Las políticas monetarias del BCE y la Fed han sido diferentes, respondiendo a las necesidades del ciclo económico de cada economía. Pero ¿hasta qué punto el nuevo cambio de política monetaria de EE.UU. va a afectar a la política del BCE?
La elección de Donald Trump y la perspectiva de una política fiscal expansiva en una economía en pleno empleo han aumentado sustancialmente las estimaciones de la tasa de inflación y, consecuentemente, las expectativas de una acción más agresiva de la Fed para su control.
Si este escenario se materializa, es decir, vemos un aumento del ritmo de crecimiento económico, el presupuesto expansivo, flexibilización fiscal, aumento de los salarios y el consiguiente aumento de la inflación, la Fed seguirá subiendo los tipos de interés, lo que llevará a la apreciación del dólar frente a las principales divisas.
Una vez que sea más atractivo tener dólares e invertir en activos que pagan en dólares, la depreciación del euro podría permanecer y/o intensificarse a través de la salida de fondos de la zona euro a los Estados Unidos. Se puede decir que la Fed podría incluso ayudar al BCE y, por lo tanto, a la economía europea, a través de la depreciación del euro, por lo que las empresas europeas serán más competitivas.
Sin embargo, este escenario puede ser invalidado si Trump finalmente no puede llevar a cabo la política fiscal expansiva que anunció como candidato. Por otro lado, si la política proteccionista también se materializa, los efectos en términos de comercio internacional pueden ser muy perjudiciales y contribuir a una recesión de la economía mundial, llevando así a que las premisas que apoyan un aumento de los tipos no se materialicen.
El mandato del BCE es muy claro, la estabilidad de precios y el BCE debe actuar cuando percibe avances consistentes en la tasa de inflación. Sin embargo, hay expectativas crecientes de que la presión política sobre el BCE puede aumentar con el crecimiento de los movimientos anti-sistema.
Alemania se encuentra en un ciclo económico considerablemente diferente a los países periféricos y, como tal, necesita una política monetaria diferente. Entre algunas instituciones alemanas y de la opinión pública, la política de tasas de interés negativas y compra de activos de deuda del BCE no es bien recibida. Con esto en mente, y recordando la subida de los tonos anti-europeos, esperan que el BCE anuncie el tapering antes de las elecciones alemanas en septiembre de 2017.
Un aumento en las tasas de interés, inevitablemente, hará la vida más cara a los acreedores y los ciudadanos, pero beneficiará a los ahorradores. Quien tenga créditos, de la naturaleza que sean, verá aumento de los costes reduciendo así sus ingresos disponibles. Sin embargo, los ahorradores obtendrán una remuneración más elevada para sus ahorros.
Por otro lado, las empresas también pueden ver cómo sus costes financieros afectarán negativamente a los resultados. En el escenario de una subida de tipos de interés, el euro se apreciará frente a las principales monedas, haciendo que las exportaciones sean menos competitivas, pero abaratando las importaciones. Por lo tanto, los productos de fuera de la zona euro pueden ser más accesibles a los consumidores europeos.
Columna de opinión de Marisa Cabrita, analista de Orey Financial.