En charlas con promotores, excompañeros, profesores y colegas, ha habido de hace tiempo preocupaciones acerca de las preguntas, mitos, aseveraciones, reclamos, creencias, ideas y actitudes de rechazo e indiferencia hacia y sobre el sistema de pensiones. Algo de todo eso es lo siguiente:
- ¿Cuál es la mejor Afore? Es una de las preguntas más frecuentes, uno de los datos más solicitados. Apelan al prototipo, al ideal. En términos simples, lo que los afiliados buscan es un gestor que otorgue los mayores rendimientos de forma consistente. Uno que nunca pierda. El servicio les inquieta menos. Incluso algunos periodistas, con “jiribilla”, han hecho la pregunta para ver qué material sacan para una nota.
- Las Afores roban. Se ha venido escuchando desde el inicio del sistema, a ritmo creciente. Se ha atestiguado en entornos socio-académicos. También en sobremesas familiares. Prolifera material, vínculos y foros alusivos en la Web. Lo han dicho reporteros y avivado congresistas. Inquieta que se incube en instituciones académicas, privadas y públicas. Ha sido frase de uso frecuente por estudiantes de carreras económico-administrativas, en opiniones intramuros, en foros de discusión o espacios informales, en trabajos expuestos en clase y hasta en entrevistas para vacantes de practicante o analista primerizo. Me ha tocado entrevistarlos y oír su aseveración, a rajatabla. Raro ha sido quien no lo ha expresado. A decir de ellos mismos, así se instruye en las aulas, se alimenta por mentores, se canaliza el rechazo al sistema, se refleja en las cifras de afiliados pendientes de registro.
- El candidato de la izquierda se llevará el ahorro. Previo y durante la campaña presidencial de 2012 se reproducía el runrún de que el actual mandatario, si ganaba, se llevaría el dinero del SAR (sin especificar a dónde) o lo usaría para fines descabellados. Me tocó escucharlo de profesionales independientes, empleados de rango medio-alto, estudiantes y sí, incluso de profesores. Es probable que la versión haya salido de sus rivales políticos. Circula ahora la especie actualizada de que lo usará para sufragar deudas por la cancelación del NAICM y otros fines poco claros.
- Indiferencia de millenials. Puede que el desdén de los afiliados jóvenes se derive de los mitos o habladurías citadas, y de otros similares, aunque también se nutre de hechos concluyentes:
- El entendimiento general de que el sistema no proveerá un retiro digno,
- La lectura que hicieron de las pérdidas de los tiempos de la crisis y las de años recientes,
- Los desaguisados sistemáticos por malas prácticas de traspasos que vieron y supieron de primera mano.
Lo cierto es que muchos millenials no se registran y prefieren no saber, no regularizarse, y evitan inmiscuirse o hacer cuentas para ver en qué medida podrían potenciar su tasa de reemplazo si ahorraran desde ahora, aprovechando la amplitud de su horizonte laboral y su capacidad de destinar mayores proporciones de ahorro voluntario sin que sus finanzas se trastoquen.
¿Cómo invertir creencias? Ante todo, tratando de ir al fondo de la cuestión. No es tarea para un año o dos. No es solo falta del hábito de ahorro o cultura financiera, ni la inexcusable dejadez por el futuro. Estos son síntomas de idiosincrasia, carencias y malformaciones de estructura en el sistema educativo, propensión generacional hacia el consumo, etcétera. Hay que plantear el tema de las pensiones al menos en tres niveles escolares (medio-superior, profesional y posgrado); coercer las prácticas indebidas y aplicar sanciones que desalienten delitos y procuren confianza en las instituciones; hacer programas y campañas sociales; incrementar volumen, formatos y canales de información…
Columna de Arturo Rueda