El primer trimestre de 2024 marcó la estabilización de los principales rendimientos europeos, al menos en comparación con el trimestre anterior. Así, a excepción de Francia e Italia, la importante subida de los rendimientos inmobiliarios registrada en 2023 parece haber reconstituido una prima de riesgo inmobiliario suficiente para los activos de calidad a ojos de los inversores europeos. Por otra parte, mientras que el valor de los activos prime, que sufrieron en primer lugar correcciones de precios, se estabiliza, se espera que el valor de los activos secundarios siga disminuyendo.
A finales de marzo de 2024, los rendimientos de las oficinas prime oscilan entre el 4% y el 5% en las capitales europeas. Las metrópolis regionales ven subir sus tasas de rendimiento por encima del 6%. Los rendimientos inmobiliarios, y por tanto el valor de los activos inmobiliarios, siguen siendo difíciles de estimar en un mercado en el que las transacciones, sobre todo las grandes, siguen siendo escasas. La contratación en Europa aumentó ligeramente (+1%) en un año. Los mercados europeos muestran una fuerte heterogeneidad, con Londres, Lille y Dublín experimentando un descenso de la demanda de más de un tercio en el primer trimestre de 2024, mientras que Madrid, Múnich y La Haya aumentaron más de un 25% durante este mismo periodo. La mayoría de los mercados europeos se encuentran ahora en territorio de exceso de oferta, con una tasa de disponibilidad superior al 6%. Sin embargo, sigue aumentando la brecha entre las ubicaciones más céntricas, que están infradotadas, y la elevada oferta en las periferias.
Las ubicaciones céntricas concentran la mayor parte de la demanda de usuarios que luchan por encontrar activos que satisfagan sus necesidades. Es el caso, en particular, de los principales distritos de negocios de Múnich, París o Ámsterdam, que registran tasas de disponibilidad del 1,3%, 2,8% y 2,9% respectivamente. La evolución de los alquileres sigue estando determinada por el equilibrio entre la oferta y la demanda. Así, todas las capitales vieron aumentar los alquileres prime en un año, con excepción de Dublín. En la periferia, la dinámica es muy diferente, ya que la abundante oferta empuja los alquileres a la baja.
La industria energética está inmersa en un proceso de grandes cambios. El papel de las energías renovables está llamado a ser cada vez más importante, mientras los combustibles fósiles irán perdiendo peso. Aunque esto se refleja en los distintos escenarios confeccionados por los expertos, es interesante destacar que la demanda absoluta de combustibles fósiles crece en la mayoría de estos escenarios. Esto es debido a que no es tan fácil dar la vuelta a todo un entramado industrial y socioeconómico que lleva más de un siglo fraguándose, sobre todo cuando está previsto que crezca el consumo energético global. Ante este panorama, la situación de Iberoamérica admite cierto optimismo.
El Foro Internacional de Energía (IEF, por sus siglas en inglés) prepara un informe anual de estimaciones de demanda y fuentes de generación de energía, recogiendo los escenarios de los organismos más importantes en el sector. En su último informe publicado en febrero de 2024, llama la atención el aumento de la divergencia entre los escenarios menos disruptivos y los que más en cuanto a las cifras de demanda prevista para 2050. Esto es debido al alto grado de incertidumbre en cuanto a variables como el crecimiento de la economía global, el desarrollo de nuevas tecnologías, y la acción política.
La producción de energía proveniente de fuentes convencionales seguirá siendo importante para Iberoamérica, que está excepcionalmente dotada de recursos. Según datos de la OPEP, Brasil es el mayor productor de la región con 3 millones de barriles diarios (mbd), seguido de México con 1,6 mbd, Colombia y Venezuela con 0,7 mbd cada uno, y Argentina con 0,6 mbd. La región es exportadora neta de petróleo, y según estimaciones de la IEA, seguirá incrementando sus exportaciones en los años venideros debido a desarrollos costa fuera en Brasil y Guyana. Venezuela posee las reservas probadas de petróleo más grandes del mundo, pero la falta de inversión ha perjudicado su producción, que ha bajado desde 3 mbd en 2008.
