La Reserva Federal decidió mantener abierto el grifo del dinero en la economía. La razón no debería sorprender, porque la creación de empleo en EEUU todavía es inferior a lo que querría el Banco Central, y la tasa de paro está en el 7,3%.
Ese último número es el problema del Banco Central. La Fed se comprometió a no modificar su política monetaria hasta que el desempleo se sitúe en el 6,5%. Algo que puede tomar varios meses.
Si la Fed empieza a frenar la compra de bonos (la llamada ‘relajación cuantitativa’, o QE), estará violando su propio objetivo de desempleo. Si, por el contrario, es consecuente con sus afirmaciones y mantiene la QE, será acusada de seguir alimentando las burbujas de la vivienda, la Bolsa y los bonos (y las materias primas). Haga lo que haga, la Reserva va a ser criticada.
Lo mismo se aplica en el efecto de su decisión en los países emergentes, encabezados por Brasil. Supongamos que la Fed corta la liquidez. Esos países dirán que EEUU está frenando sus economías al dejarlos sin capitales. Y si la mantiene, esos mismos países dirán que Washington está creando dinero que será invertido en sus mercados y ‘recalentará’ sus economías con ‘burbujas’ imposibles de controlar.
Es el problema de las ‘líneas rojas‘, como se ha visto en Siria. Dan credibilidad pero, a cambio, reducen flexibilidad y discrecionalidad.
Sin embargo, al anunciar que mantiene la QE, la Fed insistió en que lo hace en parte porque, desde que anunció que consideraba ir retirando ese bombeo de dinero, los tipos de interés a largo plazo subieron casi un punto porcentual. La financiación en el mercado de bonos es ahora más cara. El objetivo de ir limitando la QE, que es endurecer progresivamente el crédito, ya se logró sólo con hablar de ello.
Todo eso justifica plenamente que la Fed mantenga el estímulo. Es muy probable que la economía de los EEUU crezca por debajo del 2% este año. La tasa de participación en el mercado laboral está en su menor nivel en 35 años. Ésa es una cifra espeluznante que, aunque en parte se debe al cambio social y demográfico del país, también revela la debilidad del mercado laboral.
El país todavía necesita el estímulo monetario, sobre todo porque el Congreso está llevando a cabo un ajuste presupuestario muy drástico. Sin embargo, el argumento de que ha bastado hablar de ir finalizando la QE para que el mercado ya se pusiera a recortar el crédito conlleva un problema: las expectativas.
Aunque esto sea anatema para algunos economistas, en la crisis que estalló en 2007 ha quedado claro que las expectativas del mercado no son racionales. Si la Fed considera mercados inflados y con demasiada liquidez, está introduciendo una variable imposible de controlar. Así, la justificación de la decisión, y no la decisión, es lo que es preocupante de la prolongación de la QE.
*Columna publicada en el Diario Las Américas y cedida a Funds Society.