El crecimiento económico global parece estar ralentizándose según los indicadores. Muchas empresas tienen mejores expectativas para la segunda mitad del año después de un complicado primer trimestre. Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han vuelto a poner en cuestión la recuperación del segundo semestre con la que ya cuentan las valoraciones de los activos de riesgo. Creemos que esta incertidumbre va a tener un impacto negativo en la confianza empresarial y el capex.
Debajo de la superficie de la estricta retórica comercial, supuestamente dirigida a la protección de la fuerza laboral y la seguridad estadounidenses, ambas partes están peleando por lograr el dominio tecnológico. En esta batalla, las dos están dispuestas a sufrir más daños antes de obtener resultados. Por esta razón, desde DPAM somos prudentes en nuestra asignación a activos de riesgo y preferimos mantener carteras bien diversificadas.
En renta fija, el objetivo es permanecer bien diversificados en términos de duración, spreads y divisas. El equilibrio entre estos tres factores ofrece estabilidad y potencial en este entorno de baja inflación.
En renta variable, la clave es ser selectivos. Este es el caso especial de Europa, plagada de industrias disruptivas o estructuralmente desafiadas y compañías que son baratas por un motivo. Claramente preferimos estar invertidos en compañías de calidad con perspectivas de crecimiento atractivas.
En cuanto a la asignación de activos, está claro que preferimos asumir más riesgo (prima de riesgo) en el lado de la renta fija que en el de la renta variable, donde actualmente estamos infraponderados.
Bajo nuestro punto de vista, esta cartera ofrece retornos ajustados al mercado cuando están en alza y algo de protección cuando los activos de riesgo caen rápidamente, como ocurrió en el último trimestre del 2018.
Pese al tentador entorno actual de bajos tipos de interés, hay que ser precavido en torno a la exposición a los recortes de tipos, ya que contribuye de forma importante a la diversificación de carteras. En cambio, hay que buscar oportunidades a nivel global. Mientras que continúen ausentes las fuertes presiones inflacionarias, los bonos soberanos de calidad claramente siguen suponiendo un pilar sólido para las carteras.
Las letras del tesoro estadounidense destacan en este sentido, ya que la Reserva Federal tiene más margen para cortar los tipos de interés que otros bancos centrales del G4. También las curvas de rentabilidad de Canadá y Australia ofrecen potencial.
Desde una perspectiva a medio y largo plazo, las características riesgo/beneficio de los bonos corporativos y high yield no parecen tan convincentes con las actuales valoraciones, ya que esperamos que la coyuntura económica empeore durante los próximos años. Por otro lado, la deuda emergente en divisa local sí ofrece un rendimiento decente para soportar cierta incertidumbre en el medio plazo. En pocas palabras, la diversificación es clave en una cartera de renta fija, con preferencia por bonos gubernamentales de bajo riesgo.
Creemos que el real estate cotizado continuará siendo un tipo de activo interesante en un entorno de tipos bajos. En renta variable, seguimos prefiriendo las acciones estadounidenses por su sesgo hacia sectores y empresas de alta calidad. Las acciones de mercados emergentes podrían ser más interesantes si el dólar estadounidense pierde momentum. Por ahora, prevemos un mayor fortalecimiento del dólar y, por ende nos mantenemos neutrales en renta variable emergente.
Tribuna de Yves Ceelen, director de gestión institucional de carteras en Degroof Petercam Asset Management