El resultado de la primera vuelta de las elecciones brasileñas fue una sorpresa: se esperaba que quien hiciera frente en la segunda ronda a la actual presidenta Dilma Rousseff – del Partido de los Trabajadores – fuera la socialista Marina Silva y no el social demócrata Aecio Neves. No obstante, la historia de Brasil muestra que el partido del candidato Neves ha jugado desde mediados del pasado siglo un papel político muy relevante, ya sea en el gobierno o en la oposición. Además, aunque en la solución de algunos temas sociales y medioambientales, Silva y Neves estén enfrentados, en lo económico sus programas están más alineados. Las propuestas de política económica de ambos son más ortodoxas y menos intervencionistas de lo que han sido —y probablemente seguirán siendo— las de la presidenta Rousseff. De ahí la posibilidad de que muchos votantes de Marina Silva se inclinen por la candidatura de Aecio Neves.
Para Neves, disminuir el déficit fiscal es uno de los objetivos prioritarios pero igualmente importante es luchar contra la inflación, para lo que propone una mayor autonomía del banco central y la no intervención en el mercado de divisas. Asimismo, promete una simplificación del sistema tributario y mayor participación del sector privado en obras de infraestructura e industria con el fin de impulsar el crecimiento.
Este programa se mide contra el de Rousseff, que propone una política continuista, aunque no exenta de reformas. Dará prioridad a la reforma tributaria, aunque no necesariamente a la reducción del déficit. Proyecta una reforma del sector público, pero mantendrá la política de créditos subsidiados y su influencia en los bancos públicos.
Neves representa el cambio que una gran proporción de brasileños busca, pero Rousseff tiene el apoyo de los millones de humildes a los que sus diversos programas sociales han favorecido y de unos datos buenos de empleo, con una tasa de desempleo cercana a mínimos.
Tal como están los números, la campaña está muy disputada. La mayoría de las encuestas —¡para lo que valen! visto lo que sucedió en la primera vuelta — apuntan a un empate técnico. Cualquiera sea el vencedor de la segunda vuelta, tendrá que enfrentarse a un crecimiento muy inferior al potencial de la economía brasileña, una inflación elevada, y la necesidad de limitar el déficit fiscal. Lo anterior, en un contexto de riesgos para el crecimiento mundial en este final de año.
En estas circunstancias, en los próximos días de campaña se irán desvelando detalles más específicos de las propuestas de ambos candidatos. Los mercados van a estar volátiles hasta el 26 de octubre y si las encuestas siguen apuntando a Rousseff como la próxima presidenta, tenderán a la baja. Con la economía en recesión, alta inflación y la divisa presionada, muchos inversores prefieren a Neves, cuyo partido tuvo buenos resultados tanto en la lucha contra la inflación como en la implantación de reformas que sentaron la base para el boom económico durante los gobiernos de Lula da Silva y el primer año de Rousseff.
En definitiva, si bien a corto plazo podría haber caídas en los mercados – renta fija, renta variable y real brasileño – a medio y largo plazo, sin embargo, estamos ante un país con un favorable componente demográfico y una clase media en aumento. Con un PER de 12,3x, una relación precio/valor contable del 1,5% y una rentabilidad por dividendo del 4,3%, el Bovespa tiene una valoración razonablemente atractiva. Los tipos de interés brasileños son de los más altos del mundo y el real ha perdido buena parte de su sobrevaloración.
Parece que el mensaje en estas elecciones y durante las manifestaciones de protesta de la población en las calles de Brasil, es que el país necesita cambios y, sobre todo, una mejora de la eficacia y la competitividad. Es de esperar que cualquiera sea el elegido haya entendido este mensaje y actúe en esa dirección.
Rose Marie Boudeguer, directora del Servicio de Estudios de Banca March