El pasado 1 de junio, la nueva Administración de Estados Unidos anunció su intención de retirarse del histórico Acuerdo Climático de París sólo un año después de ratificarlo. Esta decisión no debería tomarse a la ligera, ya que conllevará importantes consecuencias políticas y económicas, así como ambientales. Para empezar, podría añadir entre 0,1 y 0,2° C al actual aumento de 1° C de la temperatura global desde los niveles preindustriales, lo que hace más difícil alcanzar el objetivo global.
Sin embargo, lejos de ser desalentadora, la decisión ha fortalecido la determinación de una parte importante de Estados Unidos y del resto del mundo de continuar la transición hacia una economía baja en carbono.
La retirada real no tendrá lugar hasta el 4 de noviembre de 2020, al día siguiente de la próxima elección presidencial de Estados Unidos. La legalidad de la retirada del Acuerdo de París requiere un año de notificación por escrito al secretario general de la ONU.
Estados Unidos podría acelerar su salida a sólo un año si también abandona completamente el programa de cambio climático de la ONU. Sin embargo, esta es una ruta poco probable, ya que conlleva consecuencias diplomáticas mucho mayores.
¿Cuál será el impacto?
El impacto en los esfuerzos de transición energética será más bajo de lo que se había temido previamente, porque la decisión política de Washington no ha descarrilado el increíble impulso de la conciencia sobre el clima dentro de Estados Unidos y alrededor del mundo.
Sin embargo, la retirada inevitablemente retrasará el ritmo de transición en Estados Unidos. Es muy probable que la primera economía del mundo no cumpla sus compromisos de reducción y aún así, es probable que las emisiones estadounidenses casi seguramente seguirán una línea plana e incluso podrían seguir reduciéndose. Esto se debe a que economistas, empresas e inversores estadounidenses, junto con gobernadores y líderes ciudadanos comprendan las consecuencias económicas de no formar parte de la transformación tecnológica y energética a escala mundial.
Según un estudio publicado en marzo, Estados Unidos podría cumplir el 60% de su compromiso climático sólo con el compromiso y el esfuerzo de varias ciudades, estados y empresas que ya han dicho que seguirán adelante con los acuerdos.
El mayor temor acerca de la retirada de Estados Unidos fue que otros países podrían seguir su ejemplo y abandonar sus promesas como una reacción al segundo mayor contaminador (y el mayor en términos per cápita). La decisión también pone en peligro la financiación a los programas para mitigar, adaptar y controlar los esfuerzos en parte de las naciones más pobres. Estados Unidos es el principal contribuyente al paquete de financiación de ayudas contra el cambio climático. De los 3.000 millones de dólares que habían comprometido al fondo del Clima, 2.000 millones ya han sido cancelados.
Sin embargo, la respuesta ha sido unánime. Canadá, Australia, México, Indonesia, Japón, la Unión Europea y muchos otros han reforzado su compromiso de «volver a hacer el planeta verde otra vez». El mundo continuará con lo que ahora es una imparable transformación hacia un modelo económico de bajo carbono.
Aún más alentador ha sido la reacción en China, India y Europa. Los tres han manifestado su voluntad de participar en los esfuerzos de reducción (EE.UU. supone el 15% de las emisiones actuales), así como en la financiación necesaria.
El sistema energético mundial se está transformando mediante la inversión sostenida en energías limpias. En 2015 se invirtieron 349.000 millones de dólares a nivel mundial en energías renovables, excluyendo la energía hidroeléctrica, en comparación con los 130.000 millones de dólares en carbón y gas. Sólo China invirtió el doble de cualquier otro país con 102.900 millones de dólares y anunció nuevas inversiones por valor de 361.000 millones de dólares entre 2017 y 2020. Sin lugar a duda, China está tomando el liderazgo mundial en inversiones en energía limpia.
Conclusiones
La decisión de la Administración Trump no ha impedido una respuesta proactiva de las empresas, los inversores y muchos estados y ciudades. Un tercio del equivalente en PIB de Estados Unidos ya ha expresado su intención de cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Esta inesperada «Coalición Climática» está en conversaciones para presentar su propia promesa climática a la ONU y convertirse en parte en el Acuerdo de París.
El Acuerdo de París creó un mecanismo para que las regiones, las ciudades y las empresas se comprometan en forma paralela (voluntariamente) a través del portal de las Naciones Unidas para la Acción Climática (NAZCA). En BNP Paribas Asset Management hemos presentado nuestros propios compromisos.
Aunque no está claro cómo funcionaran los planes de esta coalición, el mensaje sigue siendo inequívoco. Tan clara es la reacción en todo el mundo, que Europa, China y otros países se han mostrado dispuestos a intensificar y llenar la brecha dejada por EE.UU.
Al salir del Acuerdo de París y desmantelar la regulación ambiental, el gobierno de Estados Unidos está creando de facto un país de dos velocidades. Uno está totalmente a bordo y listo para aprovechar las oportunidades que ofrece la transición, mientras que el otro no podrá seguir el ritmo del progreso tecnológico que definirá los mercados de un futuro no tan lejano.
Para nosotros, como inversores a largo plazo, significa que debemos ser capaces de diferenciar entre los líderes y los rezagados, y relacionarnos más estrechamente con los primeros. También tenemos que seguir el rápido endurecimiento de la reglamentación que seguirá al anuncio en parte de Estados Unidos y los países más comprometidos como China, la India y la Unión Europea.
Helena Viñes Fiestas es responsable del equipo de análisis de sostenibilidad de BNP Paribas Asset Management.