En cuanto a gas natural, la región es importadora neta. Según datos de la OPEP, Argentina es el mayor productor, con unos 48 millardos de metros cúbicos (bcm, por sus siglas en inglés), seguidos de Trinidad y Tobago con 27,1 bcm, México con 25,7 bcm, Venezuela con 24,4 bcm, Brasil con 21 bcm, Bolivia con 15,5 bcm y Perú con 11,9 bcm. Mientras la producción ha caído en los últimos años, se espera que Argentina desarrolle sus extensas reservas no convencionales a medio-largo plazo, convirtiéndose en exportador neto. Según la consultora especializada Wood Mackenzie, este incremento de la capacidad de producción no será suficiente para satisfacer la creciente demanda de gas natural en la región.
En generación de energías renovables, Iberoamérica también parte de una buena posición. Actualmente, representan más del 60% de la producción de electricidad, gracias a que la hidroeléctrica es la fuente energética más importante en Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y Venezuela. La intensidad de las emisiones de dióxido de carbono por kilovatio hora en 2022 era de las más bajas del mundo, menos de la mitad de la media global. Aunque no está previsto un aumento de la energía hidroeléctrica debido a riesgos climáticos y medioambientales, Iberoamérica dispone de muchas zonas aptas para la eólica―sobre todo en sus extensas costas, y muchas horas de sol para las fotovoltaicas.
Según Statista, la capacidad de producción de energía de fuentes renovables alcanzó la cifra de casi 317 gigavatios en 2023, un incremento de más del 7% en el último año, y de casi el 89% desde 2010. En los últimos tres años, más de la mitad de la potencia nueva ha sido de fuentes eólicas y fotovoltaicas. Compromisos importantes han sido adoptados; por ejemplo, dieciséis países se han adherido a la iniciativa Renovables en Latinoamérica y El Caribe (RELAC) cuyos miembros aspiran, entre otras cosas, a lograr que los renovables alcancen el 80% de la generación eléctrica para 2030. Los países que más han avanzado en este compromiso son Brasil, México, Chile y Argentina.
Los biocombustibles también tienen mucho potencial en la región. Actualmente, suponen un 10% de la producción de energía para transportes, por encima de la media global que está en torno al 5%. Expertos de la Agencia Internacional para las Energías Renovables (IRENA) opinan que hay un clima apropiado y disponibilidad de suelo, sin causar perjuicios significativos a la producción agrícola. Los grandes productores de biocombustibles y bioelectricidad son Argentina, Brasil y Colombia. Adicionalmente, Iberoamérica tiene abundantes recursos geotermales, sobre todo en México, Costa Rica y El Salvador, aunque sólo se han desarrollado unos 2 gigavatios de los 33 potenciales.
Iberoamérica cuenta con abundantes reservas de minerales necesarios para la transición energética. Posee más de la mitad de las reservas globales de litio, un componente clave para el almacenamiento de energía mediante baterías. Gran parte de estas reservas se encuentran en el llamado ‘triángulo’ del litio, que incluye Chile, Argentina y Bolivia. Chile cuenta con el 41% de las reservas globales de este mineral, Argentina el 10%, mientras Brasil, México y Perú también tienen depósitos importantes. El 40% de la producción global de cobre, otro metal esencial en la transición eléctrica, proviene de la región. Chile, el mayor productor del mundo, produce el 24%, y Perú el 10%.
La región también tiene reservas importantes de otros minerales críticos importantes para la transición energética, tales como grafito, bauxita, níquel, zinc y neodimio. Iberoamérica tiene una posición privilegiada para poder adaptarse a la evolución del mercado energético en esta época convulsa. Tanto si la transición se lleva a cabo según compromisos que van anunciando los distintos países, como si los combustibles fósiles se resisten más de lo previsto a descender en importancia, la región tiene cartas que jugar en el tablero energético mundial, si logra superar los muchos retos a los que se enfrenta. Sobre todo, hará falta que gobiernos variopintos implementen las políticas adecuadas para que se puedan desarrollar estos abundantes recursos sin perjuicio del bienestar común.