Después de 2005, el PIB real de Brasil se aceleró, principalmente como resultado de una mejora significativa en la acumulación de capital y la productividad. La crisis financiera global y la consiguiente inyección de liquidez por parte de los bancos centrales de las economías desarrolladas facilitaron las condiciones financieras para todos los mercados emergentes y para Brasil en particular. Como resultado, el crecimiento del crédito floreció, lo que a su vez apoyó la actividad económica.
La violenta salida de los flujos internacionales a raíz del ‘taper tantrum’ de mayo de 2013 y la caída de los precios de las materias primas desencadenaron una recesión sin precedentes en Brasil en 2015-2016, donde el PIB real se contrajo un 3,6%, después de haber disfrutado de un crecimiento del 3,5% durante la década anterior. Las debilidades estructurales precipitaron la recesión y al mismo tiempo, la incertidumbre política aumentó, culminando con el proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2015, que desbarató las finanzas públicas y aumentó la prima de riesgo soberano. Esto último costó al país su calificación crediticia.
Se prevé que el crecimiento real del PIB en Brasil sea de media del 2,5% durante la próxima década. En los últimos treinta años, los mercados emergentes en general han alcanzado considerablemente el nivel de desarrollo económico de los países maduros, pero recientemente el ritmo de esta convergencia ha disminuido. En este momento, América Latina necesitaría casi dos siglos para alcanzar el nivel de desarrollo económico del G7, el doble del tiempo requerido durante el período 2002-2007.
Además, se prevé que los importantes cuellos de botella en la oferta y los altos niveles de corrupción impedirán que el crecimiento alcance su potencial. Brasil ocupa actualmente el puesto número 81 entre los 138 países en el Informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, que es menor (por ejemplo) que México (51/138) debido a su alta carga tributaria y corrupción. Brasil también se sitúa en 123 de 190 en la encuesta de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial. Esperamos que Brasil salga de la recesión en 2017 (Anexo 2), ayudado por la mejora continua de la confianza, la caída de la inflación y la flexibilización de la política monetaria. La inflación, que ha superado en promedio la meta de inflación del 4,5% en casi 2,5 puntos porcentuales en los últimos cinco años, ahora se espera que promedie un 4,6% en 2017.
El banco central ha insinuado incluso que revisará la meta de inflación a la baja al 4%, lo que debería hacer caer las expectativas de inflación, si la medida se considera creíble.
Moody’s revisó la perspectiva soberana de Brasil de negativa a la estable y confirmó su calificación de Ba2. Una mejora, sin embargo, requeriría la aprobación de reformas clave y sólo es probable que ocurra después de las elecciones de 2018.
Hasta entonces, los riesgos para nuestra perspectiva tiene una tendencia bajista. El fiscal general pidió a la Corte Suprema que iniciara 83 investigaciones sobre políticos, incluidos miembros del gabinete, gobernadores de los estados y los jefes de la Cámara Baja y del Senado. El resultado de esta investigación podría afectar negativamente la reforma de pensiones aún pendiente.
Los pronósticos de menor crecimiento tienen un fuerte impacto en la proyección del tamaño de la clase media tanto a corto plazo como, más significativamente, a medio plazo. Se espera que el tamaño de la clase media en Brasil caiga al 3% en 2015 y en 2020 y a un 2% en 2030.
Brasil tiene el segundo mercado de seguros privados más grande del mundo, por detrás de Estados Unidos, pero la mezcla de una población envejecida, los casos crecientes de enfermedades crónicas y los altos niveles de reclamaciones implican un aumento en las tarifas de los planes y el coste para los bolsillos.
En Brasil, los contratos de trabajo que ofrecen un plan privado de salud son muy apreciados por los empleados. Por lo tanto, el 63% de los contratistas tienen planes de salud colectivos de negocios. El número de beneficiarios de los planes médicos aumentó un 17% entre 2009 y 2012, lo que señala el dinamismo del mercado y los datos demográficos favorables del país deberían impulsar la demanda de servicios de salud.
El país aún tiene una denominada «bonificación demográfica», que se estoma que dure hasta 2025. Después de esa fecha, Brasil entrará en un período de envejecimiento, con un aumento significativo en la proporción de ancianos sobre el total de la población. El fin de esta bonificación demográfica debería representar una oportunidad de mercado significativa para el sector de la salud y la atención sanitaria en Brasil. Y considerando las debilidades de los servicios públicos en este campo, es probable que los beneficiarios recurran a planes privados.
Manolis Davradakis es economista senior de mercados emergentes globales (excluido Asia) de AXA Investment Managers.