con todo, en mi opinión, estamos ante la clase de activo con menor riesgo de todo el universo emergente y, al mismo tiempo, frente a uno de los más amplios. Es cierto que el número de índices de referencia es relativamente pequeño, lo que indica que hay muchos inversores cruzados. Esto, a su vez, muestra que muchas personas están expuestas a los bonos corporativos emergentes, incluso sin saberlo. Quizá estos clientes tengan un mejor resultado a través de un fondo específico que sepa elegir bien las oportunidades.
En los últimos meses encontramos mejores oportunidades en Asia que en Latinoamérica. Dentro de esta zona, nos gustan bonos de China e Indonesia. Fuera de esta zona, nos interesa Turquía, Argentina y México.
Tribuna de Wouter van Overfelt, gestor de fondos de renta fija corporativa de Vontobel AM