En comparación con las reuniones de otoño del FMI, celebradas en octubre, el ánimo general de los inversores y de los responsables políticos fue algo más animado en abril. Los temores a una inminente recesión europea eran escasos y las perspectivas de crecimiento de China suscitaban un entusiasmo generalizado. No obstante, la política monetaria restrictiva en los mercados desarrollados, junto con las recientes tensiones del sector bancario, ofrecían nuevo terreno para el debate. En general, parecía haber desacuerdo sobre el momento y la magnitud de las diversas corrientes cruzadas.
He aquí nuestras principales conclusiones de una ajetreada semana de reuniones del Banco Mundial y el FMI:
La política monetaria lastra: ¿cuánto y cuándo?
El FMI publicó unas previsiones aún desalentadoras, anticipando un crecimiento mundial del 3% para 2023, el ritmo más lento desde 1990. No es sorprendente que los debates de muchos asistentes se centraran en las perspectivas de EE.UU., con un alto grado de desacuerdo en torno al impacto económico final de la subida de 5 puntos porcentuales del tipo de los fondos federales. Muchos consideraron las quiebras de bancos regionales como un síntoma de una política monetaria más restrictiva y de tipos más altos; sin embargo, hubo desacuerdo en torno a si las quiebras eran casos aislados o presagios de más tensiones en el sector bancario por venir. Vimos aún más desacuerdo sobre las posibles implicaciones económicas, con un destacado ponente argumentando que veríamos poco o ningún efecto, mientras que otros reconocieron el riesgo de una parada repentina del crédito y de la actividad económica si empeoraban las perspectivas del sector bancario. Las perspectivas para la inflación fueron igualmente inciertas, con desacuerdos sobre dónde se asentaría la inflación y qué haría el banco central al respecto.
Se espera una supervisión bancaria más estricta
No obstante, muchos asistentes coincidieron en que una clara consecuencia de las quiebras bancarias sería el aumento del escrutinio supervisor. Aunque se espera poco en cuanto a cambios legales regionales, los representantes del BCBS/IOSCO (Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y la Organización Internacional de Comisiones de Valores) parecían muy centrados en las mejoras normativas que pueden conseguirse al margen de los estatutos. El debate puso de relieve las presiones internacionales (junto con las internas) sobre la Reserva Federal estadounidense para que aumente el rigor en la aplicación de la normativa, lo que, en nuestra opinión, contribuirá probablemente a endurecer las condiciones crediticias y a ralentizar el crecimiento.
Lo secular se une a lo cíclico: mucho debate en torno a la Ley de Reducción de la Inflación en EE.UU
Hubo varias sesiones del FMI centradas en el reto de la transición de la energía marrón a la verde, la importancia de la inversión en infraestructuras y el cambiante panorama del comercio mundial, todas ellas cuestiones importantes tanto a corto como a largo plazo. Para el horizonte cíclico, la atención se centró principalmente en las implicaciones económicas de la Ley estadounidense de Reducción de la Inflación (IRA). Aunque la Oficina Presupuestaria del Congreso de EE.UU. ha publicado estimaciones preliminares, muchos participantes afirmaron que el mayor optimismo de las empresas (y el interés de los gobiernos extranjeros) abogaba por un impulso más fuerte y más rápido de la inversión, lo que en última instancia podría ser un importante apoyo a corto plazo, ya que la economía estadounidense se enfrenta a otros vientos en contra, como unos tipos de interés más altos.
Temores a un paso en falso en el terreno político
Muchos asistentes expresaron su preocupación por la posibilidad de que se cometan errores políticos, con una inquietud específica en torno al próximo techo de deuda estadounidense. Un destacado economista republicano asignó un 35% de probabilidades a un escenario de impago técnico. Aunque otros argumentaron que el impago no redunda en interés político de ninguna de las partes, la preocupación fue en general elevada, especialmente entre los gestores de carteras no centradas en EE.UU.. Oímos a varios inversores de mercados emergentes comentar que la incertidumbre sobre el techo de la deuda y las consecuencias para los bancos regionales hicieron que las reuniones se parecieran más a una conferencia estadounidense, y que las idiosincrasias de las economías de los países emergentes pasaran a un segundo plano.
¿Ya se han olvidado los problemas del año pasado?
Nos sorprendió la rapidez con la que muchos de los temas que marcaron los mercados y las economías durante el año pasado parecen haberse desvanecido como focos de preocupación para los participantes. Se habló muy poco de la inflación estadounidense, de las preocupaciones por el crecimiento europeo y del riesgo económico chino. En medio de una ligera mejora de la inflación estadounidense en marzo, sólo un puñado de participantes pareció centrarse en los riesgos al alza de la inflación estadounidense. Del mismo modo, sólo unos pocos se refirieron a nuevos riesgos a la baja para el crecimiento europeo a medida que el Banco Central Europeo prosigue su campaña de endurecimiento. Muchos consideraron que la reapertura relativamente suave de China es un importante motor del crecimiento mundial, pero pocos expresaron su preocupación por el posible impulso inflacionista en relación con el año pasado.
Conclusión
Lo que nos parece evidente es que tanto los inversores como los responsables políticos se esfuerzan por comprender las implicaciones económicas y políticas de varias corrientes cruzadas: un sólido comienzo de 2023 empañado por una política monetaria restrictiva, quiebras bancarias y una inflación aún elevada. Con un alto grado de desacuerdo y una convicción generalmente baja, estas reuniones pueden no ser el catalizador para ver picos o cambios de dirección en los mercados, como a veces lo han sido en el pasado.