Recientemente el candidato López Obrador declaró: “Ya no vamos a comprar en el extranjero lo que consumimos, vamos a producir todo en México para que de esta manera no haya tanta fuga de divisas”. Si esto se refiriera a todo los productos que se consumen en el país, significaría regresar al esquema de sustitución de importaciones, a cerrar la economía porque se producirían internamente los productos que actualmente se importan y para ello, dada la capacidad de producción del país no aumenta de momento, se tendría que dejar de producir las cosas que se exportan. Eso en el contexto de integración en que se encuentra México con el resto del mundo, con 12 Tratados de Libre Comercio que incluye a 44 países, no parece ser muy viable.
Si consideramos que la declaración se acota al tema agrícola tampoco hace mucho sentido. Actualmente exportamos más productos agrícolas que lo que importamos. En 2017 las exportaciones fueron 15.973,6 millones de dólares y se importaron 12.278,1 millones de dólares, vendimos al exterior 3.695,5 millones de dólares más de lo que le compramos a otros países. A nivel producto las principales exportaciones son de aguacate, jitomate, las legumbres y las hortalizas. Nuestras importaciones de maíz ascendieron a 2.851,8 millones de dólares, que es un poco menos de lo que exportamos de aguacate. Llevamos 3 años exportando más productos agrícolas que lo que importamos; en el primer trimestre de 2018 las exportaciones, medidas en dólares, se incrementaron 55%.
Los alimentos que importamos, como el maíz o el trigo, se debe a que la producción no es suficiente y que importar resulta más barato que producirlo internamente. Por lo tanto, si se desea incrementar la producción de esos productos habría que aumentar el precio que se le paga a los que los cultivan. Eso implicaría subir el precio al consumidor o que el gobierno les dé un subsidio. Estaríamos fomentando una actividad en la que, por características geográficas, de clima, tecnológicas, etc. no somos competitivos. Si el sector agrícola ya tiene una orientación hacia la exportación y genera más divisas de las que se utilizan para importar alimentos, no tiene sentido cambiarle el rumbo cuando se están ratificando Acuerdos de Libre Comercio, como el recientemente firmado con la Comunidad Europea y el Acuerdo Transpacífico.
Buscar la autarquía alimentaria es volver a la política que estableció a finales de los 70s López Portillo con su Sistema Alimentario Mexicano. Se utilizaron muchos recursos, vía subsidios y precios de garantía, para sustituir las importaciones de alimentos y llegar a la autonomía alimentaria. Los resultados fueron muy malos, no se logró la meta y mucho menos se consiguió de manera sostenida mejorar la balanza comercial agrícola. Esas medidas son equivalentes a la sustitución de importaciones del sector industrial, que rigió durante el desarrollo estabilizador.
La política agrícola debe orientarse a fomentar aquello donde somos competitivos y buscar la manera de sustituir los cultivos donde nos sale más caro producir que importar. Los problemas del campo son varios y complejos, pero dando subsidios a la producción de maíz u otros cultivos donde no somos competitivos no es la manera de resolverlos, vamos a terminar generando menos divisas.
Columna de Francisco Padilla Catalán