La bolsa estadounidense se ha anotado abultadas ganancias en 2016 y sorprende que el S&P 500 haya registrado varios máximos consecutivos después de sufrir únicamente una breve corrección tras el referéndum británico sobre la UE. Sin embargo, durante el pasado mes el mercado parece haberse moderado en una coyuntura de atonía económica y pobre crecimiento de los beneficios. A la vista de ello, los inversores probablemente estén muy atentos a los riesgos bajistas para la bolsa estadounidense y se centren más en las posibles consecuencias de las próximas elecciones estadounidenses.
Los inversores, tal vez más que en anteriores comicios, aprecian riesgos claros en el resultado de la carrera presidencial de 2016. Mientras que Hillary Clinton es fundamentalmente la candidata de la continuidad, aunque con una línea más dura en temas comerciales, sanitarios y financieros, a Donald Trump se le considera, en líneas generales, un peligro para los mercados. A muchos, su discurso sobre el perjuicio que ha sufrido EE.UU. por la globalización les hace temer una oleada de proteccionismo y actitudes contrarias al libre mercado en todo el mundo.
Estas políticas plantean serios riesgos a los mercados y crean un considerable grado de incertidumbre, por lo que la creencia general es que una victoria de Trump desencadenaría ventas masivas en las bolsas, tanto en EE.UU. como en el resto del mundo.
Sin embargo, una victoria de Trump podría tener el efecto perverso de provocar un periodo de buen comportamiento de la renta variable estadounidense, al menos a corto plazo. En concreto, el aumento del gasto público y los recortes de impuestos —políticas simplistas, pero de éxito inmediato entre el público— podrían dar impulso a la economía interna y reactivar el crecimiento de los beneficios en la bolsa estadounidense, incluso si el efecto económico a más largo plazo es pernicioso.
En muchos aspectos, este hecho pone de relieve las dificultades que tienen los responsables de asignación de activos a la hora de tomar decisiones tácticas sobre lo que me gusta denominar “cisnes rojos”. A diferencia de sus homólogos de color negro, que son acontecimientos imprevisibles que afectan negativamente a los mercados, un cisne rojo es un acontecimiento que no puede pasarse por alto, pero que al que casi nadie presta atención porque el deseo inmediato de conseguir rentabilidades vence a las consideraciones a largo plazo.
En mi opinión, hay muchas razones para pensar que una victoria de Trump podría ser uno de estos cisnes rojos, es decir, un suceso beneficioso al principio para los activos estadounidenses, a pesar de que podría ser perjudicial a largo plazo.
Impulso en forma de gasto público
A pesar de lo reñido de la carrera presidencial, una victoria de Trump probablemente sorprendería a los inversores, dado que las encuestas llevan tiempo apuntando a una victoria de Clinton. Por lo tanto, es sensato suponer que cuando la campana suene para dar inicio a la sesión en Wall Street, la consecuencia inmediata de una victoria de Trump será un movimiento de huida del riesgo en todos los mercados.
Sin embargo, durante las semanas y meses posteriores ese movimiento probablemente se neutralice, ya que las propuestas de Trump serían muy estimulantes para la economía.
Además, Trump parece más proclive a financiar el gasto adicional con más deuda pública, a diferencia de Clinton, que ha prometido financiar la inversión en infraestructuras con una reforma de la fiscalidad de las empresas. Trump también se ha comprometido a simplificar los códigos tributarios, reducir el impuesto de sociedades al 15% y rebajar los impuestos a las personas físicas. Eso significa que una presidencia de Trump probablemente sería mucho más expansiva desde el punto de vista del gasto público que una de Clinton y, por consiguiente, los mercados subirían al calor de los cambios en la orientación y el tono de las políticas del gobierno.
Repatriación de grandes cantidades de tesorería
Las repatriaciones de tesorería también podrían aumentar a causa de la creciente hostilidad de la UE hacia los regímenes fiscales de muchas empresas estadounidenses. Si a esto se sumara a una reforma fiscal favorable en Estados Unidos con Trump como presidente, entonces podríamos ver a otras grandes empresas tecnológicas (como Google o Facebook) repatriar tesorería hacia EE.UU.
Reserva Federal: ¿Se mantendría la inacción?
A la vista de las dificultades que han tenido muchos para pronosticar la política monetaria estadounidense durante los últimos dieciocho meses, tal vez no sea sensato vaticinar cuál podría ser la reacción de la Reserva Federal a una victoria electoral de Trump. Sin embargo, si se produjera una huida inmediata del riesgo tras una victoria de Trump, la Fed podría optar por no subir los tipos en diciembre. La Fed ha mostrado extrema cautela a lo largo de 2016 y podría permitirse no subir los tipos después de que los datos estadounidenses hayan decepcionado este año. Considerando que la Fed solo ha subido los tipos de interés anteriormente cuando los mercados lo habían descontado, también hay que prestar atención a cómo comunicarían una eventual subida en el caso de victoria de Trump.
El debilitamiento del efecto Trump
Aunque se puede explicar cómo una victoria de Trump podría ser beneficiosa para los activos de riesgo estadounidenses a corto plazo, resulta difícil imaginarse cómo podría mantenerse este efecto positivo a más largo plazo, a la vista del nacionalismo de miras estrechas que destila la agenda económica de Trump. Las posturas contrarias a los intercambios comerciales en EE.UU. sentarían muy mal fuera y la subida de los aranceles estadounidenses probablemente tendría respuesta internacionalmente. Eso dañaría a las empresas estadounidenses con grandes negocios en el extranjero, especialmente aquellas con centros de fabricación en China y otras regiones.
Además, una presidencia de Trump socavaría la posición internacional de EE.UU. Los acuerdos comerciales existentes, como el Acuerdo Transpacífico y el NAFTA estarían amenazados, ya que Trump ha prometido abandonarlos o renegociarlos. El discurso beligerante de Trump en relación con las exportaciones chinas a EE.UU. también podría desencadenar una guerra comercial que llevaría a los chinos a estar menos dispuestos a comprar deuda pública estadounidense. En pocas palabras, una presidencia de Trump quebrantaría ese orden mundial que tanto beneficia a la economía estadounidense.
Conclusión
Las razones del perjuicio a largo plazo que sufrirían los mercados si Trump fuera presidente son claras. Sin embargo, no se aprecia igual de bien la posibilidad de que el mercado reaccione al alza a corto plazo tras una posible movimiento reflejo de la huida del riesgo. Un Trump presidente probablemente aplicaría más medidas de estímulo que el presidente actual o incluso su oponente en la lucha por la Casa Blanca.
Cuando los mercados vuelvan a centrarse de nuevo en este hecho y en el cambio general de la política de gasto público, entonces podríamos ver fuertes ganancias en los activos de riesgo estadounidenses. Pero debido a las consecuencias a largo plazo de una victoria de Trump, la política monetaria estadounidense también podría seguir siendo expansiva durante más tiempo, lo que daría apoyo al sentimiento del mercado. Por lo tanto, a la hora de abordar la elección de Trump, los inversores deberían estar atentos a los cisnes rojos, así como a los riesgos a más largo plazo.
James Bateman es el director de inversiones del área de Inversión multiactivos de Fidelity.