A lo largo de las campañas políticas todos los candidatos presidenciales se han dedicado a ofrecer lo que el electorado desea escuchar, pero ninguno ha planteado la política económica que instrumentaría para lograr los objetivos que todos plantean, más empleos y mejores salarios.
Ni los salarios aumentan por decreto ni los puestos de trabajo se generan por decisión de la autoridad. Para lograrlo se tienen que instrumentar acciones que resuelvan las causas de raíz de los bajos sueldos. El desarrollo regional de México es muy desigual en buena medida como resultado de bajísima productividad en algunas zonas y actividades. En el país conviven zonas que crecen a tasas similares a las de los países asiáticos con otras cuya actividad económica decrece, conviven empresas muy competitivas mundialmente con otras que apenas pueden sobrevivir. Buena parte de estas desigualdades se deben a las grandes diferencias en los niveles de productividad regional y en las empresas.
Las pequeñas y medianas empresas generan el 42% del PIB y el 78% del empleo, y la gran mayoría de estas empresas, alrededor del 95%, son micros, tienen menos de 5 trabajadores, o pequeñas, entre 6 y 10 trabajadores. Por lo tanto, si se desea incrementar el nivel de empleo y el salario de los trabajadores se tienen que instrumentar medidas que permitan elevar el nivel de productividad de estas empresas. Mayor productividad implica que se podrá hacer más con los mismos recursos lo que se traduce en posibilidades de producir más, vender más, crecer, contratar más gente y aumentar los salarios que reciben los trabajadores. Adicionalmente, la actividad industrial informal es muy amplia, con fuerte impacto en el empleo, pero con bajísimos niveles de productividad.
Para incrementar la productividad se requiere tener acceso a tecnología más moderna, a máquinas más eficientes. Los costos de los créditos de las empresas pequeñas son demasiado elevados, la falta de acceso al mercado formal les genera financiarse en condiciones muy desfavorables. Esos elevados costos financieros les impiden modernizar sus equipos. Adicionalmente, para ser más productivos los empleados también tienen que capacitarse, pero debido al reducido número de trabajadores y de ventas, les impide pagar la capacitación que se requiere.
Se necesita una propuesta integral para aumentar la productividad de las empresas pequeñas y las informales, que les permita acceso a tecnología más moderna, mayor capacitación y financiamiento más barato. Lograrlo no necesariamente implica dar subsidios. Se podrían establecer programas entre universidades públicas y privadas con las empresas, de tal forma que juntos encuentren formas de mejorar la tecnología, de aumentar la capacitación de los trabajadores, de plantear programas educativos regionales encaminados a fortalecer a las actividades económicas de esa zona en específico. Fomentar cadenas productivas con las grandes empresas les permitiría también mejorar su productividad porque se tendrían que ajustar a los estándares de calidad y puntualidad de sus clientes y una vez cumpliendo podrían ser estos contratos su acceso a financiamientos más baratos. Desafortunadamente ningún candidato ha hecho mención a propuestas para elevar la productividad de las pequeñas empresas ni que harán con los programas existentes para apoyarlas, esos son los temas que deberían abordar en lugar de ofrecer aumentar el gasto vía programas asistenciales y reducir los impuestos.
Columna de Francisco Padilla Catalán