Los mercados de capitales implican una parte de ciencia social, lo que significa que nunca se puede determinar qué está moviendo el mercado en cortos periodos de tiempo con precisión. Con esta restricción, en términos simples, creo que la nueva narrativa del mercado cuenta que los inversores están descontando una disminución en los beneficios empresariales que es mayor de lo esperada.
Un incremento en los gastos operativos, tanto por unas condiciones financieras más ajustadas como por un mercado laboral más ajustado junto con la escalada de las tensiones comerciales han generado incertidumbre sobre cómo serán los beneficios en 2019. Como resultado, la renta variable se ha rebajado en todas las regiones. Si bien los ajustes realizados por los fondos de pensiones, las ventas con pérdidas fiscales y el bajo volumen al cierre del año pueden haber añadido volatilidad, sospecho que los múltiplos de la renta variable han estado en última instancia tratando de alcanzar las señales enviadas por los inversores de bonos desde principios de 2018. Los diferenciales en todo el espectro crediticio, desde el grado de inversión europeo a la deuda high yield estadounidense, han puesto fin a su peor año en el calendario desde 2008.
En nuestra plataforma global de research, hemos incrementado la preocupación por la complacencia del mercado que rodea la sostenibilidad de los márgenes y el apalancamiento financiero. A raíz de la crisis financiera mundial, las empresas aumentaron el flujo de caja libre emitiendo deuda en anticipación de un mayor crecimiento en las ventas y unos menores costes en los insumos. En términos generales, ninguno de los dos terminó cumpliendo con las expectativas. Mientras el apalancamiento a día de hoy es gestionable cuando se ve a través de la lente de la cobertura de intereses tradicional, puede que deje de serlo a medida que los costes de los insumos se aceleren contra un crecimiento de los ingresos menor de lo esperado, una disminución del apetito por el riesgo de los inversores en deuda corporativa, o ambos.
El tipo de empresas más adecuadas para navegar el que creemos que será un entorno operativo más complicado serán aquellas cuyo producto o servicio es único. Empresas que se diferencian de la competencia, permitiendo traspasar unos costes más altos, ya sean de aranceles, laborales y otros factores, destacaran sobre el resto del mercado, que podría verse obligado a digerir un perfil menor de margen. Esta propuesta de valor difícil de convertir en una ‘commodity’ hace que estas empresas sean menos dependientes de la economía para crecer en sus ingresos. También hace que sean menos dependientes del mercado de deuda. Unas franquicias de mayor calidad, con un flujo de caja sostenible y por encima de la media, debería obtener en última instancia una prima de escasez en comparación con el grueso del mercado, mientras que aquellas empresas con unos mayores costes en sus insumos y sin capacidad para pasar esos costes al consumidor probablemente tendrán un descuento.
Columna de Robert M. Almeida, estratega global de inversiones de MFS Investment Management.