Me preguntaba recientemente una periodista amiga si temía el estallido de la burbuja de crédito (corporativo, me decía) en China. ¿Burbuja? ¿y cómo sabe que lo es? De hecho, la cuestión me recuerda el mismo debate que hubo hace dos meses sobre la burbuja de bolsa china. ¿Lo fue? ¿lo es? Al final, una corrección del 40% es algo serio; si consideramos que ha subido antes un 80%, quizás la respuesta anterior se debe matizar.
Pero, al final, es el crecimiento económico. O debería serlo. Las valoraciones de los activos dependen del crecimiento económico. Y de la inflación.
¿Que me olvido de los bancos centrales? También, aunque quiero pensar que su papel a través de los QE no ha sido determinante para situar de forma estable los tipos de interés reales a medio y largo plazo en niveles nulos. Recuerden: los tipos de interés a medio y largo plazo dependen de los tipos oficiales, de la oferta/demanda de papel, de las expectativas de inflación y de otros factores (tipo de cambio y políticos). Los bancos centrales influyen en una mayor demanda de papel, pero ya era elevada antes de comenzar con los QE.
De hecho, el elevado ahorro mundial ya era obvio cinco años antes de comenzar la Gran Recesión (Conundrum). Después, simplemente se ha hecho más evidente ante el exceso de capacidad existente a nivel mundial. Y ahora existe el riesgo de que lo sea mucho más. Al menos esto es lo que debemos valorar si finalmente se profundiza el enfriamiento de la economía china. Aunque el desapalancamiento ante un nivel de inversión que supone el 54% del PIB y un nivel de deuda privada de dos veces el producto es obligado.
Al final, es la economía. Y es la economía mundial. Ya saben mi opinión: el futuro económico dependerá de la evolución de las economías china y norteamericana; de las economías norteamericana y de la china. Como decía Martin Wolf en su último artículo en el FT, ambas economías son determinantes para el crecimiento mundial. Y también su comportamiento, divergente, espero, en el futuro próximo. Un crecimiento mundial moderado; este es el escenario que nosotros defendemos para el futuro próximo. Pero un crecimiento por debajo del 3,1% para 2015, fijado por el FMI. Más cerca del 2,7%, en teoría un crecimiento más próximo al estancamiento mundial que a la continuidad de la recuperación. Pero, suficiente para que los activos de riesgo mantengan un comportamiento alcista. Moderadamente alcista.
La otra clave para determinar el riesgo de excesos (y potenciales burbujas) es la inflación. Pero, en un mundo dominado por exceso de capacidad y elevado ahorro, con la presión bajista que supone la caída de los precios de las materias primas, pensar en la inflación puede parecer un tanto atrevido. De hecho, no es extraño que algunos consejeros del BCE adviertan sobre el impacto indirecto de la caída de los precios de las materias primas en un contexto de crecimiento débil como el actual. Tampoco parece muy descabellado que los bancos centrales sigan apuntalando los precios de los activos financieros como potencial fuente de subida de los precios (riqueza financiera).
Más allá de la teoría del estancamiento secular que obligaría a las autoridades monetarias a forzar una mayor demanda a través de la apreciación de los activos financieros, está la obligación de mantener unas condiciones financieras favorables dando tiempo a que los ajustes pendientes se materialicen. Y aquí son las autoridades fiscales las que tienen el mayor protagonismo….
Columna de José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España