Los tipos de interés en cero, cero crecimiento, cero productividad y cero reformas han dejado a un gran número de países a la deriva ante el nuevo escenario de “nada”. En este escenario, la apatía o el estancamiento son producto del “no hacer nada”. En el plano cultural, la falta generalizada de dinamismo y nuevas ideas ha dado poder a una clase política que está principalmente interesada en mantener el status quo, incluso si el status quo proporciona rendimientos fuertemente decrecientes.
Poco más de un año después de esta situación, seguimos estando, al menos en términos de economía y de política monetaria, profundamente fascinados por esta combinación de políticas unidas a cero y continuas «medidas de emergencia». No obstante, cultural y políticamente, los últimos 12 meses han demostrado una y otra vez que la naturaleza aborrece el vacío.
En Europa, por ejemplo, tenemos el mes que viene el espectáculo del referéndum de la segunda mayor economía de Europa sobre su permanencia o no en la Unión. En Estados Unidos, las candidaturas del senador Demócrata Bernie Sanders y favorito entre los Republicanos, Donald Trump, se han beneficiado enormemente de la frustración generalizada con el consenso actual, especialmente en el ámbito comercial, donde ambos candidatos – uno de fuerte izquierda y otro un populista de derechas – apuntan a una caída del sector manufacturero de EE.UU. y a una recuperación desprovista de puestos de trabajo de «sostén familiar» como señales de que el país se ha extraviado.
Pero la lista no termina aquí. Desde la crisis migratoria europea, al ascenso de los partidos políticos de extrema derecha, como alternativa für Deutschland de Alemania y el Frente Nacional de Francia. Del aparente estancamiento de los planes de normalización de la política de la Reserva Federal a las aventuras del Banco Central Europeo (BCE) en el estímulo casi permanente, los últimos 12 meses han demostrado que la «nada» está inquieta e intranquila.
Esta inquietud, como hemos visto, se encuentra en libertad en el plano cultural a pesar de la vacilación de los mandatarios de la política de los bancos centrales y las élites políticas. Este año hemos comprobado además el aumento de la brecha entre la narrativa de los bancos centrales, que tiene un efecto de goteo de las tasas más bajas, y la situación sobre el terreno. La gente entiende que los tipos de interés cero son un reflejo del crecimiento cero, la inflación cero, cero esperanza de cambios y cero reformas.
En mi opinión, como economista y observador del mercado, las personas son más inteligentes que los bancos centrales. Y debido a que son más inteligentes, pueden vivir con los errores de política por un tiempo porque la narrativa es muy fuerte y porque la gente como el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi y la presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, tienen estas plataformas para considerarse «creíbles”.
También vemos esta brecha en el debate sobre Brexit, donde la élite y los académicos tratan de silenciar al votante medio. Al hacer esto, por supuesto, alejan a los votantes de sus representantes. Y esto es lo que vemos en todo el mundo, es por eso que Brasil va a cambiar de presidente, ¿por qué Irlanda no pudo conseguir su gobierno reelegido con un crecimiento del 6%?. No se trata de la élite, sino de las personas y ciudadanos que ven que necesitamos un cambio real y fundamental.
Columna de opinión escrita por Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank