En mi condición de gestor de carteras integrado en el equipo de Multiactivos de Janus Henderson, ocasionalmente me puedo ver en una situación delicada al plantear el debate sobre la inversión activa frente a la pasiva. Como equipo, nos encargamos de gestionar las carteras con un estilo activo, de modo que, como es natural, veo las ventajas de este enfoque.
De igual modo, y como todos los inversores, también queremos sopesar cuidadosamente la disyuntiva entre las comisiones y la rentabilidad que podemos lograr a la hora de decidir incorporar fondos activos o instrumentos pasivos en nuestras carteras.
Un aspecto central de nuestro enfoque es la convicción de que los gestores activos sí añaden valor, pero no en todos los entornos del mercado. Al igual que un asignador de activos aspira a añadir valor escudriñando entre distintas clases de activos, regiones y estilos de inversión en el transcurso de un ciclo de mercado, combinar gestores activos con instrumentos pasivos en diferentes porcentajes y momentos también brinda la posibilidad de ampliar los rendimientos que se ofrecen a los clientes.
Los datos históricos indican que la gestión activa añade valor (y se vuelve cada vez más importante como porcentaje de las ganancias totales) en entornos de menor rentabilidad, mientras que los ciclos bursátiles rabiosamente alcistas encajan mejor con el estilo pasivo al menguar los fundamentales y aumentar las correlaciones dentro del mercado.
Dada nuestra visión sobre las actuales condiciones del mercado (caracterizadas por un cóctel de valoraciones infladas, niveles de mercados incómodos, la maduración del ciclo económico y la retirada de la expansión cuantitativa), vislumbramos un entorno sostenido de menor rentabilidad y mayor volatilidad de ahora en adelante. Como consecuencia, nuestra selección de instrumentos se decanta hacia los gestores activos en toda la gama de renta variable y renta fija.
Variaciones regionales
Hay algunas áreas y clases de activos en las que la inversión activa cobra más protagonismo, concretamente cuando el conjunto de oportunidades de inversión ofrece mucho margen a los seleccionadores activos para añadir valor en distintos entornos de mercado.
A modo de ejemplo, los datos indican que el gestor típico en renta variable británica o europea ha ofrecido a los inversores resultados mejorados, dado el menor riesgo asumido y las mayores ganancias obtenidas a medio plazo. El gráfico indica que así ha ocurrido en determinados grupos de la Investment Association (IA) en relación con los índices FTSE All-Share y MSCI Europe ex-UK durante los últimos cinco años.
Desde el punto de vista de un seleccionador de fondos o un asignador de activos, podemos elegir entre un amplio universo de gestores activos de valía para lograr una rentabilidad extra (alfa). Hay muchos ejemplos convincentes de gestores de fondos alargo plazo que han logrado añadir alfa en periodos largos, a pesar de emplear estilos de inversión y filosofías drásticamente distintas.
La habilidad a la hora de seleccionarlos consiste precisamente en descubrir aquellos que generan alfa y añaden un auténtico valor, para luego combinarlos de modo que encajen con nuestra visión top down general.
Algunas áreas, como los mercados emergentes y Asia, presentan una dinámica distinta aunque todavía constructiva en los casos en que, a pesar de quedarse rezagados los gestores activos respecto a los mercados fuertes, han podido atenuar la volatilidad y ofrecer a sus clientes resultados mejorados con riesgo medido.
En periodos largos este enfoque ha permitido batir al índice general de los mercados emergente en términos de rentabilidad total, aunque con niveles de volatilidad considerablemente más bajos. Desde luego, pueden emplearse inversiones pasivas en estos casos; sin embargo, se podría aducir que así se pierde la oportunidad de lograr mejores rentabilidades con riesgo medido.
Nick Watson es gestor de fondos en el equipo multiactivos de Reino Unido de Janus Henderson Investors.