En un mundo globalizado no se puede ir contra la corriente del mercado, las consecuencias tienden a ser muy costosas. Esto es verdad tanto para las empresas como para los países.
Uno de los ejemplos de enormes consecuencias por ir contra corriente lo registró México al inicio de la década de los ochentas. En aquel entonces, después de varios años de incrementos sostenidos del precio del petróleo y de haber alcanzado niveles nunca antes registrados, las condiciones del mercado se modificaron y se inició una baja en el precio del crudo. El presidente López Portillo, junto con su gabinete económico, decidieron ir contra corriente. En lugar de reducir el precio del petróleo que exportaba Pemex, en consistencia con las condiciones del mercado, decidieron incrementarlo, quien quisiera el petróleo mexicano tendría que pagar más por el. La medida provocó que le cancelaran todos los pedidos a Pemex, detonando y magnificando una grave crisis económica para el país. Considerar que se puede ir contra corriente del mercado cuando no se es el líder en el tema, terminó perjudicando más a Pemex y al país.
En estos momentos la política energética que está instrumentando el gobierno actual se encuentra en una situación similar, va en contra corriente con los acontecimientos mundiales. La empresa petrolera British Petroleum (BP), con presencia en 79 países, la tercera petrolera más importante en el mundo, solamente atrás de ExxonMobil y Royal Dutch Shell, y, de acuerdo a Forbes, la octava empresa mundial, anunció que para 2050 todas sus operaciones van a ser con cero emisiones de carbón.
BP se está transformando de una empresa petrolera y de gas a energías renovables. Para dentro de 10 años calcula reducir en 40% su producción de petróleo y sustituirlo por energías renovables. En 2020 está invirtiendo 6.5 millones de dólares en energías limpias, monto que irá incrementando anualmente hasta llegar a 5 mil millones de dólares en 10 años, cuando estima estar produciendo 20 veces más energía con cero emisiones de carbón. Promueve activamente la prohibición de automóviles de combustión interna en el Reino Unido a partir de 2035.
Esta no es la única empresa orientándose a la emisión cero de carbón. Amazon, líder en la venta por medios electrónicos, Mercedes Benz, Best Buy, Verizon, y Siemens, entre otras empresas, tienen como objetivo que en 2040 a lo largo de toda su cadena productiva se llegue a la emisión cero de carbón.
El mundo se está orientando a reducir la emisión de carbono, tanto los usuarios como los productores de energía. La tendencia mundial se orienta a las energías limpias, renovables, cada vez se aleja más del petróleo y del gas y se acerca más a la generación eólica y solar. Adicionalmente, el avance tecnológico permite que el costo de las energías limpias se vaya reduciendo y las vuelve financieramente más atractivas.
La política energética debe tener una visión de futuro, de largo plazo y ser la adecuada para las condiciones que prevalecerán en las próximas décadas, no basarse en lo que sucede hoy. Privilegiar las condiciones actuales o del pasado puede ser muy rentable electoralmente, pero muy perjudicial en el largo plazo. Nuevamente, ir en contra corriente genera grandes costos económicos y sociales en el tiempo. Es necesario adecuar la política energética del país a las circunstancias que prevalecerán en el futuro en el mundo.
Columna de Francisco Padilla Catalán